Por Emiliano Fernández
Cierto sector de la crítica sonámbula pretende que perdonemos bazofias como Transformers: La venganza de los caídos (Transformers: Revenge of the Fallen, 2009) bajo la excusa de que son productos “inofensivos”, “simpáticos” o “rimbombantes”. La ingenuidad y el lavado olímpico de manos no tienen cabida cuando se analiza el resultado de millones y millones de dólares puestos al servicio de la maquinaria cultural de mayor penetración global, el viejo y querido Hollywood. Guste o no, la intencionalidad política está presente y esto siempre genera reacciones: con Michael Bay detrás de cámaras están garantizados el militarismo chauvinista, las incoherencias narrativas, diálogos patéticos, edición esquizofrénica, canciones mediocres y un sentimentalismo extremadamente berreta.
La “historia” vuelve a enfocarse en la batalla milenaria entre los gentiles Autobots y los poco comprensivos Decepticons, dos bandos de robots alienígenas en pugna. Sam Witwicky (Shia LaBeouf) se queda sin sus sueños universitarios debido a un pedido de ayuda de su compadre del espacio Optimus Prime, en eterna lucha contra el terrible Megatron. El primer “dilema” que debe sobrellevar es mantenerse fiel a su novia Mikaela Banes (Megan Fox) en un contexto videoclipero de fiestas descontroladas y mujeres fáciles; por supuesto luego llegará una infinidad de intentos de secuestro por parte de los villanos. Resulta que el joven carga en su mente la clave del futuro de los Transformers y todos enloquecen por salvarlo cueste lo que cueste… o asesinarlo con la mayor crueldad posible.
Uno en tanto espectador, al ver la uniformidad del contenido y la repetición ad infinitum de la misma trama, termina deduciendo que los guionistas de los films de Bay en realidad son testaferros del director. Una y otra vez nos topamos con el formato hilarante de “héroe papafritero que se muere por coger, fumarse un caño, decir boludeces y desde ya proteger a su país de toda amenaza foránea”. Si recordamos mamarrachos insufribles como Armageddon (1998) o Pearl Harbor (2001), hay que reconocer que el paupérrimo nivel había repuntado un poco con la ciencia ficción grasienta de La isla (The Island, 2005) y Transformers (2007). Más allá de gustos personales, el californiano sabe cómo saturar la percepción con una estética populista plagada de CGI’s, cortes secos y tomas publicitarias.
El martirio dura en total dos horas y media, superando a la primera en metraje y capacidad de hastiar: el bendito “entretenimiento” brilla por su ausencia y nos interroga desde el vacío acerca de nuestras motivaciones cinéfilas. Tal es el aburrimiento y la banalidad general que la visión no se justifica ni siquiera por las escenas de acción (todas ellas redundantes, muy prolongadas y carentes de novedad). Mejor no detenerse en los “intervalos” entre explosión y explosión… un orangután con una handycam hubiera registrado algo más interesante o por lo menos con algo de consistencia. Cada plano de la Fox está diseñado para provocar una erección, LaBeouf se la pasa gritando estupideces y hasta John Turturro repite el papel del Agente Simmons (ya es hora de que afloje con el cine basura y retorne a la actuación).
Por otra parte, el público al cual está dirigido este despropósito, los adolescentes, no conoce la línea de juguetes de Hasbro o la serie televisiva original de los ochenta. Las películas de Bay no guardan relación con aquellas y están muchísimo más orientadas a reproducir los peores estereotipos hollywoodenses: tenemos robots “graciosos” que hablan el slang de los negros, latiguillos verbales de manual, tetas que danzan en cámara lenta, monumentos turísticos que se caen a pedazos, un “malo-malo” humano que desconfía de los milicos, etc. Estaba cantado que la seguidilla reciente que abarcó Cuenta regresiva (Knowing, 2009), X-Men Orígenes: Wolverine (X-Men Origins: Wolverine, 2009) y Star Trek (2009) se iba a cortar abruptamente con este bodrio impresentable. Veremos si todavía queda alguien que guste de sentarse en el bidet y lanzarle flores al amigo Bay. Publicidad masiva, obra hedionda y mucha fecalofilia social: ¿el éxito está asegurado, las moscas consumen?
Título: Transformers: La venganza de los caídos.
Título Original: Transformers: Revenge of the fallen.
Dirección: Michael Bay.
Intérpretes: Shia LaBeouf, Megan Fox, Josh Duhamel, Tyrese Gibson, John Turturro, Kevin Dunn y Jon Voight.
Género: Ciencia-ficción, Acción, Secuela.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 149 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2009.
Distribuidora: UIP.
Fecha de Estreno: 24/06/2009.
Puntaje: 1 (uno)
El staff opinó:
–Con esta nueva entrega, el director Michael Bay no sólo vuelve a hacer culto del exceso y el gigantismo sino que acaba de acuñar un nuevo término a Hollywood: el patrioterismo chatarra. Enormes cantidades de chatarra inundan la pantalla, donde la dirección caótica de Bay se contagia con la adrenalina de una trama absolutamente vacía de contenido al punto de volverse simplemente un pretexto para dar luz verde a la pirotecnia visual y la parafernalia militarista que termina por cansar. Con una primera hora aceptable, sostenida por el carisma de Shia LaBeouf, algunos gags bien logrados, y la inconmensurable belleza de Megan Fox, el desarrollo de la historia va acumulando arbitrariedades, zonas indefinidas y mal resueltas que se terminan desacomodando promediando una última mitad realmente densa e interminable que anuncia con bombos y estridencia una gran batalla que se parece más a una de las viejas peleas de Mike Tyson cuando volteaba rivales de un solo golpe. Y ese golpe no es otra cosa que un cachetazo al espectador por haber soportado dos horas y media sin contenido y lo que es mucho peor con la bandera norteamericana y las cámaras lentas interminables de un director bastante mediocre que parece cumplir a rajatabla cualquier orden proveniente de arriba…- Pablo E. Arahuete (2 puntos)