Por Aleix Sales, corresponsal Cine Nueva Tribuna, España
Es sorprendente que aún teniendo bien presente en la cultura popular la trilogía magna de Christopher Nolan y la encarnación de Ben Affleck en las cintas de Zack Snyder –fuente inagotable de memes tanto en el film como en la campaña promocional-, se haya apostado por reiniciar la franquicia del hombre-murciélago con tanta rapidez. Para justificar este reboot, Matt Reeves y el guionista Peter Craig deciden cambiar ligeramente el acercamiento al personaje, firmando una película de detectives guiada por el aura de David Fincher.
En la Gotham más oscura, lluviosa y con retales de steampunk que se recuerda, un Batman más cerebral acompaña al comisario Jim Gordon en un ambiente repleto de cartas, paquetes, mensajes, acertijos y cafés. Atrás queda la acción azulada de Snyder, la elegancia gris de Nolan o el kitsch de los noventa, pero sí que se recupera el espíritu gótico de Tim Burton en una versión mucho más sobria.
Este Batman noir parte de una óptica estimulante sobre el papel en su afán de captar un héroe más introspectivo, regodeado en su calvario, e insertarlo en una historia donde la seguridad en sí mismo es puesta a prueba constantemente, pero el film no cumple las expectativas a la hora de ejecutarse. Para tratarse de su cinta pretendidamente más íntima, el retrato y desarrollo psicológico es insustancial para todos los personajes, donde la faceta Bruce Wayne -la cara humana del protagonista- queda reducida para dar más peso a la de Batman. Los secundarios y enemigos no sobrepasan el lugar común, incluso para aquellos que provienen de infancia traumática.
La sumisión de Batman en un juego de enigmas es a priori aplaudible, pero en todo momento la trama se cree más lista de lo que es, brindando una sucesión de misterios visualmente atractivos pero anodinos, con los cuales Reeves no logra mantener la tensión durante sus 3 horas de metraje. De hecho, la admirable síntesis que emplea al inicio –en la que el asesinato de los progenitores Wayne es sorteado de forma alternativa y concisa-, se pierde en reiteraciones o giros prescindibles.
The Batman supone una lectura interior y deprimente del personaje, convirtiendo a Bruce Wayne en un taciturno emo herido, para el que Robert Pattinson da el perfil tras sus pasados como vampiro adolescente o martirizado joven en sus colaboraciones con David Cronenberg. Paradójicamente, a Pattinson le falta potencia para encarnar a un intensito de estas magnitudes, quedándose en un sadboy narcotizado que le alejan de esos saltos cualitativos que realizó en películas como El faro (Robert Eggers, 2019), por mencionar otro atormentado sufridor. Zoë Kravitz da vida a una Catwoman funcional que requiere de mejores momentos, mientras que Paul Dano parece que haya salido directamente de La sospecha (Prisoners, 2013). Andy Serkis acertadamente es el Alfred más Watson jamás visto, pero su cúspide emocional se antoja desperdiciada, y Jeffrey Wright cumple sin más aproximándose demasiado a Gary Oldman.
Por su parte, es una pena que no se explote más a John Turturro, ocasionando que al fin quien sobresalga más sea el Pingüino de un irreconocible Colin Farrell, embrujado por los espíritus de Joe Pesci o el Robert De Niro de Los intocables (Brian De Palma, 1987).
Como decíamos, Reeves prefiere seguir por una vía más sesuda –aunque más vacía de lo que vende-, pero también incluye sus dosis de acción, en general sin empachar como otros blockbusters épicos recientes, pero cuyas set pieces resultan poco memorables, más allá de algún luminoso momento al principio. Sin embargo, la alargada extensión y los convencionalismos en los que acaba cayendo a nivel formal y narrativo ahogan sus puntuales virtudes, donde lo único que sobrevive invicto es la notable banda sonora de Michael Giacchino.
Hoy en día está claro que para la superproducción heroica o se tira de fórmula -como la mayoría de obras de Marvel, pese al marketing empeñado en venderse como algo diferente-, o se intenta dar una vuelta de tuerca al universo, como ha intentado hacer Reeves. No obstante, en estos casos siempre persiste la sensación de que los estudios deciden coartar hipócritamente todo el potencial creativo con el fin de acabar inscribiéndose en un patrón reconocible y asegurarse la aceptación del público masivo. Esto deja las obras a medio gas en sus pretensiones, a veces incluso en un quiero y no puedo cercano al desastre como ha sido, últimamente, The Matrix Resurrections (Lana Wachowski, 2021).
Sin caminar por la senda del caos, justamente es lo que le sucede a The Batman: quiere volar más allá pero carece de libertad por satisfacer las voluntades de los conservadores despachos. Lamentablemente, en este caso el no ir a fondo con sus pequeños riesgos la abandona a la sombra de la trilogía de Nolan, que consiguió fijar cada uno de sus elementos con mucha mayor armonía, y pone el mayor interrogante en si verdaderamente hacía falta su existencia.
Título: The Batman.
Título Original: Idem.
Dirección: Matt Reeves.
Intérpretes: Robert Pattinson, Zöe Kravitz, Paul Dano, Andy Serkis, Colin Farrell, Jeffrey Wright, Peter Sarsgaard, John Turturro, Jayme Lawson, Con O’Neill, Barry Keoghan y Gil Perez-Abraham.
Género: Basado en comic, Acción, Crimen, Drama
Clasificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 175 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2022.
Distribuidora: Warner.
Fecha de Estreno: 03/03/2022.
Puntaje: 5 (cinco)