Una retrospectiva por el cine de Ezequiel Acuña amerita un repaso por todas sus peliculas anteriores a La Vida de Alguien. Desde CineFreaks la mirada atenta ante un director argentino que ha demostrado en más de una década madurez, riesgo y personalidad.
Titulo: Excursiones
Director: Ezequiel Acuña
Clasificación: Solo Mayores de 13
Género: Cine Independiente, Comedia, Drama
Duración: 80 minutos.
Origen: Argentina
Año Realización: 2009
Intérpretes: Alberto Rojas Apel, Matías Castelli, Martín Piroyansky, Santiago Pedrero, Ignacio Rogers y Mariano Llinás
Fecha Estreno: 09/01/2010
Por Pablo E Arahuete
Excursiones: Amigos , siempre fuimos amigos…
Con Excursiones, tercer opus de Ezequiel Acuña (Nadar solo, Como un avión estrellado) el realizador pasa de la adolescencia a la madurez con la que es sin lugar a dudas su obra más sólida. Si en los dos primeros trabajos su propuesta se caracterizaba por crear atmósferas sugestivas en las que siempre se destacaba el aporte musical, sumado a la calidad para construir diálogos que hacen de la banalidad una fiesta, aquí no sólo el director confirma que su talento sigue intacto sino que se supera planteándole al mismo elenco (todos ellos excelentes, por cierto) de sus anteriores proyectos una trama que entra en constante interrelación con sus antecesoras; propone un universo cargado de humor, sensibilidad y profundidad.
El de Acuña es un cine vital, personal y necesario. Esa vitalidad paradójicamente se respira en cada plano de este relato sólido cuando el trasfondo de la historia es la muerte de un personaje que provoca entre dos amigos un distanciamiento por diez años. También es un lindo pretexto para un buen reencuentro y de ahí parte esta historia, en la que la rivalidad, la nostalgia por una infancia que ya pasó, la lealtad y la camaradería ocupan el núcleo temático.
Sin embargo, hay otra muerte simbólica: la adolescencia o el tránsito a la adultez. Quizá en ese tono blanco y negro melancólico con el que se tiñe cada imagen la idea se resignifique.
Cabe aclarar a nuestros estimados lectores que el ultralimitado estreno que confina a esta gran película argentina a una sala en el Malba seguramente le quite la cantidad de espectadores que merece. No obstante, es justo agradecer a este complejo cultural la chance de poder descubrirla, aunque requiera del público una predisposición particular ante tanta oferta en la cartelera.
Puntaje 9 ( nueve)
Como un avión estrellado: Crecer duele
Titulo: Como un avión estrellado
Director: Ezequiel Acuña
Clasificación: ATP
Género: Drama
Duración: 80 minutos.
Origen: Argentina
Año Realización: 2005
Intérpretes: Ignacio Rogers, Manuela Martelli, Santiago Pedrero y Carlos Echevarría
Fecha Estreno: 27/10/2005
Por Pablo e Arahuete
A simple vista pareciera que Como un avión estrellado, segundo opus del realizador Ezequiel Acuña, viene a cerrar su díptico sobre la adolescencia, ese espacio fronterizo con la temprana adultez, atravesado por la orfandad y la vacilación constante.
Pero de inmediato, y apoyado en el último plano de este film, da la impresión de que vendrá una tercera y una cuarta aproximación a ese universo difuso, misterioso y cruel que Acuña comenzó a explorar con su ópera prima Nadar solo, con más intuición y sensibilidad a cuestas que planificación sin riesgos. Entonces, el término díptico va a quedarle chico porque puede palparse -por lo que se ve en pantalla- que el tema, lejos de agotarse o volverse reiterativo, abrirá nuevos rumbos siempre en consonancia con la madurez narrativa y personalidad que Acuña está adquiriendo.
Es difícil no sentirse mal cuando uno transita la adolescencia y más aún cuando todo parece estar muy lejos de nuestro alcance o simplemente se vive con la melancolía del destiempo; con la sensación de lo que pudo ser y no fue; con la deriva emocional que supone sufrir las heridas de los conflictos adultos en una piel recién curtida bajo los preceptos de una mente embotada. Ese biorritmo inestable, donde el desencanto se refracta en la fugacidad de las cosas y en la necesidad de aferrarse al otro para no estrellarse, irrumpe en la vida de los personajes bosquejados por Acuña como freno ante cualquier cambio.
Precisamente, lo fugaz define el primer encuentro entre Nico (debut de Ignacio Rogers en el cine) y Luchi (la revelación chilena Manuela Martelli) en el aeropuerto de Valdivia antes de embarcarse de regreso a Buenos Aires. Bastará un cruce de miradas para que Nico fije el rostro de la chica en sus retinas y desee algún día volver a verla. Ese momento llegará cuando azarosamente la muchacha entre a la veterinaria, atendida por Nico y su hermano mayor (Carlos Echevarría), para que revisen a su conejo enfermo. Excusa ideal que encuentra el muchacho ampuloso y tímido para originar un nuevo encuentro y así abrir las chances de conocerse mejor.
Sin embargo, alejado del idílico romanticismo adolescente, Acuña escarba en la profundidad de sus personajes, en sus inseguridades, miedos y frustraciones que se exteriorizan en el lenguaje corporal y en las actitudes frente al entorno. Un recorte de la realidad, marcado por la ausencia de los adultos (ya sea por estar sumergidos en la depresión como en el caso de la madre de Santi o por haber muerto en un accidente en el caso de Nico y su hermano) y la necesidad de volver a los afectos.
Ya en Nadar solo se vislumbraba una suerte de deambular sin rumbo o la búsqueda interior de los afectos y la identidad. La sensación del no rumbo y de adolecer de todo y de todos encuentra su mejor registro en el ritmo pausado y en los tiempos muertos que el realizador consigue crear desde el silencio. Una puesta en escena rigurosamente austera, una fotografía tenue y opaca y el interjuego físico y psicológico de sus personajes. Es imposible no encontrar en Ezequiel Acuña influencias cinematográficas de Gus van Sant y sus callados y perturbados adolescentes de Elephant, o del polémico Larry Clark, quien bucea encarnadamente la problemática adolescente.
Esa visceralidad -no tan extrema como suele entregar el autor de Kids– aparece en Como un avión… contenida, intermitente en los destellos de violencia de Santi (Santiago Pedrero), el mejor amigo de Nico que tiene a cargo el cuidado de su madre. Desilusión, incompatibilidades, amores no correspondidos parecen abstracciones pero en el cine de Ezequiel Acuña se hacen carne y lastiman como en el instante en que se abandona el refugio de la infancia.
Puntaje 8 (ocho)
Nadar solo: Sin rumbo
Titulo: Nadar solo
Director: Ezequiel Acuña
Clasificación: ATP
Género: Drama
Duración: 102 minutos.
Origen: Argentina
Año Realización: 2001
Intérpretes: Nicolás Mateo, Santiago Pedrero, Antonella Costa, Tomás Fonzi, Manuel Callau y Mónica Galán
Fecha Estreno: 05/06/2003
Por Pablo E Arahuete
El nuevo cine argentino, término que en muchos realizadores jóvenes causa escozor, se caracteriza entre otras cosas por intentar reflejar temáticas actuales con determinados actores sociales, pero sobre todas las cosas, su búsqueda se circunscribe a nuevas estéticas y a explorar las posibilidades del lenguaje cinematográfico. De ese amplio espectro de propuestas pueden distinguirse aquellos trabajos donde lo importante es la forma y no el contenido, como en Caja Negra o, por el contrario, producciones en las que pesa la historia y los personajes y la forma es funcional a las exigencias de la trama.
Nadar solo, ópera prima de Ezequiel Acuña, se sitúa a medio camino de las dos tendencias anteriores. Por un lado, aborda un tema poco explorado por el cine local como lo es el mundo de los adolescentes de clase media, desalentados e insatisfechos, sin referentes ni inquietudes, sumidos en un profundo estado de confusión permanente. Por otro lado, intenta transmitir desde la puesta en escena y la férrea decisión de no manipular el tiempo y el espacio, el hastío y la desolación de sus personajes.
Martín es un joven de 17 años, con muy pocas inquietudes y a punto de ser expulsado del colegio privado al que concurre con Guille, su amigo de siempre que corre su misma suerte. Los dos formaron una banda de rock pero no ensayan con la frecuencia necesaria para poder tocar bien. El llamado de un amigo de Pablo, su hermano mayor, al que hace dos años que no ve, lo motiva para iniciar una búsqueda y así encontrar un referente en quien quizá pueda hallar respuestas para abandonar su vida monótona. La búsqueda de su hermano mayor le remueve recuerdos de chico y la nostalgia por ese niño que alguna vez fue y se está transformando, paulatinamente, en adulto.
Un viaje repentino a Mar del Plata, por un fin de semana, le permite conocer a una chica, nostálgica como él. Adolescentes, sin rumbo, vagando por una ciudad triste, con un futuro incierto, parece ser la idea rectora del film de Ezequiel Acuña, cuyo antecedente en el cortometraje se ve plasmado en la estructura de este film.
Algunas ideas sueltas, la incomunicación con los adultos, la falta de proyectos y el vislumbrar un futuro incierto surgen en la historia como pequeños fragmentos. A veces la utilización del humor como recurso narrativo entre las escenas resulta forzada y desentona con el clima que el film propone desde el comienzo. Ocurre un efecto contrario con el trabajo en la banda sonora y la puesta en escena.
Pausada, autorreferencial, honesta, Nadar solo es un retrato sensible y melancólico de una generación que deambula por las calles apagadas de una ciudad sin futuro. Su tono intimista, cuyas influencias de Los 400 golpes de Truffaut no puede negar, transmite una inmensa incertidumbre, como el mar.
La ópera prima de Acuña es un buen augurio y confirma que el cine argentino sigue transitando un camino venturoso.
Puntaje 7 (siete)
Entrevista reciente a Ezequiel Acuña en CINEFREAKS
http://www.cinefreaks.com.ar/web/nota.php?zna=&iSWE_ID_O=60&iSWE_ID_1=68&iENC_ID=6526