Por Pablo E. Arahuete
¿Cómo retratar la desolación sin ser opresivo?; ¿Cómo escudriñar la intimidad de un personaje sin traicionar su misterio, su secreto?; ¿Cómo lograr un film introspectivo, profundo, angustiante y revitalizador sin hacer teatro filmado? Es posible que muchas de estas inquietudes hayan repiqueteado en la cabeza de Santiago Loza durante el rodaje de su segunda película 4 mujeres descalzas, film de soledades y encierros en un universo femenino donde prevalecen las sensaciones en lugar de las acciones.
Quien alguna vez haya tenido contacto con el cine de Bergman o Fassbinder no podrá ignorar ciertos ecos y reminiscencias en este segundo opus. Acá Loza apuesta a los climas y los momentos en vez de recurrir a una estructura acumulativa de acontecimientos. Sin embargo, esa falta de dinámica condicionada por la presencia de un espacio cerrado, por un adentro que se expresa desde la inacción de sus personajes, aquí es reemplazada por la palabra, la charla y la gestualidad.
Las mujeres de Loza están en las antípodas de las “amas de casa desesperadas” -en boga últimamente- desde el punto de vista que deciden no actuar, no producir, no extender el mantel de la sobreadaptación para ocultar sus fisuras, miedos y frustraciones.
Hasta la risa puede simularse, afirma una mujer a otra en uno de los diálogos encastrados en este rompecabezas de instantes con el que el director de Extraño arma y desarma las historias. Como la de la recién llegada (sensacional, María Oneto) que le alquila un cuarto a la distante dueña del lugar, quien con franqueza dice necesitar la plata y por eso le alquila; o la de la otra mujer que también vive con ellas y recoge objetos de desconocidos para hacerles un altar y rezarles por las noches.
A diferencia de Extraño, inquietante oda al silencio, deudora del unipersonal de Hugo Chávez y su alta expresividad, en esta oportunidad Loza prefiere saltar del hermetismo e impenetrabilidad de sus personajes hacia un territorio más peligroso de introspección. Y es allí donde evita el simulacro teatral y recoge las ventajas del cine en el uso del plano y el sutil deslizamiento de la cámara; donde aquieta una calma tensa y asfixiante cuando desnuda un cuerpo o un rostro, o simplemente acompaña en el silencio. Ese aproximarse es a veces develador de pequeñas verdades y otras de una pasividad perturbadora como en el caso de Verónica, personaje que abre y cierra el film y que experimenta la mayor transformación.
En 4 mujeres descalzas coexisten las marcas registradas de aquel cine argentino que busca su lugar sin mirar hacia afuera, que desiste del anhelo de la masividad en pos de no perder autenticidad pero sobre todo, que necesita espacios para crecer y seguir vivo porque demostró con creces tener su público.
Título: 4 mujeres descalzas.
Título Original: Idem.
Dirección: Santiago Loza.
Intérpretes: María Onetto, Eva Bianco, Mara Santucho, María Pessacq, Inés Sánchez Aizcorbe.
Género: Drama.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 90 minutos.
Origen: Argentina.
Año de realización: 2005.
Distribuidora: Primer Plano Film Group.
Fecha de Estreno: 07/09/2006.
Puntaje: 8 (ocho)