Por Emiliano Fernández
Y vuelve a ocurrir lo mismo de siempre: El arca es otro intento en animación por parte de la industria cinematográfica local que naufraga desde todo punto de vista. Los chicos menores de 12 años (el supuesto público a captar) ni siquiera sonríen con esta burda imitación del primer Disney, aquel que nos remonta a las producciones clásicas de cuando el viejo Walt estaba vivito y coleando. Los mayores, por su parte, se aburren desde el inicio y no pueden dejar de desear el final de este pasatiempo fallido y lamentable que intenta recrear el mito bíblico de Noé, la historia de su familia, su embarcación y su enorme colección de parejas de cada especie animal. El director es el mismo de El Ratón Pérez (2006) y Cóndor Crux (2000), el persistente Juan Pablo Buscarini, aquí francamente cayendo por momentos en el ridículo.
La película tiene diversos problemas. El guion, desde el vamos, es un desastre pletórico de lugares comunes muy mal barajados. Por supuesto que aquí los animales hablan (aunque nunca frente a los humanos, “así son las reglas”), que los malos/carnívoros se quieren manducar a los buenos/herbívoros y que existe un “rey león” joven e irreverente que termina aprendiendo el significado de gobernar en forma responsable y para el bien común. Tampoco se deja de lado el típico combo pluri-regional de acentos en lo que respecta a las voces, para abrir el mercado e incorporar el mayor número posible de provincias y vecinos. Para colmo todo está intercalado con comentarios súper estúpidos por parte de “Dios” y uno de sus ángeles, el cual está redactando un “libro sagrado” con la decidida intención de conseguir un best seller (prácticamente el único chiste bueno de todo el film). Lo gracioso y loco del caso es que en El arca hay muchos diálogos y situaciones que pueden resultar un poco desubicadas e inoportunas para los niños, desde abundante escatología que ya no hace reír a nadie hasta referencias sexuales extremadamente tontas y pueriles. Vaya uno a saber cuál era el fin que perseguían los realizadores a partir de la inclusión de estos petarditos inofensivos para los adultos; si buscaban complicidad entre los padres la verdad que no lo consiguieron.
En relación a los rubros técnicos, la película logra desprenderse del resto de la animación nacional reciente (los bodrios insufribles y patéticos Manuelita, Patoruzito, etc.). No sólo se superó a aquellas producciones sino que por lo menos ahora se dejó de pasar vergüenza, aunque seguimos a millones de años luz de distancia con respecto a la mejor animación estadounidense (fundamentalmente la realizada por Pixar). El trazo manual sigue definiendo el andar de los protagonistas mientras que los gráficos 3D son utilizados para los vehículos, el arca y algunos fondos. El doblaje está bastante bien y algunas tomas resaltan a la vista más por lo ambiciosas que por los resultados finales, por cierto bastante rudimentarios y limitados (la principal en este sentido es la toma que presenta el barco ya terminado). Nuevamente se convocó a un reparto de origen televisivo/radial para las voces: Juan Carlos Mesa, Mariana Fabbiani, Lalo Mir, Magdalena Ruiz Guiñazú, Alejandro Dolina, Jorge Guinzburg y… Alejandro Fantino. Más allá del paupérrimo trabajo de este último, la pregunta obvia sería: ¿había necesidad de esto?
Ahora bien, si gastaron tanto dinero en este proyecto, como todo parece indicar, no se comprende por qué no pulieron el guion hasta convertirlo en interesante para los adultos y llevadero para los chicos. Como sucedía en El Ratón Pérez, la preocupación por lo visual corre paralela a un descuido hacia el contenido y la estructura misma de la historia. El arca puede estar entre lo mejorcito de la animación argentina, teniendo en cuenta que no hay mucho de donde elegir ni mejores propuestas que rescatar. El film es apenas un pequeño progreso pero no mucho más; los cada vez más recurrentes exponentes del género continúan estancados en tramas esquemáticas y elementales, esterilidad creativa continua, mediocridad e incoherencia general, limitaciones técnicas que nunca pueden superar determinado umbral, doblajes que apuntan más al marketing que a la integridad artística de la obra y oligopolio en producción-distribución-difusión por parte de los canales de aire y las grandes productoras.
Todo parece indicar que la animación mainstream nacional está condenada al fracaso. Siempre falla en la narración o le falta novedad, está tan determinada por ausencias destructivas como por falencias imperdonables. En vez de contar con una suma considerable para desarrollar y dar rienda suelta al talento de los animadores, en nuestro país se da exactamente lo contrario: el talento está al servicio del dinero (que encima y sin lugar a dudas no es el suficiente para generar un producto competitivo y de calidad dentro de una industria tan artesanal, pausada y costosa como esta). Quizás ya sea hora de solicitar el parte de defunción del cine de animación financiado por los popes de las industrias culturales locales, los cuales nunca tuvieron idea de cómo remontar y redondear un largo incluyente y abarcador, capaz de trascender los distintos públicos con solvencia y a conciencia, sin subestimar al espectador. Es una muerte que no merece ser llorada… como ya se sabe, uno realmente no puede perder lo que nunca tuvo.
Título: El Arca.
Título Original: Idem.
Dirección: Juan Pablo Buscarini.
Voces: Juan Carlos Mesa, Mariana Fabbiani, Diego Topa, Lalo Mir, Jorge Guinzburg, Alejandro Dolina, Alejandro Fantino, Magdalena Ruiz Guiñazú, Rolo Villar, Lucila Gómez.
Género: Animación, Aventura, Comedia.
Clasificación: Apta para todo público.
Duración: 88 minutos.
Origen: Argentina/ Italia.
Año de realización: 2007.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de Estreno: 19/07/2007.
Puntaje: 3 (tres)
El staff opinó:
–Aunque sin lograr una cohesión perfecta desde el guión, resulta positivo haber fusionado una historia emblemática para la creencia judeocristiana con una mirada diferente que abraza la idea de ficción y artificio en oposición al concepto de verdad, sin olvidarse de la platea infantil-. Pablo E. Arahuete (6 Puntos)
–Los autores de esta desgraciada producción nacional abarcan mucho, aprietan poco y entre chistes patéticos, conductores de medio pelo invitados a actuar no se sabe muy bien con qué fin y el infame candombe del final –para ser benignos la corto acá- logran de manera instantánea que le reserve un sitial de honor entre las peores películas del año (y porqué no, del lustro)-. Diego Martínez Pisacco (1 Punto)