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sábado, 23 noviembre 2024
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Sin hijos: Del rencor al aprendizaje

Por Pablo Arahuete

En su cuarta película, el director Ariel Winograd (Cara de queso, 2006) logra algo que es muy difícil: una comedia romántica que no se aparta un ápice de los convencionalismos del género y que ese detalle sea lo menos importante para decir que Sin hijos funciona en todo sentido.

En primer término, el elenco sostiene sin esfuerzo ni caprichos una historia que habla de la relación padres e hijos, de la madurez una vez rota la coraza de los rencores y de las irreconciliables diferencias cuando está en juego el ego sin importar el entorno ni el contexto donde lo único que cambia es el paso del tiempo.

Con esas tempranas promesas del amor incondicional que surgen en la juventud, Gabriel (Diego Peretti) y Vicky (Maribel Verdú) se distancian y desencuentran por distintas causas que no convienen revelar aquí. Pero luego de muchos años, vidas en paralelo, por el lado de Gabriel significaron un divorcio y la llegada de una hija como Sofía (Guadalupe Manent), aspecto que lo mantiene alejado de toda iniciativa para reencausar su vida amorosa y por quien se siente profundamente absorbido.

Al igual que en la primera vez, Vicky avasalla a Gabriel y le confiesa que su arribo a BAires no tiene otro objetivo que el de venir a buscarlo con la propuesta de comenzar una relación para establecerse y no seguir deambulando con sus valijas por el mundo, aunque sin renunciar a su cuota de libertad que implica no tener hijos.

Ante el dilema, entonces, Gabriel apela a una serie de estrategias para ocultar a Sofía de los ojos de Vicky, disparador del torrente de situaciones y enredos que sirven a Winograd para mover las clavijas de la comedia y explotar las condiciones tanto de Peretti para el humor como de la pareja con Verdú en el ámbito de la comedia romántica. Pero el contra punto de este film se lo lleva la revelación Guadalupe Manent, quien aporta en los retrueques y en las actitudes para con su padre ocultador, uno de los aspectos más interesantes de Sin hijos.

Sin recurrir a un mensaje ni tampoco empañar la película con dosis de moralina culpógena, las diferencias de los aprendizajes entre adultos, que a veces parecen niños, y niños adultos como Sofía, deja plasmado que el rencor imposibilita el camino hacia la madurez y en un segundo plano que la búsqueda del amor, ya sea de pareja o familiar, es una meta alcanzable para la que el tiempo no necesariamente es un obstáculo.

Cuando se intenta recurrir a fórmulas aplicadas sin un criterio de identidad lo suficientemente sólido como para dejar una marca en el producto final, no se llega nunca a buenos resultados por carencia de sentido. Con Sin hijos ocurre exactamente lo contrario, en más de una escena Ariel Winograd consigue amalgamar el timing y ese plus que no se explica desde lo genérico, sino desde lo humano, y con eso alcanza y sobra.

Sin hijos: Del rencor al aprendizaje 2Título: Sin hijos
Dirección: Ariel Winograd
Intérpretes: Diego Peretti, Maribel Verdú, Horacio Fontova, Martin Piroyansky, Marina Bellati, Pablo Rago, Guadalupe Manent
Calificación: No disponible
Género: Comedia, Romance
Duración: 100 minutos
Origen: Argentina, España
Año de realización: 2015
Distribuidora: Buena Vista Internacional
Fecha de estreno: 14/05/2015

Puntaje 8 (ocho)

Pablo Arahuete
Pablo Arahuetehttps://cinefreaks.net/2023
Licenciado en Periodismo y Comunicación, crítico de cine, escritor en potencia y soñador en acto. Amante del buen cine, la incertidumbre y las preguntas difíciles.
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