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sábado, 23 noviembre 2024
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Érase una vez en México: Grassa pura

Por Juan Blanco

Érase una vez en México es la película grassa (sí, con doble “s” para hacerla más sosa) del año. Hablar de algún parentesco con el western sería más que una pérdida de tiempo; no hay ningún paralelismo posible, ni tampoco sería digno considerar homenaje alguno. Más se trata de un insulto hacia uno de los géneros más iconográficos de todos los tiempos, y esa sería toda la relación posible. Para el que no lo sabe, dirige (porque no tiene otra cosa mejor que hacer) Robert Rodriguez, uno de los realizadores más grassas y menos sutiles que conoció el séptimo arte en décadas.

Para empezar, entiéndase por grassa a ese característico mal gusto vanidoso, a esa exposición pomposa de algo que socialmente se sabe ridículo, fuera de lugar, pero que se porta o expone igual con la frente en alto, haciendo alarde del grotesco. Aclarado esto, se puede decir entonces que Robert Rodriguez cuadra en esa descripción sin esfuerzo. Es más, hasta resulta divertido imaginárselo dirigiendo vestido como Don Johnson en División Miami, mientras come hamburguesas con queso de McDonalds con la boca abierta y a los eructos limpios entre la acción y el corte.

Rodriguez no sabe filmar, nunca supo. No tiene grandes ideas y si alguien le aporta alguna relevante lo más probable es que la arruine con un pésimo gusto para cristalizarla con la cámara. Tal es así que no sabe hacer más que continuar especulando con sus sagas, que por cierto ya no dan ni para la burla, y lo penoso es que demuestra tener la convicción de que el crecimiento de su obra, y el suyo como director, se traduce en unos repartos cada vez más importantes dando vida a personajes cada vez más sobredimensionados, en tomas y en montajes más estrambóticos, en coreografías de acción más desproporcionadas e inverosímiles, y –lo peor de todo- en un patético humor como una suerte de manifiesto de conciencia sobre su ridículo.

En el caso de Spy Kids, el vasto universo de espionaje sumado a la premisa de que unos niños podían ser convertidos en agentes, de alguna manera justificaban los delirios de Rodriguez hasta un cierto punto. Pero Bobby no conoce límites, y por ello las Mini espías aportaban quizás algunas hilarantes ideas en los primeros dos o tres actos de cada “flick” (porque así le gusta llamar a sus pelis), pero después se iban al carajo con abusos de puesta en escena cíclicamente aburridos. La saga del Mariachi, supuestamente excusada dentro de los cánones del western spaghetti, no corre mejor suerte.

El cine de Rodriguez irrita porque manifiesta una constante necesidad de vanagloriarse desafiando supuestos establecidos. Si en una película de acción promedio los personajes desafían la fuerza gravedad por unos generosos metros de altura, Rodriguez piensa en kilómetros (y esto se extiende a cualquier otro principio físico). Es un cine de desconche, de abusos injustificados, de incoherencias que duelen más allá de la ostensible intención de juego. Y Érase una vez en México es la gota que rebalsó el vaso de su carrera. Es el colmo de la pelotudez atómica elevada a la enésima potencia.

Banderas vuelve a ser el mariachi loco, esta vez con el corte –planchadita- de pelo del Tinelli 2003 y los gestos y poses de Ben Stiller en Zoolander, pero tomadas con otro tono un tanto más molesto. Salma murió en la elipsis entre la segunda y esta, pero aparece en flashbacks que no aportan casi nada. Por su parte, hay participaciones más o menos fugaces de Mickey Rourke (en la ruina total), de Enrique Iglesias (sin comentarios…), de Willem Dafoe (maquillado hasta las chingadas pelotas para parecer latino) y de Rubén Blades (siempre aplicado); todos convocados en una trama con delirios de alegoría política (como si gritar “Viva la revolución!” ya hiciera todo al respecto), que los cruza y los desencuentra con menos lógica que la de un loco de asilo lobotomizado.

El único acierto de Rodriguez para su “flick” viene de la mano de Johnny Depp, quien logra componer con garra (cosa que no llega a concretar ninguno de los otros) a un doble agente de la CIA con niveles de sadismo y de humor perfectamente dosificados. Es lo único que vale la pena, pero aún así no compensa el precio de la entrada ni el tiempo perdido en la butaca… probablemente durmiendo o a los bostezos limpios.

Título: Érase una vez en México.
Título Original: Once Upon a Time in Mexico.
Dirección: Robert Rodriguez.
Intérpretes: Antonio Banderas, Salma Hayek, Johnny Depp, Rubén Blades, Eva Mendes, Willem Dafoe, Mickey Rourke, Enrique Iglesias, Danny Trejo, Marco Leonardi y Cheech Marin.
Género: Acción, Crimen, Thriller.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 102 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2003.
Distribuidora: Columbia.
Fecha de Estreno: 25/09/2003.

Puntaje: 2 (dos)

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