Por Pablo E. Arahuete
Sin Catherine Deneuve –una verdadera lástima– pero sí con la presencia de Michel Piccoli, el longevo realizador portugués Manoel de Oliveira (ya cumplió 100 años) utiliza el pretexto de un clásico dentro de la filmografía de Luis Buñuel como lo es Belle de jour (1967), para invocar a dos de sus personajes más emblemáticos y enfrentarlos varias décadas después en esta suerte de epílogo llamada Belle toujours (2006).
El film que transcurre en su mayor parte en la nocturnidad de Paris, ciudad que invita a convocar viejos fantasmas y recuerdos, narra la historia del reencuentro entre Severine (Bulle Ogier) y el otrora libertino Mr. Husson (M. Piccoli) luego de que éste la viera por casualidad durante un concierto en un teatro de Paris y no pudiera alcanzarla a la salida. A partir de allí, la búsqueda –símil juego del gato y del ratón- de Husson se vuelve prácticamente obsesiva y además abre una grieta para que afloren los recuerdos de sus andanzas al encontrar el confesionario ideal: una cantina a la que asisten viejas prostitutas y cuyo barman es un joven dispuesto a escuchar sin emitir juicio de valor.
Seductor en su relato como siempre, el anciano cuenta la extraña relación de amor entre Severine y su esposo a partir de la inclusión de un tercero para que ella le fuese infiel; una suerte de introducción de un observador de lujo, -papel que le tocara a la sazón a Husson en aquella época de burdeles y satisfacción de los deseos más oscuros- para atestiguar la flamante infidelidad. Desde ese punto de vista en que la idea del voyeur gana un protagonismo diferente y se refleja también con la posición del espectador se concentra toda la carga erótica que caracterizaba a aquel film de Buñuel y que Oliveira recupera en su relato. La idea de erotismo como la tensión entre lo oculto y lo revelado se yuxtapone en este caso con los secretos y la invasión a la intimidad.
Pero el film de Oliveira también es un film reflexivo sobre el paso del tiempo y la pérdida paulatina del deseo cuando se llega a la vejez. Es también un film dentro de otro que buceaba en tiempos difíciles y represivos nada menos que sobre el placer y la hipocresía de una clase netamente conservadora que hoy puede ser solamente vista con cierto dejo de nostalgia.
Sin abusar de los guiños cinéfilos, aunque la referencialidad aparece en los detalles, Manoel de Oliveira consigue con muy pocos recursos cinematográficos elaborar un relato casi intimista con la dosis justa de tiempo, gracias a su enorme sabiduría como cineasta pero lo más importante como una persona lúcida y vital que parece haber encontrado en su cine el antídoto contra la decadencia y la pérdida de la voluntad por querer contar buenas historias.
Título: Belle toujours.
Título original: Idem.
Dirección: Manoel de Oliveira.
Intérpretes: Michel Piccoli, Bulle Ogier, Ricardo Trepa, Leonor Baldaque y Júlia Buisel.
Género: Drama.
Calificación: Apta todo público.
Duración: 68 minutos.
Origen: Portugal/ Francia.
Año de realización: 2006.
Distribuidora: 791 Cine.
Fecha de estreno: 09/04/2009.
Puntaje: 8 (ocho)
El staff opinó:
–Belle toujours es el equivalente arty de Esperando la carroza 2, aunque todavía peor. Aburrida, vacía e insignificante, representa el capricho ridículo de un anciano gagá. Michel Piccoli pasa vergüenza y demuestra que en realidad casi nunca la sabiduría llega con los años. “Siempre bella” era la Catherine Deneuve que filmó Buñuel, aquí Oliveira ni siquiera consiguió su participación. En síntesis, mejor alejarse de este bodrio increíble de 68 minutos… a veces las sonseras son presentadas en envase pequeño.– Emiliano Fernández (2 puntos)