Por Emiliano Fernández
Notable originalidad en sus ideas demuestran los directores Gastón Duprat y Mariano Cohn. Su segundo film resulta una prodigiosa anomalía sobre el estatuto del arte y la curiosa fauna que lo rodea. Una joyita…
Dentro del mundillo cinematográfico existen verdades ineludibles que molestan a muchos involucrados y sin embargo son aceptadas por la enorme mayoría de los receptores, en forma explicita o a veces solapadamente. El público argentino sabe de sobra que el cine nacional funciona como una usina execrable de productos mediocres e intrascendentes. Esto no significa que estemos ante espectadores perspicaces ni mucho menos, más bien todo lo contrario: ejemplo de ello es la popularidad de los tanques estadounidenses, casi todos bodrios similares a los autóctonos aunque a gran escala. Por suerte siempre es posible encontrar excepciones a la regla general que gratifican a los ojos y despiertan tanta alegría como sorpresa frente a un panorama desalentador. El Artista (2008) entra dentro de esta categoría y se posiciona por lejos como la mejor película argentina de lo que va del año.
Luego de cosechar varios premios en el circuito alternativo de festivales internacionales, llega a las pantallas locales esta maravillosa anomalía sobre el estatuto del arte y la curiosa fauna que lo rodea. Estamos ante la opera prima en ficción de un viejo equipo de realizadores de cine y TV, los irreverentes Mariano Cohn y Gastón Duprat, responsables máximos de los ambiciosos documentales Enciclopedia (1999) y Yo Presidente (2006). Esta coproducción con Italia y Uruguay se centra en la relación entre Jorge Ramírez (Sergio Pángaro) y Romano (Alberto Laiseca), respectivamente enfermero y paciente en un geriátrico. Sin adelantar demasiado de la trama, se puede decir que ambos son de pocas palabras y de a poco el primero pasará de una existencia gris a convertirse en un reconocido artista plástico. El camino al éxito está plagado de contradicciones y personajes ridículos.
De hecho, las distintas paradojas, hipocresías y callejones sin salida que propone inteligentemente el film orientan la mirada hacia la misma percepción estética de los galeristas, los curadores, los admiradores y por supuesto los críticos. No sólo hay un desmenuzamiento irónico en lo que respecta al papel jugado por cada uno de estos actores a través de sus intervenciones esporádicas; los pormenores de la creación también caen bajo la lupa e incitan a considerar la definición primordial del macro concepto “obra de arte”. Los dibujos de Jorge, esos que parecen producto del intelecto de un “enfermo mental”, lo llevan a exposiciones primero colectivas luego individuales, a una fortuna insospechada con la llegada de los primeros cheques y finalmente a sumergirse en un universo bastante patético en el que predominan la pedantería, el doble discurso y los significantes vacíos.
La película adopta un ritmo de comedia etérea para desarrollar su planteo revulsivo. Una escenificación minimalista, planos incisivos, diálogos parcos, banda sonora triphopera y un excelente manejo del timing narrativo dan por resultado final una combinación exacta de profesionalidad y astucia en la selección de los componentes formales. El trabajo del elenco es de una singularidad extrema: Pángaro demuestra ser muchísimo mejor actor que músico y algo similar podría manifestarse en relación a Laiseca, considerando su carrera literaria. Esta duplicidad entre satírica y encantadora se repite en muchos de los que participan delante y detrás de cámaras (sin ir más lejos, León Ferrari colaboró en el presupuesto y hasta cuenta con un simpático cameo). El guión de Andrés Duprat, otro especialista del medio, hace gala de una sencillez exquisita que en su bombardeo no deja títere con cabeza.
Realmente llama la atención cómo el combo en conjunto funciona a la perfección edificando sus propios términos y evitando caer en el lamentable díptico histórico del cine nacional, ese que deambula perdido por mamotretos televisivos insufribles y melodramas costumbristas/ existenciales con pretensiones tan elevadas como incumplidas. Sin lugar a dudas la estructuración de las tomas y el laconismo expresivo son los puntos más fuertes del proyecto. Distanciándose de los estereotipos del “nuevo cine argentino” con un tono sarcástico que recuerda a la comedia absurda inglesa, El Artista es una joya que interpela al espectador como pocas lo han hecho en el pasado, sea cual fuese su origen. En especial resultan extraordinarios los planos desde el “punto de vista” de las obras, a las cuales nunca vemos: ellas como nosotros se ríen a carcajadas de los tristes no- comentarios que inspiran.
Título: El Artista
Directores: Gastón Duprat y Mariano Cohn
Género: Comedia, Drama
Intérpretes: Sergio Pángaro, Alberto Laiseca, León Ferrari, Horacio González y Rodolfo Fogwill
Duración: 94 minutos.
Origen: Argentina, Italia
Año Realización: 2009
Distribuidora: Primer Plano
Fecha Estreno: 28/05/2009
Puntaje 9 (nueve)