Por Pablo Arahuete
César dejó su Bolivia natal en busca de un mejor futuro. Encontró gente nueva con quienes intercambiar experiencias y dispuesto a conocer otra cultura pero siempre afianzando en los valores de su identidad. No la pasó del todo bien los primeros años cuando vendía verduras, aunque encontró en la murga su escape creativo. En Ciudad Oculta se gestó la murga Los locos no se ocultan, las canciones de César y su charango hablan de su realidad, exponen la pintura del día a día y el ritmo se siente cuando pisan la calle en un baile repetitivo, donde se escucha el consabido latido de los bombos. Sin embargo, el regreso a su tierra y la idea de volcar la experiencia de la murga en su propio suelo es el mayor desafío que atraviesa y la piedra en el camino de este anómalo documental de Francisco Bouzas. La simpleza de César al compartir su historia de vida es la misma que la de las letras de sus canciones pero también la interesante distancia de la cámara para hacer de la primera persona un atractivo mayúsculo, en el acompañamiento y en la nulidad expresa de todo discurso periodístico o maniqueo, aquel que mira las historias de superación siempre con los mismos ojos y nunca más allá.