Por Francisco Nieto, corresponsal en España
En ocasiones es mucho mejor no leer mucho sobre una película ni antes ni después de verla. Se pueden contar a decenas los tráilers que destripan contenido e incluso que no se cortan en mostrar spoilers que acaben por arruinar la poca chicha que podría tener la función, y qué decir de los comentarios in situ de aquellos que están viendo la película y tuitean desde dentro mismo de la sala para ser los primeros en formarse e informar de su opinión A todos ellos hay que sumar las críticas a posteriori, normalmente las más peligrosas para quien las lee, pues se supone que quien las firma ya ha tenido tiempo más que suficiente para haber efectuado un juicio de valor lo suficientemente válido para decidir la conveniencia o no de ir a verla.
Todo esto lo comento porque cuando me dispongo a visionar Estado Eléctrico en Netflix la mayoría de los que ya la han visto la han puesto a la altura del betún, o dicho de forma más académica, la han vilipendiado hasta el infinito y más allá. Tan solo hay que fijarse en la media de valoraciones de Metacritic, con una media de menos de tres puntos sobre diez para la mayoría de los críticos que escriben en medios importantes e influyentes, o el aprobado justo de los usuarios de film affinity, un poco menos agresivos que los profesionales del sector. Así que uno dice: vaya rollo que me voy a tragar, y luego empiezas a verla y resulta que no es tan fiero el lobo como lo pintan. Obra maestra ya les adelantamos que no es, y sus duras y poco más de dos horas acaban por hacerse algo eternas, para que nos vamos a engañar, pero tampoco es tan justo que se la haya despedazado con la saña con la que se ha tenido en tan poca estima.
Para los que no lo sepan esta película se basa en un libro con muy poco texto y muchas ilustraciones de gran formato. Su autor, Simon Stålenhag, es famoso por este y por su anterior trabajo, “Historias del bucle”, trasladado a su vez en pantalla en la poco valorada serie homónima, de Amazon estrenada en 2020 y que fue cancelada después de una primera temporada que obtuvo el respaldo de la crítica pero no así del público general. La cuestión es que los libros de este joven escritor e ilustrador sueco no explican historias en sí, sino que se suelen centrar en dotar de un poco de contexto a sus elaborados y muy originales dibujos mediante mínimos textos que exponen de alguna manera los distintos avatares de los universos creados. El concepto en sí es bastante único y muy evocador, y desde luego no se trata de obras destinadas a ser consumidas por el gran público.
Esta podría ser una primera razón que explicaría el por qué cuesta tanto entrar y situarse en la acción de Estado Eléctrico. El paisaje estereotípico americano trufado de toques retrofuturistas convence al más sibarita, pero no a quien está acostumbrado a una puesta en escena más acomodaticia. Encima se le añade a la propuesta una pátina de imaginería infantil que enfatiza los rasgos más pueriles tanto de los diálogos como de la disección de personajes. Muchos de los robots que aparecen en pantalla están directamente extraídos de mentes de preescolar: patitos de goma gigantes o megaestructuras inventadas a partir de cualquier mueble básico. Del hogar: una mesa, una silla, la nevera… Según el autor este ideario tiene mucho que ver con su falta de conexión con la idea de adultez. En España se pueden encontrar tanto “Historias del Bucle” como “Estado eléctrico” publicados por la editorial Roca Libros. Si tenéis la oportunidad echadles un vistazo porque valen muy mucho la pena.
Todo este imaginario al que hemos hecho referencia se ha trasladado a pie juntillas por los hermanos Russo a las imágenes de Estado Eléctrico. Los directores, un poco de capa caída con la pobre acogida de sus últimos trabajos (Cherry; El hombre gris) tras su éxito incontestable del culmen de las películas del Universo Marvel (Capitán América: Guerra Civil y las dos postreras entregas de los Vengadores), no han dudado en liarse la manta a la cabeza y adentrarse en un territorio que en cuanto a elementos formales tiene mucho de experimental. El problema viene cuando a todo ese continente se le tiene que asociar un contenido que esté a su misma altura. Y ahí es donde viene el fracaso mayúsculo de una película que podría haber cosechado muchos más parabienes si no se le hubiera asignado una narrativa tan plana y falta de enjundia.
Así pues, a pesar de su prometedora premisa y su impactante diseño visual, esta carísima apuesta de la plataforma Netflix flaquea en casi todos los demás aspectos. Con un tono inconsistente, personajes poco desarrollados y un guion confuso, la película lucha por justificar sus más de dos horas de duración. Si bien algunos momentos brillan, principalmente gracias a la estelar voz de Ke Huy Quan y una estética intrigante, la película finalmente se derrumba bajo sus propias ambiciones, resultando en un espectáculo decepcionante y sin vida propia. La profundidad emocional y melancólica que podría haber sido punta de lanza del desarrollo argumental se desaprovecha en pos de la sempiterna peripecia de viaje por carretera preconcebida, con una pareja protagonista y sus robots de compañía que pasan por ser meros arquetipos vistos mil y una veces en pantalla. No podemos conocer el potencial actoral ni de Millie Bobby Brown (completamente desaprovechada) ni de Chris Pratt, encasillado en su rol de macarra simpático siempre disfrutable pero que ya peca un poco de reiterativo.
En definitiva, Estado Eléctrico tenía todos los ingredientes para una aventura de ciencia ficción cautivadora y visualmente impactante: un dúo de directores aclamado, un elenco talentoso y un rico material original lleno de potencial. Desafortunadamente, el resultado final es una película un tanto insulsa e insegura en cuanto a su público objetivo que no está a la altura de su premisa, pero que tampoco es tan catastrófica y desechable como nos lo han querido hacer ver. Es puro espectáculo falto de alma, pero para quienes amamos el cine, porque pensamos que una imagen vale más que mil palabras, su visionado es más que digno, y no una pérdida de tiempo como se ha dicho en más de un sitio.
Título: Estado eléctrico. Título original: The Electric State.
Dirección: Anthony Russo & Joe Russo. Intérpretes: Millie Bobby Brown, Chris Pratt, Ke Huy Quan, Jason Alexander, Woody Harrelson, Anthony Mackie, Brian Cox, Stanley Tucci y Giancarlo Esposito.
Género: Basada en libro, Ciencia ficción, Acción, Aventuras.
Calificación: Apta mayores de 13 años. Duración: 128 minutos.
Origen: EE.UU. Año de realización: 2025. Plataforma: Netflix. Fecha de estreno: 14/03/2025.
Puntaje: 5 (cinco)