Por Hernán Ballotta
En Bienvenidos al país de la locura (ridículo y berreta título local) tenemos a un empleado del servicio postal francés, Philippe (Kad Merad), que, a raíz de la creciente depresión de su mujer, intenta por medios non sanctos ser transferido a la Riviera francesa. La empresa lo descubre y decide castigarlo con algo peor que el despido: una posición temporal como director del correo en Bergues, un pueblo en Nord-Pas-de-Calais, al norte de Francia, que según el imaginario colectivo francés, nos explica Bienvenidos…, es el equivalente en tierra al infierno congelado de Dante. Resignado, nuestro héroe se instala sin su familia en el pueblo y, tras una serie de desencuentros desafortunados relacionados a la (intraducible) diferencia idiomática entre ambas regiones, termina descubriendo que las cosas no son como las pintaban en el sur. Bergues es un pueblo “encantador”, sus habitantes son “perfectamente amables” y los problemas son “mínimos” y “pintorescos” (la canallada llega a tal nivel que retrata el alcoholismo de ciertos personajes como si fuera un elemento “de color” del pueblo). Claro que nosotros, humildes espectadores latinoamericanos, no podemos sino quedarnos afuera de las múltiples referencias culturales francesas y juegos de palabras en relación a los acentos, y preguntarnos por qué estrenaron esta comedia en exceso localista (aunque con destino de remake hollywoodense) en nuestro país.
Bienvenidos… es el debut en la dirección del actor cómico y payaso Danny Boon, oriundo de la región de Nord-Pas-de-Calais, que se reserva un papel como el cartero del pueblo (cómo extrañamos al cartero de pueblo François que compone Jacques Tati en su opera prima Jour de fête), con quien ensaya unos pasos de buddy movie junto a Phillipe con los que no llega muy lejos. En cierto momento, la mujer de este último decide acompañarlo a Bergues y él y sus nuevos compañeros crean un simulacro de pueblo a partir de los estereotipos que la mujer acarrea del sur. En estos segmentos el film toma vuelo (no muy alto: vuelo de gallina) y se acerca como nunca a Dama por un día de Frank Capra o Bienvenido Mr. Marshall de Berlanga.
Pero lo que diferencia a Bienvenidos… de estas dos grandes películas es lo que delata la operación ideológica que la película de Boon lleva a cabo: al revés que los personajes de las películas de Capra y de Berlanga, que deben crear una ficción para ocultar (y, al mismo tiempo, denunciar) la miseria de la América de la depresión en el primer caso y las contradicciones del lavado de cara que propuso el régimen franquista en España a partir de la década del cincuenta en el segundo, para Danny Boon todo en el norte de Francia es perfecto, sólo puede afearse. Es cierto, se propuso hacer un homenaje al pueblo de sus orígenes, pero no parece darse cuenta de la enorme distancia que separa la “carta de amor a su tierra” (Fernando López en La Nación dixit) del folleto turístico, que achata realidades y lima asperezas (se lo digo a usted también, Sr. Woody Allen). Hay que preguntarse si no hay algo de paternalismo condescendiente en este gesto, al ignorar adrede los conflictos de una región tan cosmopolita como la que retrata (sino vean la filmografía de Bruno Dumont, oriundo también del norte de Francia). Es verdad, no podemos exigirle verdad y compromiso a la comedia costumbrista francesa. Es decir, no le pidamos peras al olmo. Por lo pronto, tampoco le pidamos buen cine a Danny Boon.
Título: Bienvenidos al país de la locura.
Título original: Bienvenue chez les Ch’tis.
Dirección: Dany Boon.
Intérpretes: Kad Merad, Dany Boon, Zoé Félix, Philippe Duquesne, Line Renaud, Michel Galabru, Stéphane Freiss, Anne Marivin, Guy Lecluyse, Patrick Bosso, Zinedine Soualem.
Género: Comedia, Romance.
Calificación: Apta todo público.
Duración: 106 minutos.
Origen: Francia.
Año de realización: 2008.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha de estreno: 15/10/2009.
Puntaje: 4 (cuatro)
El staff opinó:
–Pese a que el público local quedará afuera de muchos chistes referidos a la fonética francesa encontrará regocijo en los variopintos personajes de un pueblito del norte de Francia, incluido un metafórico Quasimodo sin joroba en busca de su Esmeralda, y un protagonista lo suficientemente dúctil para cargarse esta amena comedia francesa a los hombros…– Pablo E. Arahuete (6 puntos)