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jueves, 21 noviembre 2024
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Crímenes del futuro: Post-humano… demasiado post-humano

Por Juan Alfonso Samaja

En un futuro indefinido, la humanidad ha entrado en un proceso de mutación biológica, y el cuerpo humano empieza a generar nuevos órganos a-funcionales. Como contrapartida de este proceso, se atrofian ciertas funciones adaptativas, especialmente la capacidad de sentir dolor. Esto último trae como consecuencia la moda de las cirugías performáticas como espectáculo público, donde se intervienen los cuerpos por medio del bisturí como una nueva forma de experiencia estética y erótica. Entretanto, un grupo subversivo pretende iniciar una revolución evolutiva, creando un nuevo tipo de corporeidad capaz de alimentarse de deshechos plásticos.

Crítica

“Las cosas vivas tienen el privilegio del dolor”
(Hegel, G.W. Enciclopedia de las ciencias filosóficas en compendio)

Como gran parte de su filmografía, Cronenberg tematiza en este film el tema del cíborg, y el concepto de las nuevas corporalidades, donde se elimina la distinción entre mecánico y orgánico, biológico y tecnológico.

El relato desarrolla las nuevas sexualidades, y los nuevos goces atravesados por lo tecnológico, en el marco genérico de un thriller policial. La idea central de que la cirugía es la nueva forma del goce sexual es la idea rectora, y probablemente la irrupción de órganos sin función aparente, parece fortalecer la autonomía del cuerpo de su funcionalidad y naturaleza biológica. No sólo los órganos aparecen sin función aparente, sino que la misma cirugía, devenida forma artística, se emancipa de su función reconstructiva y centrada en la salud, para transformarse en una fuerza transformadora, en un demiurgo de la carne.

Así como ciertas realidades quedan sin función aparente, libradas a su propia lógica, otras materialidades quedan resignificadas en una función humanizada y humanizadora: la tecnología pasa a ocupar una función de goce para el cuerpo. Las cuchillas del bisturí penetrando la carne revelan hasta qué punto esta dimensión material de la tecnología asume el lugar simbólico del falo. Sin embargo, a diferencia de otro tipo de propuestas de ciencia ficción donde la tecnología asume una forma humanizada, pretendiendo desplazarnos en nuestra pretendida unicidad, las máquinas y las cuchillas de Cronenberg son groseramente mecánicas e impersonales, son meras cosas sin alma, puros objetos carentes de emoción y de subjetividad. Y eso es lo que al mismo tiempo fascina y perturba. La desaparición del dolor en los cuerpos humanos transforma la carne en mera materia, insensible y fría al roce, ajena al goce. Por fuera de ese marco sintiente que inaugura el dolor, el cuerpo sólo puede encontrar el placer en algo tan insensible como su nueva configuración: el acero de las cuchillas.

Como contraparte de este proceso de empoderamiento de la tecnología, aparece tematizada la deshumanización en la forma de ausencia del dolor. Una ausencia que, por una parte, constituye el imaginario del hombre-máquina (el autómata), y por otra muestra que el extremo de la violencia a la que se someten los cuerpos es la única forma del placer, de sentir algo.

La historia está centrada en Saúl Tenser un artista performático, que realiza su obra artística extirpándose en público órganos nuevos que su cuerpo genera de modo constante. El marco del thriller se inicia desde la primera escena: una mujer, Djuna, asesina a su pequeño hijo, a quien considera una aberración biológica por alimentarse de plástico. El muchacho es un caso extraño, pues ha heredado genéticamente la mutación del sistema digestivo que su padre había obtenido para sí mismo por medio de una cirugía. Muerta la criatura, el padre conserva el cadáver, organiza a un grupo subversivo, y pretende convencer a Saul de realizar frente al público la autopsia de su hijo, con el objeto de que el mundo conozca la corporeidad del futuro. Pero el gobierno intentará complotar esa revelación. Esta trama policial del relato queda, sin embargo, muy desdibujada y apenas funciona como un telón de fondo, una especie de coro griego, que prepara el estado emocional de la audiencia para los momentos protagónicos de las máquinas que interactúan con los cuerpos.

El film en cuestión lleva el mismo nombre que el segundo largometraje del director canadiense de 1970. Sin ser un caso de remake, aparecen –no obstante- algunos elementos comunes que vale la pena tematizar, aunque sea a título de curiosidad.

En ambas aparece tematizado un futuro indeterminado, cuya humanidad ha quedado afectada no por los terrores de la posguerra, asociados a las bombas atómicas, la contaminación del medioambiente, etc., sino por el hedonismo de los cuerpos: la cosmética, cuyos químicos producen una enfermedad en la piel que lleva a la muerte a gran cantidad mujeres adultas; las cirugías performáticas.

En ambas se tematiza también la aparición de nuevos órganos sin función aparente, así como aparece en ambas historias el motivo de la extirpación de los órganos.

En sendas películas aparece un grupo extravagante que pretende instaurar una revolución evolutiva: la nueva forma de procrear, con base en la pedofilia (debido a la muerte de las mujeres adultas, y la ausencia de enfermedades en la etapa de la infancia de las mujeres); y la nueva forma de alimentación, centrada en la producción de alimentos sintéticos, que haría posible alimentarse de los deshechos plásticos e industriales que el propio humano genera.

En ambas películas hay un asunto perturbador en relación a niños: el secuestro y violación (finalmente fallida) de la niña, y la autopsia sobre el cadáver del niño frente al público. En ambos casos se tematiza el ultraje del cuerpo infantil por parte del adulto.

En ambas aparece mencionado una sustancia líquida y viscosa que sale de algunas partes del cuerpo (en la versión de 1970, de las orejas, de la boca, de la nariz y de los pezones; en la versión contemporánea, de la boca). En la versión del 2022, el líquido es algo que el niño segrega, una especie de ácido que permite ingerir el plástico. En la versión de 1970, sin embargo, la sustancia es comestible, y adictiva, y funciona como estímulo sexual; pero en la versión de 2022 ambos rasgos desaparecen.

En ambas producciones el desenlace muestra al protagonista comiendo una sustancia nueva, y derramando una lágrima como reacción.

En la versión de 1970, Adrián Tripod, el protagonista y director de la empresa farmacéutica, ha entrado en contacto con la banda de pedófilos, y a él se lo postula para embarazar a la niña. Tripod entra a la habitación, pero cuando va a consumar el abuso ve en la niña la misma sustancia viscosa que emanaba de su mentor, Antoine Rouge (la misma que también emanaba del paciente con el que Tripod tenía una obsesión amorosa), y entonces decide no violar a la niña, prueba de la secreción y derrama una hermosa lágrima azul.

En la versión del 2022 lo que prueba Saúl es el alimento sintético que ha elaborado este grupo de nuevos organismos que pueden alimentarse del plástico. La lágrima no parece tener una explicación puntual, y podría simplemente ser un recurso expresivo sin explicación argumental. Sin embargo, las lágrimas que derrama Saúl en la versión del 2022 pueden interpretarse como el reconocimiento de que su cuerpo finalmente ha realizado el cambio que él ha venido resistiendo todo este tiempo, extirpándose los órganos cada vez que se desarrollan.

Vale la pena señalar la lograda labor de Viggo Mortensen, quien aporta al relato la fuerza interpretativa y un carácter potente a la hora de sostener el ritmo de una película que no ha podido, o no ha querido, confiar esta función en la dinámica del argumento.

Título: Crímenes del futuro.
Título Original: Crimes of the Future.
Dirección: David Cronenberg.
Intérpretes: Viggo Mortensen, Léa Seydoux, Kristen Stewart, Scott Speedman, Welket Bungué, Don McKellar, Lihi Kornowski, Tanaya Beatty, Nadia Litz, Yorgos Karamihos y Yorgos Pirpassopoulos.
Género: Drama, Terror, Ciencia-ficción.
Clasificación: Apta para mayores de 18 años.
Duración: 107 minutos.
Origen: Canadá/ Grecia/ Reino Unido.
Año de realización: 2022.
Plataforma: MUBI.
Fecha de Estreno: 29/07/2022.

Se exhibe en cines en 12 únicas funciones en la Sala Lugones entre el 14 y el 21 de julio.

Puntaje: 7 (siete)

Link: Con 12 únicas funciones la sala Lugones estrena Crímenes del futuro, de David Cronenberg 

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