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jueves, 21 noviembre 2024
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El exorcista del papa: El diablo continúa caminando entre nosotros

Por Elena del Olmo Andrade, corresponsal Cine Nueva Tribuna, España

Con un exorcismo inicial arrebatado pero contenido por las habilidosas manos del padre Gabriele Amorth, el director Julius Avery nos introduce de lleno en este violento y demoníaco universo. Basado en los testimonios, escritos e intervenciones públicas de Amorth, conocido como el exorcista del Papa, Sony Pictures nos trae un relato ficticio, alejado del documental, en el que el horror, las posesiones demoníacas, los toques de humor y la constante tensión entre la fe y la medicina logran una cinta entretenida y, a ratos, escalofriante.

Desde la posesión de Regan MacNeil en 1973, el subgénero de exorcismos está en auge, creando una serie de convenciones que Avery cumple, y no renueva, pero utiliza a la perfección. A la hora de generar una atmósfera malsana para Julia y sus dos hijos, lo formulaico del género está presente y explotado satisfactoriamente hasta un excesivo pero divertido tercer acto.

Durante sus primeros días en la abadía de San Sebastián, la recién llegada familia experimenta sensaciones turbadoras dentro de su nuevo hogar. La localización y el diseño de escenarios es uno de los puntos fuertes de la cinta, presentando una mansión similar a una iglesia, en el que el horror se esconde más allá de un sótano oscuro.

Por otra parte, el padre Amorth, se mueve en el Vaticano, donde el relevo de los obispos y altos cargos a las nuevas generaciones genera un cambio de mentalidad, debilitando la creencia en Satanás y, por ende, el rol protector de la Iglesia. Ante el caso de posesión del pequeño Henry, Amorth toma su vespa y se dirige a España, a la región de Castilla, sin imaginar el peligro que le aguarda.

Russell Crowe encarna al Padre Gabriele Amorth, haciendo un gran trabajo equilibrando la seriedad de su cargo con momentos puntuales de alivio cómico que, desde luego, casan con una cinta de terror que se beneficia de exagerar, en ocasiones, el uso de sangre, visiones o blasfemias de la boca de un niño de no más de diez años.

Quizás, rozando la exploitation, es el uso de expresiones malsonantes, body horror a raudales, gore, y una completa ficcionalización de los exorcismos llevados a cabo por la Iglesia, lo que eleva a El exorcista del papa unos metros por encima del resto de películas recientes del género. Avery crea una ficción en la que el Diablo es una realidad, proponiendo una conocida rivalidad entre los más fervientes creyentes católicos y los más escépticos defensores del método científico.

Con uno de los pecados que más atormentan a Amorth, la película plantea la confusión de un desequilibrio mental con una posesión demoníaca a la vez que expone los intentos eclesiásticos de encubrir los abusos sexuales de una joven.

Por otro lado, con las distintas localizaciones que visita Amorth, los diálogos se desarrollan en italiano, en inglés (designada como la lengua del diablo, ante los ojos del Vaticano), en latín (la más potente para repeler a las fuerzas demoníacas) e incluso, brevemente, en español.

Este uso de distintas lenguas se presenta como un esfuerzo por acercarse al realismo ante la audiencia, desmarcando a la cinta, en estos pequeños detalles, del resto, escritas en su totalidad en lengua inglesa. Esta atención, también dada a la hora de darle un sentido a la ceremonia del exorcismo, resalta y se agradece, alejándose momentáneamente de la acción y acrecentando la anticipación al horror que se desencadenará.

Tratando de crear una narrativa más sólida y apelando al revisionismo histórico, el cadáver marchito del fraile de Ojeda entra en escena, encerrado en una jaula en las catacumbas sobre las que fue construida la abadía.

El baño de sangre ocurrido en 1478 y los actos abominables cometidos en nombre de la Iglesia son justificados por la posesión de este fraile por un poderoso demonio, que perpetuaba el caos y la barbarie allí donde pasaba. Esta justificación encaja con la narrativa ficticia de la película, presentando a un demonio casi invencible, que se alimenta de las almas sagradas de exorcistas y altos cargos eclesiásticos.

Por ello, tras liberar al más pequeño de las garras de Asmodeo, se desata una batalla dentro de Amorth, involucrando su pasado, sus pecados, poniendo en juego su fe. Los pasadizos subterráneos propios de Indiana Jones sirven como escenario de diversas apariciones, visiones y desgarros corporales, con un Amorth y un leal Padre Esquibel (Daniel Zovatto), formados y curtidos en el arte de los exorcismos.

Dejando vislumbrar el comienzo de una franquicia, los dos curas se convierten en los protectores de todo lo sagrado, enviados a derrotar a los más de cien demonios que desatan el caos por todo el mundo. Así, Avery construye una cinta más que satisfactoria para pasar un rato entretenido, con momentos tensos, repugnantes, y divertidos para los más acérrimos al género. Desde luego, cuando una fórmula funciona, es posible explotarla al máximo, con unos cuántos litros de sangre por medio.

Título: El exorcista del papa.
Título original: The Pope’s Exorcist.
Dirección: Julius Avery. Intérpretes: Russell Crowe, Alex Essoe, Daniel Zovatto, Peter DeSouza-Feighoney, Franco Nero, Laurel Marsden, Cornell John, Bianca Bardoe, Ryan O’Grady, Santi Bayón, Paloma Bloyd y Alessandro Gruttadauria. Género: Terror, Thriller.
Calificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 103 minutos. Origen: EE.UU./ Reino Unido/ España. Año de realización: 2023. Distribuidora: UIP – Sony. Fecha de estreno: 13/04/2023.

Puntaje: 7 (siete)

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