Por Pablo Arahuete
Si nos retrotraemos a los anteriores trabajos del guionista Charlie Kaufman (¿Quieres ser John Malkovich?, Confesiones de una mente peligrosa, El ladrón de orquídeas y Human Nature) es imprescindible tender un puente con su más reciente experimento Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, dirigido magistralmente por el -cada vez más reconocido- realizador francés Michel Gondry, proveniente del subvalorado ámbito del videoclip.
Kaufman retoma con este guión complejo y de una meticulosidad extrema sus dos mayores obsesiones: el intrincado funcionamiento de la mente humana y los conflictos acarreados en las relaciones interpersonales. No obstante, introduce en estos dos grandes paradigmas reconocibles un nuevo elemento, tan insondable y enigmático para el cine como los primeros: la memoria y, por acción transitiva, los recuerdos.
Así como el cineasta ruso Andrei Tarkovski circunscribía en una historia de amor su tesis sobre el recuerdo, el inconsciente y el olvido, en ese lugar inexorable llamado Solaris y prosigue sus ideas sobre la memoria en Stalker, la zona, Kaufman y Gondry construyen y deconstruyen la historia de amor de Joel y Clementine, a partir de la tensión irresuelta entre el recuerdo y su huella; el olvido y el resentimiento. Tal como había conceptuado en ¿Quieres ser John Malkovich? -junto al talentoso Spike Jonze- al cerebro como un lugar, una suerte de espacio atravesado por puertas, habitaciones donde interactúan los yoes internos de cada uno, Eterno resplandor… propone un viaje por la mente de Joel (Jim Carrey) mientras sus recuerdos asociados a su novia Clementine (Kate Winslet), quien ya pasó por el mismo proceso que él, son literalmente borrados de su memoria tras recurrir, impulsado por el resentimiento, a los servicios de Lacuna Inc., una empresa que ofrece este beneficio en apariencia infalible.
El proceso que, como admite su creador (Tom Wilkinson), técnicamente provoca una lesión cerebral en sus pacientes, consiste en trazar un mapa de la zona de la memoria donde se almacenan los recuerdos. En cada sector vive un yo, igual que en ¿Quieres ser…, y responde a un instante vivido con Clementine. Ese mapa contiene tanto los buenos momentos como los malos. Sin embargo, durante el proceso, el Joel que olvida se arrepiente y entabla una lucha por mantener vivo el recuerdo de Clementine antes de que desaparezca para siempre.
Al mismo tiempo y llevando al extremo la idea de fusión de realidades, la interior y mental, la exterior y percibida, a Joel se le filtran en su mundo de recuerdos las voces del presente, donde descubre que alguien los está utilizando para enamorar a su novia Clementine, aprovechándose de la amnesia inducida que ella padece. En este escenario, los recuerdos de Joel se actualizan y vuelven a ser vividos con la Clementine recordada, quien también se arrepintió de haberlo borrado.
Esta intrincada superposición de mundos, multiplicidades de espacios y tiempos subjetivos está resuelta cinematográficamente desde una puesta en escena soberbia, donde la cámara de Gondry se encargará del resto; complementará visualmente aquello que se esboza desde el aspecto narrativo.
Ya desde sus videoclips con Bjork o Kylie Minogue, por citar algunos, el francés desarrolla el juego de multiplicidades de lugares y de puntos de vista en un continuo infinito, este film se articula de la misma manera: el Joel que recuerda se cruza con el Joel recordado en un mismo recuerdo y encuentra a las diferentes Clementines que tienden a desaparecer junto a todo lo demás.
Entonces, la única escapatoria posible ante el irreversible avance del olvido es encontrar refugio en un recuerdo que no esté relacionado con Clementine, pero sí en el que ella pueda estar presente de otra forma. Quizás este tramo del film sea el de mayor tono emotivo y aquel que logra sintetizar el registro melancólico subyacente de la historia.
El aporte de Jon Brion desde la banda sonora genera distintas atmósferas, sumado el excelente desempeño de todo el reparto actoral, sin excepciones. Pero como se dijo al comienzo, se trata además de una historia de amor, con sus conflictos, desgastes, contradicciones. El contrapunto entre Jim Carrey y Kate Winslet entrega dos personajes profundos: Joel, el dibujante taciturno y la impulsiva, cambiante e impredecible Clementine.
Una gran historia de identidades en busca de los rastros dejados por las huellas de lo que pudo haber sido un grato recuerdo, donde el amor no sufrió los embates del tiempo.
Título: Eterno resplandor de una mente sin recuerdos.
Título Original: Eternal Sunshine of the Spotless Mind.
Dirección: Michel Gondry.
Intérpretes: Jim Carrey, Kate Winslet, Kirsten Dunst, Mark Ruffalo, Elijah Wood, Tom Wilkinson, Thomas Jay Ryan, Gerry Robert Byrne y Jane Adams.
Género: Drama, Romance, Sci-fi.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 108 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2004.
Distribuidora: UIP.
Fecha de Estreno: 08/07/2004.
Puntaje: 9 (nueve)