Por Juan Alfonso Samaja
La vida personal y profesional de la cantante y compositora Amy Winehouse, que comenzó como cantante de jazz para convertirse en una superestrella mundial de la música ganadora de varios premios Grammy.
Crítica
La película contiene escenas musicales muy efectivas, una fotografía muy lograda de los escenarios londinenses, y unos desempeños actorales de notable factura; la labor de Marisa Abela, en el papel protagónico es realmente admirable.
El relato, en cambio, es bastante deficiente, sobre todo porque carece de un nexo que impulse a los acontecimientos que se van sucediendo; esta función queda a cargo de la pura cronología de los sucesos. El principal defecto que veo en el film es su concepto. Como propuesta documental, se ha decidido sólo mostrar lo ocurrido sin buscar entender, sin sugerir alguna interpretación siquiera de los desafortunados eventos que transcurren como si fuesen accidentes que ocurren sin ninguna explicación.
Uno de los puntos más endebles es el arco narrativo sobre el personaje principal; en la primera escena vemos a una típica muchacha de familia judía, pero dos escenas más tarde, y casi sin solución de continuidad, la muchacha amorosa de la primera escena manifiesta una metamorfosis inexplicable de su personalidad, más cercana a una versión contemporánea de Nina Simone, que a la adolescente candorosa y romántica del inicio. Asimismo, aparecen algunas desprolijidades en relación a los personajes secundarios: por ejemplo, el personaje de la madre está sumamente desdibujado. En las primeras escenas, Amy le pide al padre que entre a la casa a ver a la madre, y hace referencia muy por arriba a una situación de salud aparentemente significativa, pero nada se nos dice al respecto. (Por los documentales preexistentes sabemos que se trata de una Esclerosis múltiple, que se le dispara a la madre en paralelo al estrellato de la hija). También queda desdibujado el contexto afectivo de las amigas, supuestamente tan importante en la vida de la cantante; quedando reducido todo el vínculo a una imagen suelta y salida un poco de la nada donde aparece la amiga luego de que Amy sale del baño habiendo vomitado. Una amiga con la cual ha estado conviviendo desde la adolescencia, pero que en toda la película no vuelve a aparecer, quedando limitada su participación a esta única toma. ¿Quién es la amiga? ¿Cómo es esa relación? Nada de ello se menciona.
Cuando mencionamos la carencia de un principio interpretativo de los acontecimientos, no estoy pretendiendo que se señale a un culpable de la muerte de la cantante. Es evidente que buscar un único chivo expiatorio (como hace el documental del 2015, donde el padre es representado como principal factor del desencadenamiento y potenciación de la situación mental de Amy), no es suficiente para construir un nexo orgánico para articular las partes del relato. De hecho, en esta historia hay un personaje (Blake) y un componente (la relación tóxica y autodestructiva con Blake) que parecen encarnar esta misma función; e incluso en el último documental biográfico sobre Amy Whinehouse que ha salido a la luz (Reclaiming Amy, 2021), los padres proponen otro chivo expiatorio más abstracto todavía: la adicción como situación psicológica del personaje. Pero en ninguno de los dos casos aparece una interpretación siquiera verosímil que pueda echar sentido a la personalidad desbordada de la muchacha. La presencia de Blake no explica el carácter y las conductas autodestructivas de la muchacha, pues este vínculo no es un primer término en los trastornos mentales del personaje, y de hecho Amy Whinehouse padece de una severa bulimia desde su adolescencia. Son estas condiciones, y temperamento, que la llevan a querer sacar de sí todo lo que la lastima corporalmente, todo lo que no puede asimilar (la comida, las emociones sentimentales); son estas circunstancias, que llevan a la artista a un retorno constante a la oscuridad las que necesitaban interpretarse para ofrecer una imagen de la artista, y no una mera secuencia de los eventos que ya se conocen.
Mostrar una mera secuencia de eventos de la vida trágica de una artista, sin intentar transformar esos eventos en algo más que la exposición, es caer en una actitud morbosa y voyeurista. Si la película no quería o no tenía elementos para intentar transformar estos eventos en un concepto plausible y verosímil de su personalidad, mejor hubiese hecho en relatar las vicisitudes de su carrera, sin poner el acento en una vida personal, que luego se escamotea permanentemente.
Título: Back to Black.
Título original: Idem.
Dirección: Sam Taylor-Johnson.
Intérpretes: Marisa Abela, Jack O’Connell, Eddie Marsan, Lesley Manville, Juliet Cowan, Ryan O’Doherty, Sam Buchanan y Dywayne Thomas.
Género: Biopic, Drama, Música.
Calificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 122 minutos.
Origen: Reino Unido/ EE.UU.
Año de realización: 2024.
Distribuidora: UIP.
Fecha de estreno: 11/04/2024.
Puntaje: 6 (seis)