Por Pablo E. Arahuete
Todo comenzó allá por el 2004 con Memoria del saqueo, un documental que más allá de la distancia evidente con los episodios del 2001 se contagiaba de la efervescencia y el caos de aquellos dos días donde la Argentina sumaba un nuevo capítulo a su complejo y trágico libro de historia. Allí, Fernando “Pino” Solanas concentraba, en poco menos de dos horas, un discurso socio-político rigurosamente documentado no sólo con material de archivo sino con testimonios directos a cámara; pero sobre todas las cosas con un uso inteligente de los recursos cinematográficos y esa saludable pasión por las cosas que hace, que le otorgan siempre un punto extra a sus trabajos.
Este largo camino tuvo su continuidad con La dignidad de los nadies (2005), donde la mirada macro de Memoria… se transformaría en una mirada micro de los sobrevivientes, aunque sin abandonar el vínculo dialéctico con los problemas socio-económicos generales. Así, tras el estreno de Argentina latente (2007), el director de La nube vuelve con el cuarto capítulo de ese libro que quizá recién acabe con su último proyecto, cuyo título tentativo sería La tierra sublevada.
La próxima estación es quizá la mejor entrega de esta saga sobre la historia argentina del último siglo y a diferencia de sus predecesoras tiene la particularidad de ser uno de los documentos de mayor vigencia y actualidad, en lo que hace a los documentales argentinos de los últimos años, porque pone en primer plano la historia argentina y el sistemático despojo de los ferrocarriles, uno de los bienes que siguen siendo patrimonio público más allá de que el Estado los entregue a concesionarios privados.
Si hay algo que puede reconocerse en esta obra es en primer lugar la incuestionable coherencia y ética de su director, quien nuevamente no sólo da la cara en pantalla con algunos entrevistados, sino que a través de su discurso en off reflexiona y denuncia aquel saqueo apenas esbozado en su primer capítulo del 2004. A fuerza de datos que resultan
más que contundentes, material de archivo inteligentemente montado, testimonios de ex-ferroviarios, trabajadores actuales y algún que otro político que da vergüenza ajena, Solanas vuelve a levantar polvareda con un debate sobre lo público y lo privado, así como desenmascara los diferentes grados de corrupción de los sindicatos cómplices de lo que él denomina “ferrocidio”. Un “ferrocidio” cuyo máximo responsable no es otro que su mayor enemigo, el ex-presidente Dr. Carlos Saúl Me… pero que no termina ahí sino que sigue con la gestión de De La Rua, la de Duhalde y hasta nuestros días con el matrimonio K en un segmento denominado “la patria subsidiada”.
No hacen falta palabras para mostrar el deterioro de un país que sigue alimentando la brecha entre los millones de nadies, siendo la mayoría de ellos los pueblos del interior condenados al aislamiento por el cierre de 800 estaciones, que aún conservan su dignidad y los pocos que tienen nombre y apellido y siempre sonríen para la foto: léase Mauricio Macri, Benito Roggio y Urquía, entre tantos otros. Tampoco es necesario hablar de números cuando se ve un plano general de un taller desmantelado, sucio y paralizado. Quizás una metáfora de la Argentina: un inmenso galpón vacío rodeado de recuerdos de prosperidad, y enfrente un shopping.
La próxima estación no sólo es un film que llama a reflexionar, sino que es una dinámica lección de historia argentina que tal vez el realizador nos quiere dejar como legado para las próximas generaciones que seguirán esperando que llegue el tren de las oportunidades.
Título: La próxima estación.
Título original: Idem.
Dirección: Fernando “Pino” Solanas.
Fotografía: Alejandro Fernández Mouján, Mauricio Minotti, Fernando E. Solanas.
Género: Documental.
Calificación: Apta todo público.
Duración: 115 minutos.
Origen: Argentina/ Francia.
Año de realización: 2008.
Distribuidora: Primer Plano.
Fecha de estreno: 04/09/2008.
Puntaje: 8 (ocho)
