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jueves, 19 septiembre 2024
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El último Elvis: La autenticidad no tiene glamour

Por Pablo E. Arahuete

Crepuscular, melancólica, emotiva y profunda son cuatro calificativos que calzan justo en El último Elvis, ópera prima de Armando Bo, hijo de Víctor y nieto del director que junto a Isabel Sarli escribieran un interesante capitulo en la historia del cine argentino, a quien pudo conocerse por haber sido el guionista de la película Biutiful -junto a Nicolás Giacobone, también coguionista de El último Elvis– de Alejandro González Iñárritu que en este caso aparece en los créditos como productor.

La devoción y la idolatría de figuras populares son dos cosas completamente distintas y de eso se encarga de dar testimonio el protagonista Carlos Gutiérrez (John McInerny, brillante), quien se mimetiza en su vida cotidiana nada menos que con el rey del rock: Elvis Presley. Su casa de Avellaneda, que en realidad pertenece a su madre internada en un geriátrico a quien visita de vez en cuando, refleja la sordidez en la que Carlos vive pero también encierra todas las cualidades de que allí ocurre algo extraño cuando, ya sea desde la voz o la aparición de reportajes o recitales de Elvis Presley en el televisor, la imagen sobre el protagonista se transforma.

Es que a diferencia de los imitadores de cantantes que aparecen durante el desarrollo de la película en el mundo del entretenimiento donde se desenvuelve Carlos y pelea cotidianamente por el pago de shows atrasados, su particularidad consiste en la encarnación de la figura decadente de Elvis que pese al paso del tiempo conserva intacta su mística cada vez que pisa el escenario aunque se trate de una fiesta de 15, casamientos o amenizar un evento para una sociedad de fomento. Carlos es el último Elvis, el olvidado y postergado, pero en definitiva el más auténtico de todos que no renuncia a su calidad de artista a pesar de estar rodeado de malas imitaciones en un mundo donde lo obsoleto se genera a cada segundo.

Sin embargo, en ese juego de ser otro y creerse otro -algo muy distinto- se superpone de manera contundente la realidad y la monótona y gris existencia de un cuarentón separado de Priscila (Griselda Siciliani) y con una hija, que se gana la vida como operario en una fábrica que acumula electrodomésticos obsoletos en un gran cementerio de heladeras y otros artefactos.

No obstante, cada revés de esa realidad cruda y sin demasiados matices no impide que Carlos mantenga firme su proyecto de hacer algo grande para que su hija llamada Lisa Marie (Margarita López, tierna y muy convincente) se sienta orgullosa de un padre ausente aunque la posibilidad de conocerla llegue también bastante tarde.

El último Elvis es antes que nada el mejor tributo que se le puede hacer al cantante de Memphis por el respeto sobre su figura, que a diferencia de cualquier biopic convencional sobre un artista aquí no se trata de representar ni personificar sino solamente de evocar desde el presente y desde un contexto anómalo un pasado de gloria y por eso la duración de cada número musical, donde se luce John McInerny no sólo por su voz sino por su presencia escénica que fluye en cada plano y encuadre como pocas veces se logra, dura el tiempo que debe durar y aparecen insertadas de forma progresiva y complementaria a la historia.

Un relato sobre la culpa y la redención al igual que ocurría en Biutiful que se toma las licencias poéticas necesarias para que el camino iniciático y la transformación del personaje resulte verosímil a la trama; un sentido homenaje a los artistas anónimos que huyen de la grandeza y el glamour para vivir con intensidad los pequeños momentos, que en definitiva son los más verdaderos e irrepetibles.

Título: El último Elvis.
Título original: Idem.
Dirección: Armando Bo.
Intérpretes: John Mc Inerny, Griselda Siciliani y Margarita López.
Género: Comedia, Drama.
Calificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 90 minutos.
Origen: Argentina.
Año de realización: 2012.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de estreno: 26/04/2012.

Puntaje: 8 (ocho)

 

 

El staff opinó:

-El relato está muy bien armado y demuestra gran solvencia narrativa en casi todos los rubros del argumento. Excelente la actuación del protagonista y excelentes las performances musicales. Sin embargo el desenlace del film, amen de su previsibilidad, no hace justicia al desarrollo de la narración. El impulso narrativo pierde mucho de su potencia dramática, y sobre todo de su humanidad, al tomar partido por la concreción del viaje, con el abandono de la hija. Creo que el film se hubiera tornado muy atractivo si la madre hubiera muerto y el protagonista hubiera tenido que lidiar con la crianza definitiva de su hija, aún en las condiciones patológicas en las que se desarrolla su personaje. Creo que con la decisión de salvar a la madre y devolver a la hija al hogar, se ha perdido la oportunidad de abrir todo un amplio espectro de potencialidad dramática en la relación padre-hija. De todas formas, el film es una muy buena apuesta.- Juan Samaja (9 puntos)

 

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