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sábado, 23 noviembre 2024
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El señor de la guerra: Los herederos de la tierra

Por Omar Tubio

“Una de cada doce personas está armada… la cuestión entonces es, ¿cómo armar a las otras once?”. Con esa simple y urticante premisa queda presentado en el comienzo mismo de la película Yuri Orlov (un muy convincente Nicolas Cage), un hombre que hace de la venta de armas todo un estilo de vida.

Descendiente de una familia de inmigrantes rusos, un joven Yuri ya sabe que el negocio gastronómico no es ni será lo suyo. El ser un fortuito testigo de un ajuste de cuentas entre mafiosos le abre la cabeza y le indica el camino a seguir: el negocio armamentista, algo que deja grandes dividendos y con pocos competidores en el mercado. Corren los primeros años ochenta y Yuri se las arregla para entrar en la difícil trastienda empezando con tratos de poca monta, para ir ascendiendo poco a poco al lugar en donde se tejen los grandes negociados: las guerras entre países, un espectro tan amplio como desconocido para quienes como nosotros (los espectadores) permanecemos totalmente al margen.

El hombre logra imponerse hábilmente en el ambiente, destronando incluso al que hasta ese momento manejaba lo más alto de la esfera del poder, Simeon Weisz (Ian Holm), manteniendo un costoso pasar económico y casándose con una bella modelo publicitaria con aspiraciones de actriz (Bridget Moynahan). La finalización de la guerra fría entre EE.UU. y Rusia lo pone más feliz que los primeros pasos de su primogénito y es el comienzo de su despegue en un mundo convulsionado con los cambios políticos. Es hora de virar hacia el continente africano, donde las contiendas entre los diferentes territorios son moneda corriente y la avidez por armarse es insaciable. Claro que todo tiene sus riesgos y el codearse con sanguinarios dictadores traerá sus consecuencias, sumadas a la férrea persecución que ejerce sobre Yuri un agente de la INTERPOL (Ethan Hawke) esperando el momento oportuno o el más mínimo error para darle caza.

Andrew Niccol, el guionista de The Truman Show y La terminal y también director de Gattaca y Simone, ofrecía de por sí suficiente crédito como para esperar de El señor de la guerra una interesante propuesta y la verdad es que no defrauda. Apelando a una omnipresente voz en off del protagonista, la película oscila entre una sátira ácida e irónica y un drama testimonial de fuerte mensaje antibelicista. Con un guión repleto de diálogos mordaces y con frases que quedan resonando en nuestra memoria, el film de Niccol destaca sobre la media transitando un tema poco frecuentado por el cine, logrando echar un poco de luz sin miedo a los nombres propios y a los países implicados. Después de todo los países de mayor comercio armamentista: EE.UU., Inglaterra, Francia, Rusia y China son paradójicamente los principales asesores del Consejo de la ONU.

Un Yuri Orlov ofendido porque frente a una entrega le quieren pagar con cocaína: “Yo vendo armas, no drogas”, o un Yuri estableciendo diferencias entre los compradores: “Yo nunca le vendí a Osama Bin Laden: hubo una época en que sus cheques no tenían fondos”, o defendiendo sus propios códigos morales frente a las acusaciones: “No hago nada ilegal, yo les vendo las armas pero no los obligo a apretar el gatillo”, son sólo algunas de las perlitas de las muchas que contiene El señor de la guerra.

Niccol cierra su película con un fulminante comentario tan certero como el del comienzo: “¿Quiénes heredarán la tierra?… Los traficantes de armas, ya que todos los demás se estarán matando entre sí. Por eso, jamás van a la guerra”. Habrá que creerle.

Título: El señor de la guerra.
Título Original: Lord of War.
Dirección: Andrew Niccol.
Intérpretes: Nicolas Cage, Ethan Hawke, Bridget Moynahan, Jared Leto, Ian Holm, Eamonn Walker, Jean-Pierre Nshanian, Sammi Rotibi, Shake Tukhmanyan.
Género: Crimen, Drama.
Clasificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 122 minutos.
Origen: EE.UU./ Francia/ Alemania.
Año de realización: 2005.
Distribuidora: Alfa Films.
Fecha de Estreno: 01/06/2006.

Puntaje: 8 (ocho)

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