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jueves, 21 noviembre 2024
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Especial James Bond #6: Carisma, elegancia, seducción…

Por Alan Prince

Como cité en la entrega anterior la MGM atravesaba problemas económicos lo cual impedía que Bond pudiera volver, si a eso le sumamos que la productora francesa Pathé había comprado la MGM y United Artists, Broccoli se enfrentaba a un problema legal por la distribución del personaje.

Aún así confiaba que se resolvería el conflicto a corto plazo y en el Festival de Cannes de 1993 había anunciado “Goldeneye” con Timothy Dalton, pero el litigio tardó un poco más.

Con continuas reescrituras de guion que se vieron afectadas por la caída del Muro de Berlín, la desaparición de la Unión soviética y el fin de la Guerra fría, Bond no sólo debía amoldarse a un nuevo contexto histórico sino también que su misión era captar nuevamente al público, en una industria que cada vez se volvía más competitiva.

Con un lapso de más de cinco años desde el último estreno, Dalton quería darle un cierre adecuado a su etapa como Bond aunque dudaba porque para aquel entonces estaba cerca de cumplir los 50 (vestigio inobjetable del fanatismo y meticulosidad con el que encarnara al agente secreto que, recordemos, rondaba en los libros los 35- 45 años) y no quería dar pena como Roger Moore en sus últimos filmes por lo que finalmente decidió quedarse con sólo dos títulos.

Con la búsqueda del nuevo Bond y con Albert Broccoli alejado de la saga, tanto su hija Barbara como Michael G. Wilson, ahora 100% al mando, convocaron a un viejo conocido: Pierce Brosnan.

Recordemos que Brosnan se había perdido la oportunidad de encarnar a Bond luego de que la NBC renovara por una nueva temporada Remington Steele (1982-1987) y le impidiera participar. Pero con la noticia de Dalton como nuevo Bond, el rating cayó en picada y a poco de estrenarse la nueva tanda de episodios la serie fue cancelada.

Sin serie, Brosnan ahora sí estaba listo para ser el nuevo 007.

El Bond fuera de época

Tarantino alguna vez confesó que si hubiese tenido a Bond en sus manos lo ambientaría en los 60’s, pero los planes de Barbara Broccoli eran otros: actualizar a Bond, el agente era más que un personaje surgido en esa convulsionada década y si en el pasado se había logrado adaptar a las demandas del publico… ¿qué cambiaría en un contexto moderno?

Sin material que adaptar por parte de Fleming (si descartamos el trabajo de otros autores que continuaron creando aventuras de Bond) Goldeneye sería la encargada de quitar al agente de una larga pausa (algo histórico de la saga que año a año, como mucho dos, teníamos un nuevo filme) y adaptarlo a una nueva era.

Martin Campbell, un director que para aquel entonces se lucía en la serie Los profesionales, fue el elegido para reiniciar a Bond con Goldeneye (en homenaje a la finca de Fleming donde concibió las historias).

Con la década de los 90’s tuvimos también un cambio en el rol de la mujer logrando que M, por primera vez, fuera interpretado por una mujer. En este rol se destacó la prestigiosa Judi Dench que a partir de entonces tendría a Bond bajo sus órdenes.

Al margen del hito histórico que representó para la saga la presencia de una mujer al mando de la MI6, el rol de Moneypenny esta vez quedó en manos de Samantha Bond (actriz que era íntima amiga de Caroline Bliss, la Moneypenny de la era Dalton) y con el inamovible Q (de nuevo interpretado por Desmond Llewelyn).

El filme aportaría una interesante galería de villanos, presentando por primera vez a un ex compañero suyo en el rol antagonista, Alec Trevelyan (Sean Bean), con una vuelta de tuerca como 007 jamás había enfrentado.

Con la modernidad no sólo tendríamos elementos módicos de ciencia ficción sino también momentos retro donde Brosnan recuperaría la elegancia de Moore (vistiendo trajes cada vez más sofisticados) pero también la crudeza, apenas morigerada, de Dalton (aún así el filme tuvo el récord de 47 muertes a manos de Bond).

Durante la premiere se juntaron Albert Broccoli, Sean Connery, Timothy Dalton y Roger Moore, dándole su apoyo a Brosnan.

Además de presenciar la reconciliación de Connery y Broccoli (también lo haría con Saltzman), Goldeneye (1995) tendría una gran aceptación y sería la última que vería Broccoli antes de su fallecimiento.

Bond nunca muere

Con el éxito de Goldeneye, la siguiente entrega El mañana nunca muere estaba a la vuelta de la esquina para 1997.

Con este nuevo capítulo tendríamos una nueva veta de villanos más acorde a los tiempos: los empresarios. El villano venía bien para el contexto de la época: a fines de los 90’s los medios de comunicación ganaban un mayor terreno y Barbara Broccoli demostró llevar un digno legado de su padre para adaptarlo a los tiempos que corrían.

Roger Spottiswoode (Bajo fuego, 1993) estuvo a cargo de la dirección, tras la marcha de Campbell a favor de La máscara del Zorro.

Si Brosnan era un intermedio entre Dalton y Moore, en esta entrega pareció predominar la de este último. Donde los remates chistosos fueron mayores y el fuerte de esta saga parecía ser como siempre la relación amor-odio con M, en la que también se reflejaría que las mujeres ya no eran meros personajes decorativos desde entonces.

El mañana nunca muere (1997) tuvo una gran repercusión, incluso le hizo frente al arrollador estreno de Titanic ese mismo año.

Con 007: El mundo no basta (1999), la tercera entrega con Brosnan y dirección de Michael Apted, tuvimos la despedida de Q, siendo reemplazado por el agente R (John Cleese) quien ahora lo proveería de los artilugios más fantasiosos.

Con una línea más retro donde los terroristas regresaban, además de giros inesperados (algo habitual en el cine de espionaje) donde la línea del bien y el mal se desdibujaba. Esta aventura de 007 fue un nuevo triunfo para la era Brosnan.

Con la llegada del nuevo milenio, también estábamos cerca del 40 aniversario de su primer filme y la idea era festejarlo a lo grande. ¿Cómo? Con una gran película, desde ya.

Así llegamos a Otro día para morir (2002). Brosnan propuso a Brett Ratner, conocido por la saga de Rush Hour y la precuela con Hannibal Lecter Dragón rojo, para que se hiciera cargo del timón en su cuarta incursión como el espía británico, pero tanto Broccoli como su hermano rechazaron rotundamente la idea por el simple hecho de que detestaban la saga con Jackie Chan y Chris Tucker. En cambio, optaron por el neozelandés Lee Tamahori quien era conocido por dirigir El amor y la furia (Once Were Warriors, 1994) y Abuso de poder (Mulholland Falls, 1996) y, para más datos, era fan de la saga.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Aunque originalmente veríamos de nuevo un Bond renegado en la línea de Dalton, Brosnan se vio opacado por la visión del director que, tal como hiciera en los 70’s Albert R. Broccoli, sintonizaba con la idea de adaptarse a lo que estuviera de moda en ese momento. Si El Señor de los anillos, Matrix, Harry Potter y Spider-Man nos enseñaron algo, era que gracias al CGI todo podía ser posible.

Así, luego de un primer acto donde veíamos a Bond siendo secuestrado y torturado (un gran aporte creativo de Brosnan), el filme toma otra dirección totalmente distinta con una trama rodeada de elementos fantásticos en su máxima expresión: autos invisibles, una escena bizarra surfeando un tsunami, rayos láser e incluso cyborgs. Elementos fuera de contexto en la saga del agente donde siempre se bordeó la inverosimilitud, aunque esta vez se les había ido la mano.

Como todo intérprete de Bond, Brosnan tuvo su oveja negra en su filmografía, mientras que Connery lo tuvo con Los diamantes son eternos, Moore con En la mira de los asesinos, Dalton había estado en el ojo de la tormenta con Licencia para matar; ahora Otro día para morir se había convertido en el trago amargo de Brosnan.

Aún así, con más errores que aciertos, no importó que pese a que la crítica aniquilara al filme la taquilla siguiera favoreciendo a Bond, claramente.

El Bond tecnológico

Con el Aston Martin infaltable, Brosnan no fue sólo un punto intermedio entre la interpretación de Moore y Dalton, sino que fue responsable de reintroducir el personaje al público, actualizarlo en un contexto donde en poco más de seis años el mundo había cambiado vertiginosamente, sumado a que ya no había novelas para adaptar, permitió darnos un Bond arraigado al tiempo pero a su vez contemporáneo.

Brosnan, siendo considerado por las nuevas generaciones como el mejor Bond, tendría una nueva película en proyecto del 007, que lo regresaría a sus fuentes.

Aunque la era de Brosnan se había caracterizado por tener ideas originales, había un libro que no había sido adaptado por EON Productions: “Casino Royale”.

No obstante, existía un problema. Sony Pictures tenía los derechos sobre “Casino Royale”, pero MGM tenía en su poder a Spider-Man. Gracias a este intercambio no sólo pudimos ver la saga Spider-Man de Sam Raimi, sino que posibilitaría que “Casino Royale” vea la luz.

Una llamada telefónica cambiaría los planes de darle un cierre digno a la era Brosnan: la adaptación se convertiría en un reinicio total, por lo que el irlandés se convertiría en el primer actor en ser despedido.

“Casino Royale” llegaría para borrar más de 40 años de continuidad y brindar otro tono a la historia, con un nuevo intérprete…

James Bond regresará…

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