Por Francisco Nieto – Corresponsal Cine Nueva Tribuna, España
Si decimos el nombre de Rawson Marshall Thurber seguro que a la mayoría no le va a sonar. Pues bien, se trata del director de algunas comedias más pasables que ha parido el cine norteamericano en los últimos años. Suyos son títulos como Pelotas en juego (Dodgeball: A True Underdog Story -2004-) o ¿Quién *&$%! son los Millers? (2013), obviando que también se puso tras las cámaras para filmar engendros de la talla de Los misterios de Pittsburgh (2008).
A Thurber se le considera en el gremio como uno de los alumnos más aventajados de John August (escritor de libretos para Tim Burton tan esenciales como El gran pez -2003-, El cadáver de la novia -2005- o Charlie y la fábrica de chocolate -2005-). Y algo se le tiene que haber pegado, ya que sus películas denotan un cuidado en el lenguaje y en la articulación de los diálogos, muy por encima de la media. Otra cosa distinta es si nos referimos a la hora de colocar la cámara para filmar secuencias de acción. Ahí otros muchos le pasan la mano por la cara y le ganan en cuanto a imaginación y espectacularidad.
Un espía y medio (2016) juega al contraste entre dos personajes -en principio antagónicos- que poco a poco irán convergiendo en pos de resolver un macguffin envuelto en intrigas tan pueriles como innecesarias. Aquí se trata de hacerse con los códigos de un satélite que puede ser utilizado para fines nada honestos.
Esta peripecia sirve de excusa para ir salpicando la acción de tiroteos, persecuciones y demás piruetas ruidosas, que se repiten durante las casi dos horas del alargado metraje. A fin de cuentas, la película se viste de buddy movie para contarnos algo visto una y mil veces en pantalla: cómo un hombre vulgar y corriente puede verse metido en un embrollo “bigger than life” que le hará ganar en autoestima y le sacará del letargo de su vida corriente y aburrida.
Si hay que buscar un atisbo de originalidad en esta propuesta sin dudas hay que acudir a una segunda lectura mucho más interesante que se nos plantea desde la escena inicial del film: una cruel secuencia de bullying, digna de heredera de Carrie (1976) en la que un mozalbete, algo orondo, es arrojado tal y como vino al mundo en medio del gimnasio donde se está celebrando la fiesta de fin de curso de su instituto.
Allí, el único que se compadecerá de su vergonzante situación será, paradójicamente, el alumno más ejemplar del lugar; el mismo que años después habrá visto truncadas todas sus expectativas de éxito y no volverá a reverdecer viejos laureles hasta que vuelva a toparse con su antiguo colega, convertido ahora en una especie de bestia parda tipo armario empotrado.
La propuesta gana cuando se deja de zarandajas pirotécnicas y se centra en aspectos más reflexivos como puedan ser la insatisfacción por no haber alcanzado los objetivos vitales o el doble rasero, o la ambigüedad por la que se pueden llegar a medir las personas.
Las críticas del film han destacado sobre todas las cosas la química que desprenden la pareja formada Dwayne “The Rock” Johnson y Kevin Hart. El primero se esfuerza por zafarse de su imagen de hombre duro e intenta demostrar sus pretendidas dotes de comedia, tal y como hicieran en su día otros intérpretes musculados como Arnold Schwarzenegger en Gemelos (1988) o Un detective en el kinder (1990), o Sylvester Stallone en Alto o mi madre dispara (1992). Lo consigue a medias.
Johnson no es precisamente un dechado de virtudes en cuanto a nivel interpretativo se refiere, y ahí es donde resalta la figura de su compañero en el film, un digno heredero del más frenético Eddie Murphy de la saga Un detective suelto en Hollywood (1984), capaz de soltar frases a un ritmo endiablado al que añade ciertas gotas de slapstick que le sientan muy bien al conjunto de la acción.
La peli entretiene aunque acaba haciéndose un pelín larga. Cuando parece que la historia ya no va a dar más, aparecen unos cuantos cameos de comediantes contrastados (por allí pululan Jason Bateman, Aaron Paul o la mismísima Melissa McCarthy) quienes elevan el nivel de la narración y garantizan algún que otro gag salvable.
Quizás se eche en falta un poco más de riesgo y mordacidad a la hora de tratar temas que se resuelven de forma demasiado pueril. El contenido vuelve a ganar a la forma y eso se traducirá en que, por ahora, el nombre del director de este film siga trabajando a la sombra de otros cineastas como Judd Apatow o Lena Dunham, quienes sí han sabido diferenciarse del resto y dotar a sus producciones de personalidad propia.
Título: Un espía y medio
Título original: Central Intelligence
Dirección: Rawson Marshall Thurber
Intérpretes: Dwayne Johnson, Kevin Hart, Amy Ryan, Danielle Nicolet, Jason Bateman, Aaron Paul, Ryan Hansen, Tim Griffin, Timothy John Smith, Thomas Kretschmann
Calificación: Apta para todo público
Género: Comedia
Duración: 107 minutos
Origen: Estados Unidos
Año de realización: 2016
Distribuidora: Distribution Company
Fecha de estreno: 18/08/2016
Puntaje 5 (cinco)