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jueves, 21 noviembre 2024
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Troya: Troyanos sin Dios

Por Juan Blanco

Cuando La Pasión de Cristo, el film de Mel Gibson, finalmente vio la luz se habló de ilustración cinematográfica en lugar de adaptación. Esta última, a diferencia de la primera, supone (según el paradigma oficial) una creación a partir de la obra original, mientras que la otra no implicaría más que una cómoda transcripción de lo que acontece por escrito a otro formato más vívido. Ante tal comparación la pregunta que surge es ¿cuál de ellas tiene más mérito…? Bueno, cabría decir que ambas opciones esconden serios peligros. Mientras la ilustración corre el riesgo de no ser nada, la adaptación, si bien tiende a ser abrazada con más fervor que la otra, a veces corre el riesgo de estar errada, y en algunos casos de manera terrible.

Lo que hizo Wolfgang Petersen con La Ilíada de Homero para dar vida a su versión de la guerra de Troya definitivamente entra en la más peligrosa de las categorías de adaptación (los créditos finales excusan a la película por estar “inspirada” y no “basada” en…). Así, en su rebeldía respecto de la obra original, Troya se resiente por no alcanzar a justificar su historia, muchas de sus situaciones y a tantos personajes sin la presencia –literal- de los Dioses. La guerra de Troya fue una suerte de partida de ajedrez entre estos, y serían ellos quienes ganarían o perderían las batallas, y no los mortales. Para Petersen, en cambio, fue una guerra entre los hombres por amor, odio, honor, poder, venganza y demás ambiciones humanas; lo que en un drama épico no implicaría necesariamente algo malo, pero sí en la Troya que narra con tanta ambigüedad de registro Wolfgang Petersen.

El problema de la película es principalmente que no se decide entre la mortalidad del hombre y el mito que envuelve al mismo; un claro ejemplo de falta de coherencia de discurso. Por ejemplo Aquiles, el más grande guerrero que jamás ha vivido, era según Homero el fruto invulnerable entre lo divino y lo mortal, cuya única sed sería de gloria y su única debilidad aquel talón que no se habría logrado bendecir con el baño de la invencibilidad. A Petersen pareciera haberle fascinado la idea del Aquiles invencible, extraordinariamente habilidoso y ferozmente temido en el campo de batalla, pero no tanto esa otra que habría de justificar tales dones. Fuera de toda la compresión mitológica que ameritaba la historia de Homero, lo decepcionante -y ridículo- es que el carácter único de Aquiles en Troya se reduzca a grandes horas de práctica con espada y a una descomunal campaña de marketing realizada por sus mirmidones y demás contemporáneos a su época (aunque cabe destacar que el hecho de que el Aquiles de Petersen demuestre algunas noblezas filosóficas y un costado romántico otorgan a la batalla entre Grecia y Troya una riqueza importante). Por otro lado, según el porte seudo- realista del Aquiles de la película, lo de su talón no es más que un capricho innecesario que en algún momento hará gritar a Brad Pitt de dolor, sin explicación, sin nada más. Siendo este no más que un detalle en la inmensa lista de (erróneas) licencias tomadas por Petersen para construir su obra (quedan tergiversados los orígenes de Paris, el sobrenatural amor entre éste y Helena, el famoso Caballo de Troya –en realidad de la Eneida, de Virgilio- apenas puesto como una ocurrencia de Odiseo –genial Sean Bean!- para ganarle al enemigo a último momento…, etc) encierra el espíritu de la equivocación de su trabajo.

Para Petersen en Troya la inmortalidad no es algo sagrado, ni siquiera real, sino una simple calificación que acompaña a la fama de sus protagonistas (Aquiles afirma que la inmortalidad está para todo aquel que logre hacer que recuerden su nombre). La grandeza de los personajes y la magia épica de la tragedia se encuentran supeditadas a un realismo logrado, para colmo, a medias. En su tono ciclotímico, Troya está más cerca de Gladiador que de Corazón Valiente (por decir algo…), y eso no es precisamente algo favorable al momento de vender o pretender hacer vivir una historia realista. Para pretenderse como tal, está demasiado sobredimensionada, y para considerarse magnífica se busca demasiado terrenal. La gloria en esta historia, en última instancia, se traduce en fastuosos mecanismos de guión y en una puesta de cámaras pomposa que habrá de mostrar a Brad Pitt como el sex symbol más feroz, cool y envidiable del mundo y a sus oponentes como dignos de éste. Fuera de lo divertido que resulta ver a Pitt coreografiado en sus luchas y de la excelencia y fuerza de su interpretación, el recurso no se sostiene. Hablando de interpretaciones, las hay muy dispares y algunas de ellas son carentes de todo vestigio de verosimilitud (duele desde el anti-natural Orlando Bloom como Paris, pasando por el inexpresivo Eric Bana como Héctor, hasta la bellísimamente decorativa Diane Kruger como Helena); mención aparte para los viejos (Peter “Príamo” O’Toole, Brendan “Menelao” Gleeson y Brian “Agamenón” Cox), todos ellos geniales y expertos; y otra, la más grande, para el amigo Pitt; uno de los pocos actores con la energía física para dar vida a un personaje tan fenomenal como Aquiles.

Como punto a favor para Petersen, la tecnología multimillonaria (que el alemán supo aprovechar para bien, sobre todo en las secuencias de batallas) sumada a su pericia para narrar compensan con diversión todo lo incongruente de su historia, las explicaciones vagas de los hechos y las mil traiciones a La Ilíada. Troya entretiene, eso es lo bueno, pero le falta espíritu para llegar a ser épica o considerada parte del olvidado Peplum. Ahora, como aventura pop sin ambiciones de trascendencia (aunque no se asume como tal) es factible que merezca y consiga a su público; probablemente uno que no esté compuesto por ávidos lectores de mitología griega.

Título: Troya.
Título Original: Idem.
Dirección: Wolfgang Petersen.
Intérpretes: Brad Pitt, Eric Bana, Orlando Bloom, Brian Cox, Peter O’Toole, Sean Bean, Diane Kruger, Brendan Gleeson, Saffron Burrows, Tyler Mane, Julie Christie.
Género: Basado en La Ilíada, Drama, Épica.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 163 minutos.
Origen: EE.UU. / Reino Unido / Malta.
Año de realización: 2004.
Distribuidora: Warner Bros.
Fecha de Estreno: 13/05/2004.

Puntaje: 5 (cinco)

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