Por Juan Blanco
No sería justo decir que la primera parte de Hostel no aportaba al menos una cuota de ingenio con su idea de base. Entre tanta película de terror adolescente y tanto thriller psicológico jugados entre un realismo envejecido y la cada vez más común sátira tonal, la creación de Eli Roth aparecía ambigua entre los dos registros con una premisa curiosa: en las profundidades de Eslovaquia, más específicamente en Bratislava, subyace un negocio criminal en el que cualquier individuo con dinero puede comprar y perpetrar los más sádicos asesinatos internacionales.
Sin ser la octava maravilla, aquella primera Hostel gozaba de ciertas explicitudes gráficas que la llevaron a un efectivismo absoluto y una sobrevaloración inmediata. En realidad no se trataba más que de aquella curiosa idea argumental condimentada con un sadismo extremo, y eso contribuyó a sus magníficos resultados. Narrativamente era bastante torpe, la unidimensional construcción de personajes dificultaba cualquier vínculo emocional o identificación con el espectador, y para colmo contaba con un último acto contradictoriamente conservador comparado al resto de la película.
Hoy, con la llegada de la secuela, la moneda se invierte para enseñarnos la cara oculta de la historia, pero al tiempo, y por defecto, esconde aquella otra antes visible y que jamás tendría que haberse dejado de mostrar. La segunda parte de Hostel muestra los peores costados de la original ahora pulidos y mejorados: los personajes (esta vez chicas y no muchachos) manifiestan un mayor grado de vulnerabilidad e invitan a un seguimiento con mayor atención, la narración se muestra más consecuente con la historia y con la saga misma (hay detalles muy minuciosos que vinculan a los dos capítulos) y por último, pero no menos importante, hay una exposición directa de dos de los futuros torturadores para dar cuenta de que el conflicto principal en Hostel (como concepto) es, y siempre será, “una disputa deportiva” entre dos equipos.
Hasta acá llegan las virtudes ostensiblemente manifiestas que demuestran un crecimiento conceptual en la progresión de la saga. Pero falta esa otra cara de la moneda antes visible y que ahora quedó oculta luego de ceder su lugar a las mejoras formales, y que tiene que ver con ese registro extremo y rabioso que posibilitó el éxito de Hostel desde el día uno. Hay menos gore, menos riesgos estéticos y un alto grado de conservadurismo gráfico en general, dándole desde luego una mejor compostura cinematográfica (como se aclaró antes) pero alejándola de sus propios principios y, lamentablemente, de su público.
Título: Hostel: Parte II. Título Original: Hostel Part II. Dirección: Eli Roth. Intérpretes: Lauren German, Bijou Phillips, Roger Bart, Jay Hernandez, Barbara Nedeljakova, Richard Burgi, Heather Matarazzo, Vera Jordanova, Stanislav Ianevski, Ivan Furak, Milan Knazko, Zuzana Geislerová y Edwige Fenech. Género: Secuela, Horror. Clasificación: Apta mayores de 18 años. Duración: 93 minutos. Origen: EE.UU./ República Checa. Año de realización: 2007.
Distribuidora: Columbia/ Sony.
Fecha de Estreno: 07/06/2007.
Puntaje: 5 (cinco)