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jueves, 21 noviembre 2024
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Diablo: Infierno a domicilio

Por Julio Nakamurakare

Diablo no está en su mejor día. El ex campeón de box ha visto días mejores. Su rostro denota todos los signos de la mediana edad y el peso de incontables noches sobre el ring, contra las sogas, inmovilizando oponentes con llaves infalibles. Pero todo eso es parte del pasado, y todo lo que queda es un hombre vencido, encerrado en una covacha, rodeado de premios, trofeos, fotos y recortes amarillentos.

Sobre sus espaldas pesa un estigma y un equívoco, tal vez inapropiado elogio de reconocimiento: “Ah, vos sos el que mató a fulano?”. Fue la última pelea de Diablo. Su rival se desploma y muere en el acto. “Subió a pelear en contra de indicaciones médicas”, se defiende Diablo, pero la culpa lo carcome.

Diablo, o Marcos Wainsberg, también conocido como “El inca del Sinaí” por sus raíces mestizas, mezcla de sangre aborigen y judía, se despierta con una terrible resaca, pero ese es el menor de sus problemas. El teléfono suena. Es su novia, de quien se halla separado luego de una feroz discusión. La chica llama para hacer las paces y proponer una tregua. La chica se auto invita a almorzar. Diablo no puede rechazar la propuesta, pero antes debe poner orden en el caos que presuntuosamente llama “mi casa”.

A la comunicación telefónica le sigue una ristra de llamados a la puerta. El primero no augura nada bueno: se trata del primo de Diablo, Huguito, siempre metido en problemas con mafiosos o con la cana, o con ambos. No era una simple presunción. Luego del segundo llamado a la puerta, dos cadáveres sangrientos se apilan en la bañera de Diablo. Y así toda la mañana.

Lo más traumático y problemático, sin embargo, es que todos estos inconvenientes no han hecho más que interrumpir la ultrarrápida limpieza de la casa para dar una favorable impresión a la novia de Diablo. Así de tragicómica y ridícula es la vida de Diablo, y así de hilarante es Diablo, la comedia protagonizada por Juan Palomino como un derrotado pugilista.

Al mejor estilo gore, parece haber toneladas de sangre en la película, pero a no preocuparse: es evidente que a alguien se le escaparon chorros y chorros de ketchup.

Tomada en serio, Diablo, la película, es un mal chiste.

Encuadrada dentro del género que le corresponde, Diablo es un producto eficaz, muy eficaz, con abundantes dosis de humor absurdo y situaciones insólitas.

Es verdad que el comienzo de Diablo, con tomas artísticas en cámara lenta fotografiadas en blanco y negro tonalizado, puede ser engañoso. Algún espectador no avisado bien podría esperar una historia épica. También podría sucederle, pero de modo decepcionante, a un ávido fan del género bizarro.

A no engañarse, Diablo no es un cruce ni mixtura de géneros: es lo bizarro elevado a la máxima potencia, y a su protagonista, Juan Palomino, el rol le sienta a la perfección, como si hubiera pasado toda la vida preparándose para este papel.

¿Hace falta decir que Diablo -tanto la película como el personaje- es un verdadero ganador, tanto sobre el ring como en la calle, luego de despachar algunos chanchullos ajenos para dedicarse, con mucho ahínco, a sus enredos románticos?

Título: Diablo.
Título Original: Idem.
Dirección: Nicanor Loreti.
Intérpretes: Juan Palomino, Sergio Boris, Luis Aranosky, Hugo Quiril, Vic Cicuta, Jorge D’Elía, Leandro De la Torre, Gustavo Sala, Luis Ziembrowski, Flora Gró, Nicolás Galvagno, Valentín Javier Diment.
Género: Crimen, Drama.
Clasificación: Apta mayores de 16 años, con reservas.
Duración: 80 minutos.
Origen: Argentina.
Año de realización: 2011.
Distribuidora: Independiente.
Fecha de Estreno: 06/12/2012.

Puntaje: 8 (ocho)

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