En el 2002 la 20th Century Fox compró los derechos para llevar al cine el animé Dragonball (1986) cuando el fulgurante éxito obtenido por X-Men (2000) persuadió a los ejecutivos de que el cómic volvía a dar dividendos en la taquilla. Nadie podía imaginarse que les iba a tomar otros… ¡siete años! para adaptar la monumental obra de Akira Toriyama. Y 
muchísimo menos que se le destinaría tan poco presupuesto –apenas 45 millones de dólares- para plasmar estética, conceptual y narrativamente uno de los mayores hitos de la animación japonesa en toda su historia. Los fanáticos fundamentalistas del clásico dibujo animado llorarán lágrimas de sangre con esta versión light, tergiversada y empobrecida a cargo del director James Wong (Destino final, El único) y el guionista Ben Ramsey. Wong confesó no saber nada sobre Dragonball cuando la Fox lo convocó (se nota) y sabe Dios cuántos cambios habrá sufrido el guión de Ramsey desde su etapa de desarrollo inicial hasta el que se ve finalmente en pantalla. Por el grado de dificultad que demanda el traslado de ese universo mítico a una película con actores no quedaba otra alternativa que producir Dragonball evolución (2009) a todo trapo para hacerle justicia al material original. No sirve cuando las cosas se realizan a medias o sin convicción. Lamentablemente el producto se llevó a cabo con desconfianza, sin creer verdaderamente en sus posibilidades. Es uno de esos casos en los que hubiese sido preferible abandonar el proyecto en lugar de boicotearlo voluntaria o involuntariamente. Es evidente que hubo una interna en el estudio que fue capaz de engendrar semejante despropósito. Y los platos rotos los pagamos todos…
Sería una tarea interminable enumerar las diferencias entre el animé y la película pero basta con saber que el espíritu del trabajo de Toriyama ha sido traicionado vilmente por una adaptación para el mercado yanqui inepta en la que Goku es un estudiante que asiste al colegio secundario (¡¿cómo?!), Piccolo mide un metro sesenta y tiene menos presencia que Jacobo Winograd (con el debido respeto a James Marsters, el genial Spike de la serie
Buffy, la cazavampiros, que fue muy mal elegido para el rol); las escasas dos o tres peleas duran menos que un caramelo en la boca de un nene y el dragón del título parece hecho con una vieja Commodore 64. ¿Era necesario someter a la serie a semejantes arbitrariedades argumentales y precariedades técnicas? Hay un dato que delata la “seriedad” con que fue encarado el film: la duración sin los créditos finales ni siquiera llega a los ochenta minutos.
Trivial en su desarrollo, inconsistente como relato de aventuras fantásticas y modestísimo en la elaboración de los personajes principales, Dragonball evolución decepciona en todos y cada uno de sus rubros. Se suponía que la película sería la primera de una trilogía pero luego de la indiferencia general con que se la recibió en los Estados Unidos probablemente todo termine aquí. De los actores, Chow-Yun Fat sale bastante bien librado logrando divertir y divertirse con su maestro Roshi; por su parte, el carilindo Justin Chatwin es un Goku impávido y las chicas Emmy Rossum (Bulma) y Jamie Chung (Chi Chi) sólo se destacan por su belleza y simpatía. Algunas escenas inéditas que se darán a conocer con la edición en DVD no lograrán cambiar el disgusto de una turba de fanáticos enfurecidos por la desidia de la Fox. La legendaria saga de Akira Toriyama merecía mejor suerte. Tanta espera para tan poco…
Título: Dragonball evolución.
Título original: Dragonball Evolution.
Dirección: James Wong.
Intérpretes: Justin Chatwin, Chow Yun-Fat, Emmy Rossum, James Marsters, Joon Park, Eriko Tamura, Randall Duk Kim, Jamie Chung, Ernie Hudson, Luis Arrieta, Texas Battle y Richard Blake.
Género: Basado en manga, Fantasía, Acción, Aventura.
Calificación: Apta para todo público.
Duración: 85 minutos
Origen: EE.UU./ Japón.
Año de realización: 2009.
Distribuidora: Fox.
Fecha de estreno: 09/04/2009.
Puntaje: 2 (dos)
