Del miércoles 17 al domingo 28 de julio se llevará a cabo en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530) un ciclo denominado Grandes clásicos del cine soviético. El mismo está integrado por nueve títulos clásicos producidos por los estudios Mosfilm a lo largo de diez décadas de existencia, con films de directores de la talla de Serguei Eisenstein, Andrei Tarkovsky, Akira Kurosawa y Nikita Mikhalkov, en copias restauradas, e incluye la exhibición del largometraje de 2023 La Moscú clandestina, dirigido por Karén Shakhnazárov, actual director general de los estudios Mosfilm. El ciclo está organizado por el Complejo Teatral de Buenos Aires, dependiente del Ministerio de Cultura de la Ciudad, junto con Fundación Cinemateca Argentina y Mosfilm, y el auspicio del programa radial Pax Russika.
En 2024 los estudios Mosfilm, que en tiempos de la Unión Soviética fueron el principal pilar de la industria cinematográfica, cumplen cien años. El hecho es especialmente significativo porque los estudios Mosfilm fueron testigos de la historia del cine soviético prácticamente desde sus inicios. Hoy, diez décadas después de su creación, los estudios siguen trabajando de una forma diferente, volcados sobre todo hacia la televisión, pero han conseguido adaptarse a los nuevos tiempos y, en buena medida, superar los desafíos tecnológicos.
Mosfilm surge de dos productoras que trabajaban en el cine ruso en la segunda década del siglo XX, la de Alexander Janzhonkov, uno de los pioneros en el terreno del largometraje, y la de I. N. Yermolev. Cuando en 1919 el cine es nacionalizado, estas dos productoras pasan a manos del Estado y, al crearse en 1922 Goskino (el Instituto Soviético del Cine), se convierten respectivamente en la primera y segunda empresa más importantes, que se unen al año siguiente en un solo estudio, inaugurado con la realización de En las alas, de Boris Mikhin, estrenada en enero de 1914. A partir de 1935, la productora comienza a llamarse Mosfilm y en 1947 aparece su emblema característico e inconfundible: la estatua giratoria de la campesina con la hoz y el obrero con el martillo.
Desde su creación, Mosfilm ha estado ligada a una cantidad enorme de películas –más de 2.500– que van desde los clásicos de la vanguardia soviética de los años veinte, como El acorazado Potemkin de Sergei Eisenstein, Tres en un sofá de Abram Romm, Tempestad sobre Asia de Vsevolod Pudovkin o Arsenal de Alexander Dovshenko, hasta las películas de Andrei Tarkovsky (La infancia de Iván, El espejo, Stalker, Solaris) y los hermanos Nikita Mikhalkov (Sin testigos) y Andrei Mikhalkov-Konchalovsky (El tío Vania, Siberiada).
La agenda completa del ciclo es la siguiente:
Miércoles 17
Alejandro Nevski (Alexandr Nevski; URSS, 1938)
Dirección: Serguei Eisenstein
Con Nikolai Cherkasov, Nikolai Ojlopkov
Todo un hito en la evolución del cine sonoro, por su revolucionario montaje audiovisual. Alejandro Nevski presenta novedades importantes en relación con la obra anterior de Eisenstein. Sin abandonar por completo su clásica concepción coral, Eisenstein centró sin embargo su película en la exaltación de este héroe nacional del siglo XIII, que logró la unidad de su pueblo y batió a los Caballeros Teutones. A las puertas de la Segunda Guerra Mundial, el film pudo leerse como una advertencia a Hitler, que sufrió las consecuencias de no prestarle atención.
“Con Alejandro Nevski, Eisenstein concluyó diez años de improductividad creadora, en el curso de los cuales elaboró su revolucionaria teoría del montaje audiovisual, entendido como conjunción, conflicto o contrapunto de dos elementos de naturaleza distinta: la imagen y el sonido. (…) Tan extremado intelectualismo se aplicó también al montaje audiovisual, buscando Eisenstein una exacta correspondencia paralela entre las fluctuaciones de la línea melódica de Prokofiev y el grafismo de sus encuadres” (Román Gubern, Historia del cine)
A las 15 y 21 horas (112’; DCP)
La balada del soldado (Ballada o soldate; URSS, 1959)
Dirección: Grigori Chukhray
Con Vladimir Ivashov, Zhanna Prokhorenko, Antonina Maksimova
En plena Segunda Guerra Mundial, el joven Alyosha, un soldado de apenas diecinueve años, gana una medalla como recompensa por su heroísmo en el frente de batalla. En lugar de la condecoración, Alyosha pide unos días de permiso para poder visitar a su madre. De camino a casa, conocerá a una chica de la que se enamorará.
“En esa línea de renovación del cine soviético, esta Balada del soldado se inscribe con la fuerza de algunas escenas memorables, nacidas no sólo de una comprensión sino, aún más, de un fuerte sentimiento sobre el amor, el destino, la separación, la muerte. Que un artista de esta sinceridad pueda surgir en el cine ruso de hoy, sobre las fórmulas y las limitaciones que han sido habituales, es ante todo un hecho auspicioso para esa industria, que nunca obtuvo en todos sus años de arte ultra dirigido el apogeo que hoy obtiene cuando permite un cine con sello personal. El material de Grigori Chukhray surge, como el de John Ford, de una atención a las emociones esenciales: el amor por una mujer o por la madre, la amistad y el compañerismo, la idea intolerable de una separación, la comprensión de algo efímero que se destroza para siempre. Y el lenguaje cinematográfico, como el de Ford, es también simple e intenso: un hecho que se establece, una admisión silenciosa de sus consecuencias, una mirada de comprensión, una imagen que perdura durante algunos segundos, algo que se ve ir y que no volverá”. (Homero Alsina Thevenet, Obras incompletas Tomo II-B)
“La balada del soldado es una de las creaciones más recordadas de ese breve período de liberalización de la censura, un film que –junto a otros, como Pasaron las grullas, de Kalatozov– supieron reinventar el realismo socialista y el cine bélico tan en boga en los años de posguerra, pintando con varias capas de humanismo un género adicto a los heroísmos de bronce”. (Diego Brodersen, Página/12)
A las 18 horas (89’; DCP)
Jueves 18
Algunos días de la vida de I. Oblomov (Neskolko dney iz zhizni I.I. Oblomova; URSS, 1980)
Dirección: Nikita Mikhalkov
Con Oleg Tabakov, Yuri Bogatyryov, Andrei Popov
En el Siglo XIX, cuando la nobleza rusa vivía ociosa y aburrida sin encontrar su lugar en el mundo, Oblomov conoce de pronto un extraño renacer que brevemente le hace creer en la posibilidad de otra clase de vida, en la confianza y el amor.
“En Algunos días de la vida de I. Oblomov, el cineasta Nikita Mikhalkov adaptó una de las novelas más famosas de la literatura rusa: Oblomov, de Iván Goncharov (1812-1891), que, publicada en 1859, inmediatamente tuvo gran éxito. Los críticos empezaron a utilizar el término oblomovismo, que después se enraizó en el idioma ruso, para designar el fenómeno de la pasividad, inercia, la indiferencia de un hombre, la incapacidad de afrontar la vida con todos sus sinsabores y desgracias. (…) Lenin utilizó varias veces la figura de Oblomov en sus escritos, quejándose de que aunque en Rusia ya habían surgido tres revoluciones, aún los Oblomov se encontraban en abundancia. A la figura de Oblomov en la novela se contrapone la de su amigo, Stolz, de origen alemán, un hombre activo, emprendedor y enérgico. Aunque sin imaginación ni inspiración intuitiva –rasgos que Oblomov posee en abundancia–, Stolz es honesto, sólido y calculador. El cineasta Nikita Mikhalkov propone en esta película una nueva versión de la célebre novela. En una entrevista, Mikhalkov expresó que él no quería mostrar los peligros del oblomovismo, sino los del stolzevismo, del pragmatismo seco e inhumano que aniquila el espíritu del hombre. La interpretación clásica de la novela ya era obsoleta, según Mikhalkov, y en la situación social de nuestros días se debían ver sus conflictos con otra óptica. La película, con excelentes actores, muy bella e intimista, provocaría infinidad de discusiones entre la crítica soviética”. (Zoia Barash, El cine soviético del principio al fin).
A las 14.30 y 20.30 horas (143′; DCP)
El pálido sol del desierto (Beloe solntse pustyni; URSS, 1969)
Dirección: Vladimir Motyl
Con Anatoliy Kuznetsov, Spartak Mishulin, Kakhi Kavsadze
El pálido sol del desierto reconfigura la épica del western en la piel de un soldado ruso que –como un veterano pistolero del Lejano Oeste– debe enfrentarse sin ayuda a un grupo rebelde islamista que acecha un fuerte fronterizo y liberar un harén de mujeres capturadas. Estrafalaria, compleja y surrealista, la película destila humor popular soviético. Algunas de sus irónicas frases acabaron formando parte del idioma ruso cotidiano.
“La sorprendente El pálido sol del desierto abreva en las fuentes del spaghetti western para encarar un relato de aventuras irónico y minimalista (hasta el explosivo final) en las más alejadas tierras del subcontinente soviético, en algún momento de los años 20. En una de las escenas del film de Moytl, rodado en colores casi fluorescentes, un grupo de mujeres musulmanas, recientemente liberadas de un harén, se quitan sus burkas justo debajo de un enorme cartel que reza ‘Abajo con los prejuicios. La mujer también es un ser humano’”. (Diego Brodersen, Página/12).
A las 18 horas (85′; DCP)
Viernes 19
Moscú no cree en lágrimas (Moskva slezam ne verit; URSS, 1980)
Dirección: Vladimir Menshov
Con Vera Alentova, Irina Muravyova, Aleksey Batalov
Segundo largometraje dirigido por el popular actor de carácter Vladimir Menshov, Moscú no cree en lágrimas registra las relaciones interpersonales en la Unión Soviética a través de tres amigas: la frívola pretende casarse con un hombre rico y sólo logra un matrimonio fracasado; la sencilla se convierte en madre de familia; la tercera, madre soltera, no logra ingresar en la universidad pero alcanza un puesto directivo en una gran empresa. El film obtuvo el Oscar a la Mejor Película Extranjera en 1981.
A las 14.30 y 20.30 horas (142′; DCP).
Pasaron las grullas (Letyat zhuravli; URSS, 1957)
Dirección: Mikhail Kalatozov
Con Tatyana Samojlova, Aleksey Batalov, Vasili Merkuryev
Ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes, Pasaron las grullas cuenta la historia de Veronika y Boris, dos enamorados que se ven obligados a separarse cuando estalla la Segunda Guerra Mundial. Boris es reclutado como soldado para ir al frente a combatir; Veronika permanece en Moscú con sus padres mientras la ciudad es bombardeada.
“En 1957 Mikhail Kalatozov filma una de las películas emblemáticas del cine soviético, Pasaron las grullas, adaptación de la famosa obra Eternamente vivos, del dramaturgo Victor Rozov y que se puso en escena en casi todos los teatros del país. La audaz cámara del genial director de fotografía Serguei Urusevsky –que ya había trabajado con Kalatozov en El primer convoy (1955)– impresionó a los críticos y al público. La película, con un éxito increíble, se estrenó en los cinco continentes, siempre ovacionada y con críticas elogiosas y emocionantes. Después de las películas de los años cuarenta y cincuenta, donde se mostraban grandes estrategas y mariscales ganadores de la guerra, luego de la muerte de Stalin, el cine se dirigió a la gente común para mostrar sus sacrificios y sufrimientos”. (Zoia Barash, El cine soviético del principio al fin).
A las 18 horas (97’; DCP)
Sábado 20
Andrei Rublev (URSS, 1966)
Dirección: Andrei Tarkovsky
Con Anatoliy Solonitsyn, Ivan Lapikov, Nikolay Grinko
El monje ruso Andrei Rublev fue el gran pintor de íconos religiosos del siglo XV. Al tiempo que se volvía más popular, más dudaba de sí mismo. Testigo de terribles atrocidades, terminaría perdiendo la fe en el ser humano. El artista es la época que le ha tocado vivir, porque el arte trascendente e inmortal nace del conflicto entre el hombre y su destino.
“Incomparable en muchos sentidos, enormemente influyente, la segunda película de Tarkovski recrea cierta cosmovisión medieval a partir de la vida y obra del más famoso pintor de iconos religiosos de Rusia. A su vez, el film es un expresivo, poético y violento retrato colectivo a partir del tamiz personal del protagonista, transformado (transfigurado) a partir de sus experiencias de vida, que lo van alejando de un férreo dogmatismo para acercarlo a una existencia espiritual de otro orden. Restaurada recientemente, esta versión de Andrei Rublev corresponde al tercer y último corte realizado por el cineasta (de 183 minutos de duración), luego de un complejo proceso de montaje y algún que otro chisporroteo con la censura, que sólo autorizó la exhibición de la película en territorio soviético en 1971, a cinco años de su rodaje y dos años después de una única proyección en el Festival de Cannes”. (Diego Brodersen, Página/12).
“Por un lado, Andrei Rublev de Tarkovsky está fundada en el conflicto entre la austeridad del cristianismo y la sensualidad del paganismo, ya sea eslavo o tártaro. Por el otro, el film pone al artista en el contexto del mecenazgo estatal y la represión. (…) Ninguna otra película le ha adjudicado una mayor significancia al rol del artista. Es como si la presencia de Rublev justificara la creación”. (J. Hoberman).
A las 16.30 horas (183’; DCP)
Venga y vea (Idi i smotri; URSS, 1985)
Dirección: Elem Klimov
Con Alekséi Krávchenko, Olga Mironova, Liubomiras Laucevicius
Producida para celebrar el cuarenta aniversario de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial, Venga y vea relata, a través de los ojos de un niño progresivamente endurecido por el sufrimiento, la matanza sistemática de los habitantes de las aldeas bielorrusas a manos de los nazis.
“Ganadora del primer premio en el Festival de Moscú, Venga y vea se revela como una obra devastadora, de una apabullante fuerza expresiva, como hacía mucho no se veía en el cine soviético. Klimov y su guionista Aleksandr Adamovic inician la acción en Bielorrusia (la frontera con Polonia) hacia 1943. Las tropas nazis avanzan sobre territorio soviético y el niño Fliora se une a la resistencia con un fusil que le arrebató a un muerto en un olvidado campo de batalla. Atrás queda su aldea, su madre, sus pequeñas hermanas. En el campamento guerrillero lo esperan la música y la alegría de los que luchan por la libertad. Esa felicidad, sin embargo, será muy fugaz. La guerra no tardará en revelarle su rostro más atroz. Utilizando prolongadísimos planos-secuencia, con una cámara en mano siempre en movimiento, Klimov consigue sumergirse en la vorágine de muerte y terror que rodea a Fliora y también a Glasha, la bellísima compañera del comandante soviético. (…) Klimov no alcanza la poesía, el vuelo espiritual de Tarkovski. Su concepción del cine se apoya menos en lo espiritual y más en lo ideológico. En su excelente largometraje anterior, Rasputín, agonía de un imperio (1981) el monje diabólico se presentaba como un claro producto de la crisis social de su época; en Venga y vea, Fliora presencia la masacre de todo un pueblo (hombres, mujeres, ancianos y niños) a manos de los nazis. Y su mirada será feroz, iracunda. Esa mirada sin concesiones de un niño es, también, la mirada inclemente de Elem Klimov, un cineasta mayor”. (Luciano Monteagudo, La Razón. Junio 1987).
A las 20.30 horas (142′; DCP).
Domingo 21
Dersu Uzala (URSS/Japón, 1975)
Dirección: Akira Kurosawa
Con Yuriy Solomin, Maksim Munzuk, Mikhail Bychkov
Dersu Uzala, un cazador solitario que vive en comunión con su entorno, es integrado a un pelotón militar para colaborar con sus dotes de tirador y rastreador, pero al mismo tiempo les enseñará su amor a la naturaleza que los rodea. Más allá de su aparente formato de film de aventuras, el film describe la relación entre un explorador, científico e intelectual y el alma nómada, desprendida, responsable y solidaria del cazador. Crónica dolida de la pérdida de un mundo ancestral, con Dersu Uzala el gran cineasta japonés Akira Kurosawa logró su sueño de llevar al cine las exploraciones del geógrafo ruso Vladímir Arséniev. Ganadora del Oscar a Mejor Película Extranjera, Dersu Uzala posibilitó el renacimiento de la filmografía de su autor luego de un período de depresión personal y crisis creativa.
“El cine de Kurosawa siempre fue capaz de hablar de la vida y de la muerte con la misma naturalidad, con la misma sabiduría, dirigiéndose siempre a lo esencial. ‘Amo los veranos tórridos, los inviernos gélidos, las lluvias torrenciales’, declaró alguna vez Kurosawa. ‘Amo todos los extremos, que afloran casi siempre en mis films’. El humanismo a ultranza de Kurosawa pocas veces tuvo una expresión mejor que en la conmovedora Dersu Uzala, donde a través de su protagonista el director se preguntaba por la armonía del mundo”. (Luciano Monteagudo, Página/12).
A las 14.30 y 20.30 horas (144′; DCP)
Pasaron las grullas (Letyat zhuravli; URSS, 1957)
Dirección: Mikhail Kalatozov.
Con Tatyana Samojlova, Aleksey Batalov, Vasili Merkuryev.
A las 18 horas (97’; DCP).
Martes 23
La Moscú clandestina (Khitokvka, znak chetyrokh; Rusia, 2023)
Dirección: Karén Shakhnazárov
Con Konstantin Kryukov, Mikhail Porechenkov, Anfisa Chernykh
Adaptación libre de la novela “El signo de los cuatro” de Arthur Conan Doyle, La Moscú clandestina está ambientada en 1902, cuando el director teatral Konstantin Stanislavsky busca inspiración para montar una nueva obra. Adentrándose en los barrios marginales de la ciudad, Stanislavsky terminará involucrándose en la investigación de un asesinato.
“Karén Shakhnazárov es un cineasta que pertenece a una generación posterior a la de Mikhalkov y que comenzó a rodar sus primeros proyectos a mediados de los años 70. Es un hombre de mucha cultura musical y, de hecho, dirigió dos musicales en los 80. Su largometraje El tigre blanco (2012) es una suerte de homenaje a los combatientes soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial, pero muy diferente a lo que suele esperarse de ese tipo de proyectos. (…) Por otro lado, Shajnazarov adquirió mucha importancia luego de la caída de la Unión Soviética, porque fue una de las personas que se hizo cargo de Mosfilm, que luego de la caída del régimen comunista estaba en bancarrota e iba a tener el mismo destino que Cinecittà en Italia: transformarse en un parque de diversiones. Afortunadamente, esa tarea incluyó cuidar el acervo de cerca de 2500 títulos producidos por Mosfilm a lo largo de su rica historia”. (Silvana Jarmoluk, entrevista publicada en Página/12)
A las 14.30 y 20.30 horas (129′; DCP).
Alejandro Nevski (Alexandr Nevski; URSS, 1938)
Dirección: Serguei Eisenstein
Con Nikolai Cherkasov, Nikolai Ojlopkov
A las 17.30 horas (112’; DCP)
Miércoles 24
La balada del soldado (Ballada o soldate; URSS, 1959)
Dirección: Grigori Chukhray
Con Vladimir Ivashov, Zhanna Prokhorenko, Antonina Maksimova
A las 15 y 21 horas (89’; DCP)
Algunos días de la vida de I. Oblomov (Neskolko dney iz zhizni I.I. Oblomova; URSS, 1980)
Dirección: Nikita Mikhalkov
Con Oleg Tabakov, Yuri Bogatyryov, Andrei Popov
A las 17.30 horas (143′; DCP)
Jueves 25
El pálido sol del desierto (Beloe solntse pustyni; URSS, 1969)
Dirección: Vladimir Motyl
Con Anatoliy Kuznetsov, Spartak Mishulin, Kakhi Kavsadze
A las 15 horas (85’; DCP)
Moscú no cree en lágrimas (Moskva slezam ne verit; URSS, 1980)
Dirección: Vladimir Menshov
Con Vera Alentova, Irina Muravyova, Aleksey Batalov
A las 17 horas (142′; DCP)
Viernes 26
Venga y vea (Idi i smotri; URSS, 1985)
Dirección: Elem Klimov
Con lexei Kravchenko, Olga Mironova, Liubomiras Laucevicius
A las 16.30 horas (142′; DCP)
Andrei Rublev (URSS, 1966)
Dirección: Andrei Tarkovsky
Con Anatoliy Solonitsyn, Ivan Lapikov, Nikolay Grinko
A las 20 horas (183’; DCP)
Sábado 27
Pasaron las grullas (Letyat zhuravli; URSS, 1957)
Dirección: Mikhail Kalatozov
Con Tatyana Samojlova, Aleksey Batalov, Vasili Merkuryev
A las 14.30 horas (97’; DCP)
Dersu Uzala (URSS/Japón, 1975)
Dirección: Akira Kurosawa
Con Yuriy Solomin, Maksim Munzuk, Mikhail Bychkov
A las 20.30 horas (144′; DCP)
Domingo 28
Andrei Rublev (URSS, 1966)
Dirección: Andrei Tarkovsky
Con Anatoliy Solonitsyn, Ivan Lapikov, Nikolay Grinko
A las 16.30 horas (183’; DCP)
Venga y vea (Idi i smotri; URSS, 1985)
Dirección: Elem Klimov
Con lexei Kravchenko, Olga Mironova, Liubomiras Laucevicius
A las 20.30 horas (142′; DCP)