Por Francisco Nieto, corresponsal de Nueva Tribuna España
Antes del documental en sí la plataforma Disney+ ha tenido a bien incluir una breve entrevista previa grabada en la actualidad en la que el director neozelandés Peter Jackson, quien se pusiera detrás de las cámaras hace cuatro años en la mastodóntica serie The Beatles: Get Back y se ha encargado de la restauración de Let it be, pregunta al director del documental Michael Lindsay –Hogg sobre varios aspectos de la producción original. Muy mal recibida en su día, pero reivindicada con el paso de los años, se trata de un auténtico hallazgo que no debería pasar desapercibido para nadie. Creo que esta mirada sincera al atribulado mundo de los últimos Beatles es un buen relato de por qué la mayor fuerza musical del mundo acabó por separarse. No se la recomendaría fácilmente a un oyente “casual” del grupo, y ciertamente no se la sugeriría a los “no fans” despistados. Pero para el seguidor de los Fab Four serio, entre los que me encuentro, es pura fascinación, y su escasa hora y veinte minutos de duración se pasa volando.
La recepción del documental cuando se estrenó en abril de 1970 (aunque ya estaba lista para proyectarse en octubre/noviembre de 1969) fue nefasta. El director comenta que el estreno tuvo lugar un mes después de que el grupo anunciara su separación definitiva. Eso, y la estructura intrínseca de la obra filmada que no es para nada condescendiente con el espectador medio, resultó en un rechazo total que lo condenó al ostracismo (Hogg lo define como que “no recibió un trato justo”). Y es que cualquiera acostumbrado a la narrativa propia de una producción cinematográfica se quedaría atónito cuando viera que aquí solo se trata de ir engarzando ensayos con sus idas y venidas a los estudios cinematográficos de Twickenham de Londres, sin apenas diálogos y por supuesto sin una trama que seguir. Algo que para la época en la que se filmó seguramente supuso un reto revolucionario.
En ese momento no se supo apreciar la valía de ver a artistas de esa talla trabajando juntos y componiendo canciones que después serían auténticos clásicos. Asistir al proceso de creación de esas melodías, con sus aciertos y errores y sus conflictos a la hora de decidir que es lo mejor o peor en cada partitura es un auténtico regalo. En este aspecto se podría comparar con otro documental actual de la plataforma titulado La música de John Williams donde el afamado director de bandas sonoras despliega todo su arsenal de técnicas y nos explica sus métodos de trabajo. ¡Más documentales como estos, por favor!
En algunas escenas aún se puede observar como Paul McCartney era el único Beatle en ese momento que estaba interesado en tratar de mantener la banda unida; George Harrison estaba demasiado ocupado hartándose de que Paul le dijera cómo tocar su propia guitarra; Ringo Starr estaba aletargado y resignado a ser el solemne baterista de fondo; y John Lennon estaba tan enamorado de Yoko Ono que no le importaba lo que estuvieran haciendo los otros tres de todos modos. Ver a Yoko con el marcaje impecable a su novio es digno de comentar. Y si al menos aportar algo, pero allí está sentada a escasos centrímetros de su pareja como si fuera el quinto Beatle y los demás miembros del grupo aguantando mecha para no molestar a John. Así que es esta cruda realidad que se cuela en el mundo, una vez mágico de las sesiones de grabación de los Beatles lo que resulta algo tenso e incómodo de ver aquí. Pero no se puede negar que todo es franco, directo y muy bien capturado, como esas visitas familiares mientras tocan en las que todo es paz, complicidad, armonía y buen rollo.
Existen instantes sublimes para ver una y otra vez sin cansarse, como cuando invitan al músico estadounidense Billy Preston (este sí que podría llegar a ser considerado como el quinto Beatle) a una sesión de improvisación, por ejemplo, todo parece volver a ser diversión y juegos entre los componentes del cuarteto. Se les nota cómodos y con ganas de fraguar buenas canciones. Lo cierto es que hay que hilar muy fino para encontrar algún momento de tensión que anticipe lo que después ocurrió, aunque si lo pensamos un poco el único que parece llevar la voz cantante y preocuparse de todo y de todos parece ser Paul, quien claramente está dando lo mejor de sí mientras los demás esperan lo que a la postre sería inevitable. McCartney es un populista acérrimo, ansioso por darle a la gente lo que quiere, mientras que Lennon (con Yoko Ono siempre a su lado) ya ha pasado a una fase más experimental en su vida creativa. Suponemos que no se llega a notar tanto esa antipatía mutua debido a que los hacedores de tan estimable trabajo tuvieron que transigir con la visión de los protagonistas, e igual alguna que otra escena incómoda quedó fuera del montaje final.
Y después de una hora de playlist continua con pequeños injertos de conversaciones y cierta cotidianeidad con la visita a los ensayos de los familiares de la banda nos llega la sorpresa final, esa que eleva el producto a su punto más álgido y le alegra a uno el corazón. A mediodía del 30 de enero de 1969 comenzaba el llamado Concierto de la terraza. Allí se encaramaron los fenómenos en su mejor momento, tocando buena música juntos y divirtiéndose mucho una última vez como unidad, casi a pesar de ellos mismos. Al principio vemos como no hay casi público, pero de manera paulatina y ante la incredulidad de los viandantes, la cosa se puso interesante e incluso tuvo que acabar interviniendo las fuerzas del orden público.
Así pues, Let It Be es una mirada un tanto amarga al pasado de las últimas brasas de la banda más querida del mundo, pero tiene sus momentos, ver a la banda llegar por separado a la sede de Apple Corp o algunas entrevistas de vox-pop con viejos cascarrabias al azar que parecen notablemente bien dispuestos a una banda plagada de autocomplacencia.
Por supuesto, incluso con todos sus problemas, siempre nos quedará su música. Canciones clásicas como “Two of Us”, “I’ve Got a Feeling”, “Don’t Let Me Down”, “The Long and Winding Road”, “Get Back” y la melodía del título en sí siempre están ahí para hacernos sentir bien. Aquí suenan de maravilla. Y este documento es pura delicia para incondicionales. ¡No os lo perdáis!
Título: Let it be.
Título original: Idem.
Dirección: Michael Lindsay-Hogg.
Intérpretes: John Lennon, Paul McCartney, George Harrison, Ringo Starr, Yoko Ono, Linda McCartney.
Género: Documental, Música.
Calificación: Apta para mayores de 13 años.
Duración: 88 minutos.
Origen: Reino Unido.
Año de realización: 1970.
Plataforma: Disney+.
Fecha de estreno: 08/05/2024.
Puntaje: 8 (ocho)