Por Enzo Alfano
Con Estación Central (1998), el brasileño Walter Salles demostró que sabe cómo contar una historia, mínima si se quiere, usando pocos personajes y logrando emocionar al público. Gracias a dicho film (nominado al Oscar como mejor película extranjera), el reconocimiento de Hollywood le abrió las puertas a la industria a este joven director, que, sin perder el tiempo, filmó Detrás del sol. Distribuida por Miramax (quien compra los derechos de exhibición de títulos de diferentes países para luego “venderlos” como americanos, recordar sino Todo sobre mi madre o La vida es bella), estamos ante un producto “for export”. Es decir, creado para complacer a la mayor cantidad de espectadores posibles del mundo.
Las metáforas recorren la película ya desde su título en castellano y en inglés, al referirse al lugar donde transcurre todo, desoladísimo, como si estuviese “detrás del sol”. Su título original en portugués “Abril Despedaçado” remite a la novela en que se basa. En dicho mes, en un Brasil de 1910, dos familias se enfrentarán por una tradición añeja que intenta salvar el honor de ambas. Ésta consiste en vengar la muerte de un hijo con la muerte de otro. Un “ojo por ojo” que transita en esas vidas como una maldición a cumplir a rajatabla.
Desde el punto de vista de Pacu, el hijo menor de los Breves, se narrará la historia. Él es quien, atormentado por el asesinato de unos de sus dos hermanos mayores, torcerá el destino para evitar el inútil y doloroso final de Tonio, que tiene los días contados; es el último hermano con vida que le queda y acaba de descubrir el amor por primera vez en una joven, Clara, que trabaja en un circo. Pero Pacu también empezará a entender algo de eso que se llama pasión, siempre desde la mirada de un niño, y cederá a los celos, porque lo que más quiere es ver a Tonio feliz.
Los padres, ciegos de venganza, son quienes querrán evitar que nada se interponga en la sangrienta tradición, y a lo único que se dedican es a fabricar azúcar de caña, con la ayuda de sus dos abnegados hijos y dos bueyes, que, metáfora de por medio, se rebelarán contra sus dueños. Y no serán los únicos.
La belleza de las imágenes creadas por Salles no es poca y se nota que sabe utilizar los colores de manera maestra. Porque con los pocos recursos que la historia misma tiene, logra sacarle el jugo al desértico paisaje donde se desarrolla el film. Y hace lo mismo con el joven protagonista, al transmitir sus angustias, temores y alegrías de una manera mas que eficaz (al igual que el niño de Estación Central) lo que denota una muy buena dirección de actores por su parte.
Si hay algo que molesta un poco es la sensación de estar frente a una película que, como se decía al principio, no tiene una total identidad propia. Si no estuviese hablada en su idioma original, algún espectador desprevenido, al ver los títulos del comienzo en inglés, podría pensar que está frente a un largometraje norteamericano algo exótico y de bajo presupuesto. Pero esto, igualmente, no empaña el resultado final, porque hay buenas intenciones de fondo, una historia que invita a la emoción y no solamente a recaudar dinero, como sí lo hacen otros productos distribuidos por Miramax.
Título: Detrás del sol.
Título Original: Abril Despedaçado.
Dirección: Walter Salles.
Intérpretes: Rodrigo Santoro, José Dumont, Rita Assemany, Luiz Carlos Vasconcelos, Othon Bastos, Ravi Ramos Lacerda, Flavia Marco Antonio, Caio Junqueira y Wagner Moura.
Género: Drama.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 105 minutos.
Origen: Brasil/ Francia/ Suiza.
Año de realización: 2001.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de Estreno: 31/10/2002.
Puntaje: 7 (siete)