Por Emiliano Fernández
Llega a las pantallas argentinas el ultimo film del rumano Radu Mihaileanu, director de El Tren de la Vida (Train de vie, 1998). Nuevamente tenemos un melodrama sobrecargado, lacrimógeno y poco inspirado.
La película comienza en 1984, cuando miles de africanos hambrientos y golpeados por la guerra civil se dirigen a los campamentos humanitarios de la ONU en Sudán. Estados 
Unidos e Israel están llevando a cabo la “Operación Moisés”, un proyecto de inmigración que pretende trasladar a los judíos provenientes de Etiopía, los “falashas”, a Israel, buscando facilitarles el acceso a la “Tierra Prometida”. Aprovechando este efímero operativo, una madre cristiana obliga a su hijo de nueve años de edad a declararse judío para sobrevivir. El niño se hace pasar por huérfano y es adoptado por una familia francesa que vive en Tel Aviv, situación que lo llevará a descubrir los lujos occidentales, el racismo, la cultura judía y la guerra sin fin en Medio Oriente.
El film narra la vida del joven desde su niñez hasta los treinta años, centrándose fundamentalmente en la continua esperanza de volver a ver a su amada madre, la cual permanece en el campamento en Sudán. Esta coproducción entre Francia, Israel, Bélgica e Italia cubre el tour de force por el que debe atravesar el etíope para formarse una identidad más o menos estable, a pesar del dolor constante que le produce el desarraigo y el no conocer el destino de su madre real.
Verdadera catarata de lugares comunes, Ser digno de ser (Va, vis et deviens, 2005) no ofrece ni un solo soplo de aire nuevo a lo largo de toda su extensión. Todas las situaciones aquí planteadas han sido trabajadas en innumerables ocasiones por otros films mucho mejores. La película es un desfile interminable de clichés y golpes bajos, que para colmo se ven venir con mucha anticipación. Para nombrar un ejemplo, el neorrealismo ya trató bastamente el tema de la devastación personal en un contexto de destrucción social, política, económica, cultural, etc. En términos cinematográficos, este dramón hace agua por todos lados.
Ahora bien, si consideramos al film un registro más o menos ajustado a la realidad, el
aporte de la película crece solo por el caso particular que pinta, el de los falashas. Aunque Ser digno de ser fija su atención en la suerte de un niño cristiano que debe mostrarse judío para ser aceptado, una vez en Israel éste se ve inmerso en la situación general que padecen los falashas, transportados como objetos y luego rechazados por los israelíes. El hambre permanente y la violencia diaria de Etiopía contrastan con las comodidades de la familia burguesa que lo acoge, por eso el joven sufre rememorando a su madre. Un déficit del film es el no tratar la participación menos difundida de las potencias mundiales en África, en lo que respecta a la explotación de los recursos naturales y a la utilización de los africanos para experimentos farmacológicos y armamentistas.
Las actuaciones del elenco son relativamente buenas y bastante parejas. Como retrato humanista de un ser abandonado -paradójicamente- para sobrevivir, el film es aburrido y se cae a pedazos. Si uno se olvida del relato súper trillado, quizás pueda interiorizarse un poco de la vida de otros pueblos, de los que circula poco y nada de información. A pesar de acercarse al conocido modelo “película europea sobre el Tercer Mundo hecha para ganar premios en festivales”, la intención por lo menos es loable…, con los reparos ya formulados.
Título: Ser digno de ser.
Título Original: Va, vis et deviens.
Dirección: Radu Mihaileanu.
Intérpretes: Yaël Abecassis, Roschdy Zem, Moshe Agazai, Mosche Abebe, Sirak M. Sabahat, Roni Hadar, Meki Shibru Sivan y Mimi Abonesh Kebebe.
Género: Drama.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 140 minutos.
Origen: Francia/ Israel/ Bélgica/ Italia.
Año de realización: 2005.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha de Estreno: 15/06/2006.
Puntaje: 4 (cuatro)
