Por Juan Blanco
Audition, del prolífico japonés Takashi Miike, es otra de las apuestas orientales a lo anómalo, a lo excesivo, a lo transgresor. Aunque para ellos son simples códigos de representación, sin más, el resto del mundo se escandaliza por tan poco que hasta resulta lógico considerar a Miike, y en particular a Audition, como extraterrestres en el mundo del cine.
En sus exhibiciones en festivales y demás circuitos exclusivos resultó uno de esos casos en los que el gran público se terminó fraccionando en dos partes: una de valientes (que impuso mayoría) y otra que ya no lo era tanto. Esta última, por ende, no terminó de disfrutar (por decirlo de alguna manera) de lo que concluyó como una excéntrica pieza de terror y horror de extrema dureza e intensidad. El resto, llámense entonces valientes, masoquistas, estudiantes de medicina o como se prefiera, aguantó entre tapaditas de ojos y una sobregestualidad descomunal, y gracias a eso hoy puede atestiguar sobre la relación “amorosa” entre sus dos protagonistas.
La historia resume la esperanza de un hombre mayor, viudo y con un hijo adolescente, de volver a encontrarse con el amor, gracias a una dócil (ja!) veinteañera a quien conoce a través de una fraudulenta audición para una película ficticia. En Audition todo comienza con un humor sano y aparenta la inocencia de un melodrama familiar, de esos que ya han habido cientos y habrán aún más. Pero las apariencias engañan y este pobre hombre, junto con el público, tarde o temprano descubrirán que la mentira tiene –literalmente- las patas cortas. Poco más puede reseñarse sobre el argumento, pero vale la siguiente aclaración: para aquellos que se hayan aterrado con Kathy Bates en Misery, deberán imaginar que ésta es comparable con Heidi al lado de la “tierna” japonesita cuya gracia (en la ficción) es Asami, cuya profesión es la actuación y cuyo hobbie es, digamos… la amputación y la punción.
Con el usual libre albedrío narrativo de Miike (entre sus destacadas se conocen Dead or alive, The city of lost souls, The happiness of the Katakuris e Ichi the killer), y lejos de cualquier complacencia burda hacia espectador, Audition se erige como un thriller psicológico que oscila entre el onirismo y un realismo descarnado digno del más atroz de los espantos. Con Audition Miike asusta, desconcierta e impacienta al espectador de manera indiscriminada y, como si fueran pocas las emociones ya puestas en juego, se da el lujo de empañar el relato con un macabro sentido del humor. No obstante toda esta mezcolanza, la película mantiene la precisión suficiente para no despertar esas sensaciones en los momentos inadecuados, sino para poder hacerlo en término y poder mixarlas de manera astuta, por consiguiente igual de efectiva.
Sin lugar a dudas, este próspero realizador (ya lleva un total de ocho películas en los últimos cinco años y unas docenas en su corta carrera) sabe de manipulación tanto de las formas de narrar cualquier historia, así como también de esa audiencia cuyos propios estímulos (por una cuestión de identificación) terminan por superar cualquier tipo de voluntad. Audition es un eficiente caso inmersivo que llega a sentirse como una vivencia personal tan fuerte como para desestabilizar, y que pese a los gustos y debilidades no se puede dejar de admirar.
Toda una anomalía dentro del circuito de distribución local, a pesar de estar restringida al Elevage y apenas por unas cortas semanas. Pero peor es nada; no la dejen pasar…
Título: Audition.
Título original: Ôdishon.
Dirección: Takashi Miike.
Intérpretes: Ryo Ishibashi, Eihi Shiina, Tetsu Kuremura y Miyuki Matsuda.
Género: Horror, Thriller.
Calificación: Apta para mayores de 18 años.
Duración: 115 minutos.
Origen: Japón/ Corea del Sur.
Año de realización: 1999.
Distribuidora: Primer Plano.
Fecha de estreno: 26/12/2003.
Puntaje: 9 (nueve)