Por Sergio Dobosz
Centrada la acción en uno de los acontecimientos más importantes del siglo XX vividos en la República Democrática de Alemania, como ser la caída del muro de Berlín y la reunificación de Alemania, el director alemán Wolfgang Becker construyó Good Bye Lenin!, film que humaniza este trascendental proceso histórico a través de la mirada de una familia de Berlín. La película no sólo funciona como alegoría acerca del desconcierto en torno a la repentina apertura de la Alemania Oriental y el súbito ingreso del capitalismo, sino como una demostración de amor signada en el afán de cambiar el mundo para el ser amado.
El argumento que sostiene a Good Bye Lenin! es tan simple como efectivo: una mujer alemana Christiane (Katrin Sass), defensora de la idea socialista, sufre un infarto al ver cómo detienen a su hijo Álex (Daniel Brühl) durante una manifestación a favor de la apertura política de la RDA. Meses después, al despertar del estado del coma, el mundo a su alrededor cambió sustancialmente: el muro ha caído, miles de productos occidentales invaden las calles y las tiendas de Berlín Este, mientras que su hija ha dejado la carrera de ingeniería para trabajar en un Burger King. Convencido de que su amada madre será incapaz de superar tantos cambios, Álex decide ocultarle la verdad, y construye a su alrededor un microcosmos en el que la Alemania socialista sigue estando viva.
El director consigue salpicar a Good Bye Lenin! con situaciones cómicas y otras plagadas de ternura y nostalgia, sin dejar de lado dosis de ironía ya sea para el mundo comunista como al capitalista. Todo el film está construido con mesura, equilibrio, respeto y con una clara idea por matizar a determinados personajes.
En lo que respecta al costado político, es cierto que, bajo el capitalismo, a los alemanes orientales les esperaba la marginación de sus hermanos del Oeste, la precariedad y todos esos lastres de la economía de mercado; a pesar de ello, se les ofreció tener acceso a un automóvil último modelo, a la ropa de última moda, a una buena antena parabólica que sintoniza miles y miles de canales en todos los idiomas, a la libertad y el libre desarrollo del ingenio y, por supuesto, a consumir Coca-Cola. Pero lo más tierno y emotivo de la propuesta de Becker es, sin duda, el reencuentro de hijo y padre, un fugado de la RDA treinta años atrás, como símbolo de confraternización de las dos Alemanias; en definitiva, la reunificación de dos mundos separados en el espacio cósmico.
Claro está que el mensaje final “huele” a cierto alegato en favor del relativismo extremo que, en última instancia y en lo actuales tiempos de escasa esperanza por un mundo mejor, opta por hacerle el juego al sistema hegemónico mundial del hambre: el capitalismo. Como se sabe, consecuencia de la manipulación histórica y de la problemática social, la extrema derecha aumenta en influencia y organización a un ritmo sumamente peligroso por todo lo ancho y largo de la actual Alemania. La reunificación es cada día más cuestionada, a tal punto que lleva a pensar que en realidad no hubo unificación alguna sino una anexión de la pequeña RDA por parte de la Alemania capitalista. Por eso Alex, desde su representación de ese mundo socialista, no dirá jamás adiós a Lenin; más en los tiempos que corren…
Título: Good Bye, Lenin!
Título Original: Idem.
Dirección: Wolfgang Becker.
Intérpretes: Daniel Brühl, Katrin Saß, Chulpan Khamatova, Maria Simon, Jürgen Vogel, Michael Gwisdek, Burghart Klaußner, Alexander Beyer, Florian Lukas, Hanna Schwamborn y Jürgen Holtz.
Género: Comedia, Drama, Romance.
Clasificación: Apta para todo público, con reservas.
Duración: 121 minutos.
Origen: Alemania.
Año de realización: 2003.
Distribuidora: Alfa Films.
Fecha de Estreno: 03/06/2004.
Puntaje: 8 (ocho)