Odio empezar este flamante 2007 con una frase poco ingeniosa pero en verdad Eragon es un quemo. Suerte de hijo bobo, o de primo estúpido como bien definió un colega y amigo de CineFreaks, de la magna creación literaria de J.R.R. Tolkien (ya saben cuál) y de su ambiciosa adaptación cinematográfica firmada por el incansable ex gordo Peter Jackson (a quien la filmación de King Kong le resultó más productiva para adelgazar que ingerir pastillas onda Reduce Fat Fast o practicar algún deporte), la ópera prima del hasta ahora mago de los efectos visuales Stefen Fangmeier inicia una saga de aventuras que copia mucho de otras fuentes y entrega en bandeja un producto mucho más orientado al público infantil que sus predecesoras pero sin el menor hallazgo visual o narrativo. Rutina dura y pura que le rinde pleitesía a la moda imperante en Hollywood convirtiéndose en el camino en apenas un cadáver exquisito (gracias, Fito). Todo luce bien cool pero bajo esa falsa apariencia se esconde una película sin corazón, mecánica y apática hasta la exasperación, cuya continuidad debe estar en duda por haber fracasado comercialmente.
Dicen que el novelista californiano Christopher Paolini (nacido en 1983) empezó a escribir esta historia mitológica siendo apenas un adolescente. Para “crear” “Eragon” apeló al famoso subgénero sword and sorcery (entre los exponentes fílmicos podemos citar a títulos como Conan, el bárbaro, Invasión junk o El Rey Escorpión) y lo fusionó con todo lo aprendido en muchas lecturas de la clásica obra de Tolkien. A eso le sumó el protagonismo de los dragones y sus jinetes guardianes como único detalle original que despega a su obra del resto y, como no podía ser de otra manera, usufructuó a gusto el mito del camino del héroe –cuyo desarrollo expliqué brevemente en la crítica de Buscando a Nemo para quien quiera profundizar leyendo algo más al respecto-. Tengo entendido, y el que se sorprenda merece ver Eragon en continuado durante un día entero, que se trata de una trilogía que debería seguir narrando el crecimiento como jinete y persona del personaje que le da el nombre al film animado por el debutante Ed Speleers (quien suple talento con simpatía y algo de carisma). Si el nivel va a seguir siendo así de bajo, en el hipotético caso de que se sigan rodando las secuelas, lo único que pido es que el final llegue rápido e indoloro. Que no se propague ad-infinitum en el tiempo como un síndrome “potteriano” y pasemos a lo que sigue. Algo mejor siempre vamos a encontrar.
Nada más inútil que contratar a un seleccionado de buenos actores y no suministrarles un material acorde a su capacidad como profesionales. Da pena y mucha rabia ver a Malkovich, Carlyle y, sobre todo, al exquisito Jeremy Irons luchando denodadamente contra la idiotez inabarcable de los textos que pusieron en sus labios… y perdiendo con absoluta dignidad. A Irons le toca bailar con la más fea por el peso de su rol… y lo ridículos que suenan sus diálogos pese al empeño que le pone al trabajo el soberbio intérprete de Pacto de amor. Parafraseando a nuestro querido Diego (10): “Billetera mata actor”.
Dentro de la mediocridad general queda un consuelo: la hermosa voz de Rachel Weisz (la dragona Saphira). Onirismo mediante me la imagino en algún paisaje paradisíaco mientras le canto con voz engolada: “Dame fuego, dame dame fuego…”. En ese momento entran corriendo a escena Brendan Fraser con Imhotep pisándole los talones y se la lleva de los pelos dejándome solo. El desenlace está lejos de agradarme pero no fue un mal sueño (gracias, Sandro).
Título: Eragon.
Título Original: Idem.
Dirección: Stefen Fangmeier.
Intérpretes: Ed Speleers, Jeremy Irons, Sienna Guillory, John Malkovich, Robert Carlyle, Djimon Hounsou, Garrett Hedlund, Gary Lewis, Joss Stone, Alun Armstrong y la voz de Rachel Weisz.
Género: Fantasía, Acción, Aventuras.
Clasificación: Apta mayores de 13 años .
Duración: 104 minutos.
Origen: EE.UU./ Reino Unido/ Hungría.
Año de realización: 2006.
Distribuidora: Fox.
Fecha de Estreno: 04/01/2007.
Puntaje: 4 (cuatro)