Por Pablo E. Arahuete
Once años atrás se estrenaba La máscara, comedia desaforada que contó con el multifacético engendro canadiense Jim “Ace Ventura” Carrey y la deslumbrante Cameron Diaz. Ambos, dando sus primeros pasos en el fagocitante mundo de Hollywood, donde 
rápidamente fueron absorbidos y encasillados: Carrey con sus mil muecas y Diaz siempre tontita y encantadora. El éxito del film, que insertaba a la trama cierta lógica de dibujo animado con el incansable histrionismo de su protagonista -siempre en un decibel más alto del normal- aventuraba desde la taquilla una secuela. Así, con bastante atraso (es cierto) y un arsenal de recursos digitales que por aquellos tiempos eran imposibles, llega El hijo de la máscara, un agradable y efectivo entretenimiento que funciona como film para chicos y como un declarado homenaje a los legendarios Tex Avery y Chuck Jones, creadores de los dibujos animados de la Warner.
No parece casual que la película del inspirado Lawrence Guterman, quien diera ya buena muestra de su ingenio en Como perros y gatos, retome la idea de un mito escandinavo para terminar insinuando una fábula con moraleja. El origen de la máscara responde a una travesura del inmortal Loki, hijo de Odín y hermano de Thor, provocando que quien tome contacto con la máscara verá sobrestimulada una parte de su personalidad y gozará de poderes sobrenaturales. De este modo, el maléfico Loki (Alan Cummings) se inmiscuye entre los mortales para recuperar la auténtica pieza mágica. El preciado objeto llegó, gracias a su perro consentido, a las manos de Tim Avery (Jamie Kennedy), aspirante a dibujante que soporta a diario un disfraz de tortuga y espera alguna vez poder transmitirle sus ideas a un jefe apático. Cada vez que su esposa insiste con la idea de tener un hijo, Tim empalidece y expresa sus temores de asumir semejante responsabilidad sin un futuro asegurado. Sin embargo, una noche descubre la máscara y, tras hacer estragos en una fiesta de trabajo con su otro yo, culmina la velada embarazando a su mujer. Tim vuelve a su rutina de perdedor al día siguiente pero el éxito de su intervención en el evento lo
catapulta en su puesto laboral y le encargan dibujar un comic con su personaje. Todo se precipita con la llegada del bebé a la familia, donde la crisis de la paternidad se ve sobredimensionada porque el vástago desata sus poderes y diabluras cuando se queda al cuidado de Tim. A partir de allí, la historia transita por el terreno de lo absurdo, con una serie de gags que recuerdan a los viejos dibujos de la factoría Warner. Un guiño al correcaminos y el coyote en el momento en que el perro -ahora desplazado por el niño- intenta deshacerse del pequeño y corre la misma suerte que el coyote. El descontrol generado por el bebé se incrementa cuando el malvado Loki lo encuentra. Entonces, Tim tendrá que transformarse para recuperarlo.
Guterman logra construir un mundo propio con un ritmo vertiginoso subordinado al timing del cartoon y lo logra gracias a las actuaciones de Kennedy (Scream) y Cumming (Fiesta de aniversario, Titus). Ambos con la frescura que este tipo de filmes requiere. Un entretenimiento garantizado para la platea infantil pero que no dejará afuera a los adultos si alguna vez disfrutaron de las andanzas del Pájaro loco o gozaron de los desvaríos del Pato Lucas.
Título: El hijo de la máscara.
Título Original: Son of the Mask.
Dirección: Lawrence Guterman.
Intérpretes: Jamie Kennedy, Alan Cumming, Liam Falconer, Traylor Howard, Steven Wright, Kal Penn, Ben Stein, Brett Pickup, Peter Callan, Ashley Lyons, Wayne McDaniel, Sandy Winton y Rebecca Massey.
Género: Fantasía, Comedia, Basada en comic.
Clasificación: Apta todo público.
Duración: 94 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2005.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha de Estreno: 07/07/2005.
Puntaje: 7 (siete)
