El estreno de El boquete, para los que nos quejamos del absoluto ausentismo de comedias inteligentes en la cinematografía nacional, logra reconciliarnos por un rato con un género mancillado por tantos Ledos y Francellas que hacen uso y abuso de su injerencia en la tele para perpetrar bochornos varios que, recordando el título de uno de los programas más 
conocidos del creador de Naranja y media, quedan siempre Sin condena. El joven realizador Mariano Mucci, en su segundo largometraje luego del éxito under logrado con su ópera prima Pernicioso vegetal (2002), a partir de un estilo de humor grotesco, ácido e impiadoso derrumba cualquier atisbo de convencionalismo en un valiente salto sin red con derivaciones imprevisibles –más que nada para el espectador que reaccionará como pueda ante la irreverente postura del film- y con el espíritu de la célebre película italiana Feos, sucios y malos (1976) sobrevolando por esta peculiar e inédita experiencia producida en cooperativa por actores y técnicos.
Es digno de celebrarse que un proyecto tan en el límite con lo bizarro haya conseguido el MILAGRO -sí, así, con mayúsculas- de llegar a las salas con todas las dificultades que se le plantean hoy en día a los distribuidores que defienden el producto local contra viento y marea. El boquete, que no es una obra maestra ni mucho menos pero tiene una estética y una impronta muy propias, merecería el apoyo masivo de todos pero no porque somos buenos y nos da lástima que se desperdicie el trabajo de tanta gente sino porque los resultados artísticos lo valen. Es fácil y simple: si cada vez que se estrena una producción argentina la calidad fuera óptima no sería necesario que aclare lo diferente que es la propuesta de Mucci en comparación con las demás.
Con semejante título lo más lógico sería imaginar que Mucci tomó alguna de las tantas crónicas policiales de tiempos recientes para escribir su guion. La realidad, sin embargo, es otra. Porque el famoso boquete es apenas una excusa para desarrollar una radiografía brutal, sin concesiones y nada condescendiente de un grupo de marginales que opera como una familia disfuncional si consideramos que en ella se observan aberraciones como el
incesto entre padre e hija o hermano y hermana. Cómo hacer humor y del bueno –por su efectividad y por no quedarse en la mera superficie del gag- con un material tan espinoso como éste es una pregunta inescrutable que sólo Mucci y sus brillantes actores están en condiciones de responder. Porque lo veo en la pantalla y aún así me cuesta comprenderlo.
Personajes como el Escarfase (Mario “Disloque” Paolucci), Mirna Susana (Valentina Bassi), el Rúben (Luis Ziembrowski), el inefable paraguayo Idilio (Daniel Valenzuela), la Yolli (una increíble Mirta Wons, con lentes de contacto y todo) y Carlitos (Erasmo Olivera, que actuara en Pernicioso vegetal) podrían ser, en unos pocos años más, reconocidos y festejados como los de otras grandes comedias argentas que en menos de una hora y media dicen tanto sobre nosotros y nuestra idiosincrasia. Al terminar los créditos finales uno se queda sumido en pensamientos oscuros y posiblemente profundos aunque no se haya acostado con nadie de la familia, ni haya ejercido el oficio más viejo del mundo ni haya robado un banco. Como La nona (1979) o Esperando la carroza (1985), y salvando las distancias, El boquete promueve a la risa descontrolada y luego, pasado el efecto anestésico del humor, nos invita a la reflexión con igual precisión. ¿De cuántas películas argentinas se puede decir lo mismo?
Título: El boquete.
Título Original: Idem.
Dirección: Mariano Mucci.
Intérpretes: Valentina Bassi, Silvia Montanari, Erasmo Olivera, Leandro Orowitz, Mario Paolucci, Sandra Smith, Daniel Valenzuela, Mirta Wons, Luis Ziembrowski.
Género: Comedia, Grotesco.
Clasificación: Apta mayores de 18 años.
Duración: 83 minutos.
Origen: Argentina.
Año de realización: 2006.
Distribuidora: Americine.
Fecha de Estreno: 10/08/2006.
Puntaje: 8 (ocho)
