Por Emiliano Fernández
La franquicia de El juego del miedo (Saw) llama la atención por varios motivos. Primero y principal, es la única saga de terror mainstream que mantiene la dignidad con productos desparejos aunque todavía interesantes. Segundo, la historia se ha convertido en un rompecabezas tan gigantesco que ya no tiene mucho sentido sistematizar todo lo acontecido. Tercero, esta quinta parte es apenas otro eslabón en un desarrollo cercano al folletín, en el que cada entrega reenvía hacia la siguiente. Cuarto y último, a esta altura podemos definir con claridad las marcas registradas de la serie: una original combinación de thriller detectivesco con porno-horror de torturas, más o menos sádicas según el caso.
Las caras del equipo creativo no han cambiado por completo. En esta oportunidad la silla del director quedó en manos del debutante David Hackl, el asistente de Darren Lynn Bousman en las dos entradas anteriores. También hay continuidad en lo que respecta a los guionistas Patrick Melton y Marcus Dunstan, ambos responsables de la trama de la cuarta parte. De hecho, El juego del miedo V (Saw V, 2008) retoma el tono de policial duro de su hermana inmediata y hasta repite aquella estructura narrativa dividida en flashbacks que explican hechos específicos del relato, una investigación minuciosa sobre la figura de Jigsaw, y un nuevo contingente de reclusos, condenados a padecer los tormentos del día.
El film no permite equivocaciones. Por un lado tenemos la sospecha del agente sobreviviente Strahm (Scott Patterson) para con el aprendiz de verdugo Mark Hoffman (Costas Mandylor); por el otro están las necesidades apremiantes de este último: resolver los problemas que de a poco se van presentando; no dejar cabos sueltos en el camino y, fundamentalmente, continuar con los terribles “juegos”. En relación a los susodichos, basta con adelantar que ahora suman cinco los infelices esperando en ese patíbulo tan singular que facilita el escape a costo de algún sacrificio corporal. La película se centra en los orígenes de la fecunda sociedad Jigsaw-Hoffman.
Nunca deja de sorprender el nivel de profesionalismo de Hollywood a la hora de apuntalar el verosímil aún en las secuelas más industriales. Quizás por momentos la propuesta en conjunto pueda resultar un tanto descabellada pero siempre hay garantía de buenas actuaciones, un ritmo extraordinario y un excelente desempeño en los rubros técnicos. El juego del miedo V no es la excepción: sigue entreteniendo a partir de poquísimos recursos y complejizando con cierta coherencia el background de nuestro amigo Jigsaw (Tobin Bell ya se sabe encasillado en el personaje). Parece que las compañías productoras decidieron aflojar con las vueltas de tuerca e ir directo hacia la expectativa que genera un final abierto.
Sin embargo hay que advertir que como todas las continuaciones están pensadas para ser vistas en perfecta secuencia, algunos espectadores pueden perderse en la escalada de los acontecimientos y/ o confundirse a raíz del recurrente repaso de lo sucedido en el pasado. No es esencial pero ayuda tener en mente por dónde iba el relato a rasgos generales, sin demasiados detalles. En especial sobresale una escena, la de la primera conversación entre el protagonista y su futuro secuaz: allí se explicita el aspecto de la justicia sobre el que trabajan las Saw, ese tema álgido que abarca la rehabilitación del culpable. Los métodos no serán muy sutiles pero es innegable que cumplen su función… aquí el juez conoce su oficio.
Título: El juego del miedo V.
Título Original: Saw V.
Dirección: David Hackl.
Intérpretes: Tobin Bell, Scott Patterson, Costas Mandylor, Betsy Russell, Mark Rolston, Julie Benz, Meagan Good, Greg Bryk, Carlo Rota, Laura Gordon y Mike Butters.
Género: Secuela, Horror, Crimen, Misterio.
Clasificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 92 minutos.
Origen: EE.UU./ Canadá.
Año de realización: 2008.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de Estreno: 30/10/2008.
Puntaje: 6 (seis)
