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jueves, 21 noviembre 2024
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La conspiración: Relativismo bélico y memoria colectiva

Por Emiliano Fernández

A simple vista parece que Paul Haggis escuchó con atención las feroces críticas a su ópera prima, la paradójicamente multipremiada Vidas Cruzadas (Crash, 2004). Quizás hubo mucho de envidia para con un realizador ambicioso en la actitud despiadada de cierto sector de la prensa. Nunca lo sabremos del todo. Lo cierto es que el relato coral exacerbado y el pulso melodramático de aquella han desaparecido en esta nueva incursión detrás de cámaras, su segundo opus mainstream hasta la fecha. In the Valley of Elah (2007), estrenada en Argentina bajo el horrible título La conspiración, deambula por una sola línea argumental, hace de la austeridad formal su estandarte y nos regala emociones mucho más contenidas y sutiles, cercanas en tono a Million Dollar Baby (2004). Pero el árbol genealógico no estaría completo si no reconociéramos que también está emparentada, en términos temáticos y conceptuales, con la dupla anti-bélica compuesta por La conquista del honor (Flags of Our Fathers, 2006) y Cartas desde Iwo Jima (Letters from Iwo Jima, 2006), las otras dos colaboraciones del prodigioso equipo creativo Haggis/Eastwood.

La historia se basa en hechos reales. Hank Deerfield (Tommy Lee Jones), un duro y meticuloso veterano de Vietnam, está preocupado por su hijo, un soldado que presta servicio en Irak y que desde su reciente regreso a los Estados Unidos no ha mantenido contacto con sus padres. Como Hank y su esposa Joan (Susan Sarandon) desconocen su paradero, deciden recurrir tanto a la policía civil como a la castrense. Sin recibir respuestas satisfactorias, el hombre comienza una pesquisa por cuenta propia ayudado por su basta experiencia como investigador militar. A pesar de que transcurrieron muchos años desde sus días en las fuerzas armadas, el hoy retirado sargento no ha perdido las mañas y se empecina en desentrañar la verdad oculta cuando le informan que fue encontrado un cadáver desmembrado y quemado en un terreno baldío próximo a la base. Rápidamente confirman lo peor: es el cuerpo del joven. El hallazgo no sólo generará un conflicto de jurisdicción entre las autoridades involucradas, también será la excusa para cuestionar las complejas reacciones de los protagonistas y la vida militar en su conjunto.

Haggis se mueve como un experto y combina recursos cinematográficos diversos. De hecho, el film mezcla el relato de trincheras con ecos de drama familiar y el thriller rural de desarrollo progresivo, impostado de tal manera que las contradicciones y las vueltas de tuerca nunca faltan durante el metraje. El canadiense repite esa suerte de fórmula ideológica/narrativa que ya había utilizado en Vidas Cruzadas: si la primera parte está dedicada a un retrato pormenorizado de la intolerancia y la insensatez general; la segunda mitad apunta a desenmascarar hipocresías, humanizar personajes inquietantes y redimir voluntades de hierro. Nos hace presenciar un simposio de la derecha para luego volantear un tanto bruscamente hacia la izquierda (clásica estrategia discursiva de los relativistas). La conspiración muestra los desastrosos efectos que tiene la guerra sobre los soldados y las barbaridades que estos son capaces de cometer en nombre de la ley de la supervivencia y el encono hacia los enemigos. Pero sólo de forma abstracta ataca a la milicia: el infaltable leitmotiv conservador/reduccionista “son pobres víctimas” impide ir más lejos.

Sin embargo estas inconsistencias no deben oscurecer la profesionalidad del cineasta ni su indudable talento para la estructuración formal del guión y la construcción de diálogos certeros, fundados, poseedores de la poco habitual capacidad de generar dobles lecturas enriquecedoras. El rol de Susan Sarandon es reducido pero descolla en una gran escena en la que hace justicia y destruye a su marido. Tommy Lee Jones compone magistralmente al adusto Hank, metáfora de tantos otros combatientes que creen saberlo todo y desean ver a sus coterráneos en el frente de batalla “para que sepan lo que se siente” (como si para hablar de la muerte fuera condición indispensable estar muerto…). La siempre hermosa Charlize Theron interpreta con sagacidad a una oficial de policía vapuleada por sus compañeros masculinos y con problemas de conciencia a raíz de no haber manifestado interés en el caso. Ambos unirán fuerzas para encontrar al culpable del crimen y eventualmente descubrirán que el odio sin sentido, la violencia más estúpida y la tortura como “diversión” forman parte de la rutina de los crueles asesinos vestidos de verde.

Hasta la propia víctima no escapa al impulso por desmitificar a estos hombres y bajarlos del pedestal de “héroes de guerra”. El problema es que en el mismo proceso se los resignifica desde un mote progresista/pacifista hacia los parámetros de los corderos prestos para el sacrificio. La ignorancia y bobería de los militares no son excusas de nada ni requisitos fundamentales para criticar a la administración estadounidense. A pesar del medio pelo ideológico, la película describe las bravuconadas de los jóvenes manteniendo la distancia y consigue desesperanzar en lo que respecta a la invasión a Medio Oriente (el epílogo es bien explícito en este sentido). Se nos propone en esencia un viaje interior por el personaje del padre, presenciando su transformación de fascista inmutable a relativista consumado. Otra vez nos encontramos con un mecanismo hollywoodense harto conocido por todos: apelar a un contexto de “confusión” sociopolítica cuando de dardos al gobierno se trata. Conviene cuestionar aunque siempre hasta cierto punto (escupir al cielo y lavarse las manos son pasatiempos muy extendidos en el subgénero testimonial). “Nadie sabe lo que hace”: esa sería la triste e insatisfactoria conclusión. Los responsables finales brillan por su ausencia, pero eso sí… “las cosas van mal, muy mal”. Reconocer esto representa un enorme punto a favor para Haggis, por más que éste carezca de la valentía suficiente para adentrarse en territorios más ásperos y revulsivos, si de memoria colectiva hablamos…

Título: La conspiración.
Título Original: In the Valley of Elah.
Dirección: Paul Haggis.
Intérpretes: Tommy Lee Jones, Charlize Theron, Susan Sarandon, Jason Patric, James Franco, Josh Brolin, Wes Chatham, Rick Gonzalez y Jonathan Tucker.
Género: Crimen, Drama, Misterio.
Clasificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 121 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2018.
Distribuidora: Alfa Films.
Fecha de Estreno: 03/04/2008.

Puntaje: 7 (siete)

El staff opinó:

Aún con su conceptual laguna ideológica, el guionista y director Paul Haggis flota mejor en las aguas dispersas y ambiguas de esta obra que en la casi pornográfica (por lo explícita) declaración de principios raciales de aquella panfletaria y cosmopolita Crash – Vidas cruzadas, su anterior trabajo. En el rubro actoral, Tommy Lee Jones consigue en esta película (y casi solito) todo lo que el multiétnico y monumental elenco de Crash no pudo cuatro años atrás. ¿No es un “mostro” el tipo?…Juan Blanco (7 puntos)

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