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jueves, 21 noviembre 2024
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Destino final 2: Ironías de la muerte

Por Juan Blanco

Sé que tengo que comenzar a escribir esta nota en algún momento, pero me da miedo tocar el teclado. El asunto es que después de ver Destino Final 2, de hecho, hasta me da miedo respirar demasiado fuerte, porque me quedó la impresión de que hasta la misma bocanada de aire que exhalo se me puede volver en contra sin que llegue a advertirlo, y zas!: estoy muerto. Bueno, ahí vamos…

Se trata de la segunda parte de aquella pequeña joyita de terror adolescente, donde el asesino con cuchillo cambiaba por la mismísima muerte omnipresente que acechaba en todos lados. Pero es distinta, más osada, más consciente de sus raíces, al punto de poder tomarles el pelo pero con una calidad admirable. La primer Destino Final dejaba al espectador hecho un aerofóbico y con un horrible gustito paranoico en la boca, pero ahí quedaba. Su continuación realmente asusta, y convierte al pobre sometido que yace pétreo en la butaca en un total paranoico con matrícula, cuando según la suerte y la lógica reiterativa de una secuela, la cosa prometía cualquier delirio menos la astucia que presenta.

Destino Final 2 hace de lo cotidiano el peor enemigo del ser humano; transforma hasta el más mínimo detalle material en objetos amenazantes y portadores del mayor de los suspensos posibles; y para colmo se deleita multiplicando las consecuencias de cada desastre hasta dar asco. Se trata de un engendro de horror, más que de terror, heredero de Hitchcock, de Buster Keaton y, por supuesto, de Herschell Gordon Lewis (el papá del gore). Hace del suspenso el más irónico de los deportes, del terror el más negro de los humores, y del gore una fiesta que divierte horrores.

De la primera se salvó sólo uno: la chica antes castaña y ahora rubia, que se encuentra encerrada voluntariamente en un hospital psiquiátrico, aunque no por mucho tiempo. Pero la premonición que en la original hacía que Alex engañara a la muerte, ahora se le concede a una chica nueva, exactamente un año después de aquella primera tragedia. En lugar de volar por las nubes ahora el accidente pisa el asfalto, donde un grupo de jóvenes con “suerte” burlarán a la parca para después tomar conciencia de algo inevitable: en la vida y en la muerte no existen los accidentes, sino un plan maestro que lo conecta todo y del que es casi imposible escaparse. Por ello todos perecerán, más tarde pero seguro, de las maneras más divertidamente truculentas y sofisticadas posibles. Porque la muerte es sádica; disfruta de su trabajo y le fascina el estrellato.

Destino Final 2 va más allá del terror. Es una sátira del género y a la vez una parodia de la idea original. Incluso va más allá de la mera diversión hasta llegar a consolidar un verdadero entretenimiento, medio macabro pero al fin. Las coreografías para cada muerte son impecables, el timing con que se suceden es casi inconcebible, y la audacia con que se desproporciona la convierte en lo más revelador que supo ofrecer el género desde la trilogía de Scream (especialmente de la segunda). Acuérdense de Tony Todd (el morocho de Candyman), que en la primera cameaba como todo un ícono del terror, porque en esta hace de nuevo lo mismo, pero ahora regala un pequeño gesto adicional que antes faltaba (el mejor chiste de la película), y que encierra el sentido absoluto de esta secuela. Bueno, terminé de tipear, y aún sigo vivo…

Título: Destino final 2.
Título Original: Final Destination 2.
Dirección: David R. Ellis.
Intérpretes: Ali Larter, A.J. Cook, Michael Landes, Jonathan Cherry, Sarah Carter, Lynda Boyd, Keegan Connor Tracy, T.C. Carson, David Paetkau, James Kirk, Tony Todd.
Género: Terror, Thriller, Secuela.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 90 minutos.
Origen: EE.UU./ Canadá
Año de realización: 2003.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha de Estreno: 10/04/2003.

Puntaje: 8 (ocho)

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