Uno puede pensar, siempre con un cierto margen de error, que los grandes estudios de Hollywood se quedaron realmente sin ideas en el momento en el que empiezan a convertir juegos de mesa en películas. Ya no se trata del a estas alturas viejo truco de pasar los videojuegos (con todas sus elaboradas mitologías) a la pantalla grande (al estilo Lara Croft), de copiar personajes de otros formatos (como las historietas) o de reflotar viejos éxitos con la secreta ambición de que la nostalgia permita asegurar por lo menos una base estable de espectadores (como, en un caso reciente, con la muy buena Comando especial). El cajón de las ideas usadas y polvorientas está llegando a su fondo cuando en las pantallas de nuestros cines se proyecta una película inspirada en Batalla Naval, ese viejo pasatiempo que de chicos supimos jugar en la versión “juego de mesa” Hasbro o simplemente con un par de hojas de papel. Pero como hoy en día quedaría más que anticuado (además de políticamente incorrecto) armar una película con una batalla entre dos flotas enemigas (¿cuál podría ser el enemigo a estas altura de la globalización, ahora que el mercado abarca el mundo entero?), como lo que queremos como público al parecer es que las cosas brillen y chillen cada vez más en pantalla, esta vez la batalla naval es entre barcos y naves espaciales.
De cualquier forma, el origen sería realmente lo de menos (¿cuántas grandes películas han nacido por encargos, por circunstancias fortuitas, pura y simplemente para explotar una moda?) si el resultado se hubiera parecido en algo al cine de verdad. Pero Batalla Naval no parece tener demasiada idea de qué es lo que constituye una película, más allá de una serie infinita de lugares comunes. No hubiera importado de dónde salieron los fondos y las ideas si en Batalla Naval alguien hubiera intentado realmente contar una historia, si alguien se hubiera preocupado en algún momento por los personajes que se hace pasear frente a cámara. Al lado de Batalla Naval, ese otro gigante ridículo de la explotación de otra línea de juguetes que es Transformers parece casi un ejercicio de clasicismo narrativo. Con todo lo inepto que es Michael Bay para narrar una historia, con todo el gusto a saborizante artificial que tienen sus “momentos emotivos”, con toda la hipertrofia que implica su cine liberado ya de toda limitación gracias a las computadoras, por lo menos Bay parece recordar cada tanto (no en la tercera entrega de la saga, pero sí en las dos anteriores) que si atravesamos todo ese estallido audiovisual que nos presenta en bandeja es porque en el medio de todo eso hay personajes que él se tomó el tiempo de presentar. Batalla Naval presenta a sus protagonistas con media pincelada en un prólogo salido del manual del lugar común del cine americano (el protagonista perdedor pero con buen corazón y potencial, el hermano inspirador de nobleza, la chica que cree en él aunque uno no llega a entender nunca muy bien por qué), los cruza con un nacionalismo y un militarismo de lo más básico (sorprendentemente ingenuo y casi contradictorio en una película cargada de un multiculturalismo taaaaan políticamente correcto) y les tira encima unos cuantos extraterrestres. Después es cuestión de ver qué pasa.
Lo que llama mucho la atención son los esfuerzos sobrehumanos que tuvieron que hacer los guionistas para llenar esta historia de una serie de reglas absurdas para que el relato pudiera desarrollarse. Toda ficción construye sus propias reglas, pero si en Batalla Naval las sentimos tan absurdas es porque no responden a una lógica narrativa sólida, a un universo coherente y autónomo, sino que parecen seguir un plan previo que se debe cumplir a como dé lugar. Vamos con algunas de estas reglas. ¿Por qué estos extraterrestres malvados que matan tan fácilmente y son tan superiores en armamento, que al parecer están planeando una invasión del planeta, nunca llegan a matar a nuestros protagonistas? Si hundieron dos de las tres naves con las que se enfrentan, ¿por qué no hunden la tercera? ¿Por qué, en el momento de luchar cuerpo a cuerpo, los extraterrestres eligen de forma tan cuidadosa a quién matar y a quién no? ¿Por qué las naves extraterrestres, que atravesaron medio universo, saltan por el agua como si fueran delfines? ¿No pueden volar? Los vimos volar. Si pueden tirar un campo de fuerza mágico que las protege del mundo entero, ¿no pueden aplicar ese campo de fuerza a las propias naves? El momento más hermoso en este sentido llega cuando, después de una intricada explicación técnica que justifica todo, llegamos al enfrentamiento entre barcos y naves espaciales en el que, a ciegas, los humanos deben lanzar bombas a sus enemigos basándose en una cuadrilla. I4. Agua. G2. Agua. H7. Agua. F3. Hundido.
Título: Battleship – Batalla Naval
Título original: Battleship
Dirección: Peter Berg
Intérpretes: Taylor Kitsch, Liam Neeson, Brooklyn Decker, Alexander Skarsgård, Rihanna, Jesse Plemons, Tadanobu Asano
Calificación: Apta para mayores de 13 años
Género: Acción, Sci-fi, Thriller
Duración: 131 minutos
Origen: Estados Unidos
Año de realización: 2012
Distribuidora: UIP
Fecha de estreno: 10/05/2012
Puntaje 3 (tres)
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