Por Emiliano Fernández
A pesar de las décadas transcurridas desde el fin de la dictadura, los alemanes saben muy bien que a nivel internacional se los sigue relacionando indefectiblemente con el nazismo. Esta percepción general ha sido explotada en numerosas ocasiones por productores cinematográficos locales, pensando no sólo en los mercados externos sino también en el 
público germano. La Ola (Die Welle, 2008) constituye un ejemplo tan exitoso como paradigmático de esta doble penetración comercial. Estamos ante un film que analiza a conciencia el perdurable fantasma del totalitarismo en una sociedad avanzada utilizando la estructura de los dramas escolares y manteniendo un tono seco que no cae en exaltaciones.
Rainer Wenger (Jürgen Vogel) es un docente un tanto particular que se lleva bien con sus alumnos pero no cuenta con el respeto de sus colegas. Relegado a una segunda posición en función de las materias que dicta, Educación Física y Ciencias Políticas, manifiesta su indignación cuando otro profesor le gana de mano el “proyecto semanal” vinculado a la “anarquía” y se ve obligado a aceptar un tópico que no es de su agrado, la “autocracia”. Con un aula repleta de adolescentes cansados de Adolf Hitler y su cofradía, Wenger decide iniciar un experimento que permita a los estudiantes sentir en carne propia los efectos unificadores de un colectivo social autoritario basado en la disciplina y la intolerancia.
La organización resultante recibe el nombre de “La Ola” y pronto adquiere características extra-académicas: al mismo tiempo que los jóvenes festejan la solidaridad recíproca y se hacen eco de la sensación de pertenencia, descubren de golpe el poder que genera la unidad monolítica y comienzan a discriminar a aquellos compañeros que no forman parte del grupo. Sin una ideología concreta más allá de la obediencia sumisa y la desaparición de las individualidades dentro de la comunidad, el adulto en cuestión pierde el control y este singular sistema gregario desemboca en graves consecuencias. Si el interrogante inicial pasaba por la posibilidad actual de un régimen similar, ya todos conocemos la respuesta.
No obstante conviene aclarar que la película nunca sale del microcosmos educativo, cuna de rasgos identitarios en constante crisis y ampliamente susceptibles a la manipulación. El realizador Dennis Gansel evita las extrapolaciones facilistas, desparrama arquetipos
sociales a través de los personajes y prefiere que las conclusiones surjan del desarrollo dramático progresivo. El guion del director y Peter Thorwarth está basado en una novela del norteamericano Todd Strasser inspirada a su vez en una experiencia llevada a cabo por Ron Jones durante 1967 en una clase de Historia de la Cubberley High School de Palo Alto, en California. La sutil adaptación a la praxis alemana calza perfecto en términos históricos.
Aunque por supuesto la figura del líder cumple un rol fundamental en la formación y desenvolvimiento de los incidentes, la obra no tiene un protagonista absoluto y conserva en todo momento un pulso narrativo cercano al de los relatos corales. De hecho, el trabajo del elenco sobresale precisamente gracias a una saludable conjunción multidireccional. De a poco el aburrimiento continuo y la torpeza existencial se convierten en caldos de cultivo para la frustración y los excesos. Así es cómo la psicología de masas, la igualación visual y la complementariedad simbólica juegan un papel central en esta espantosa mancomunión de distintos sectores de la pequeña burguesía urbana. El fascismo es la derivación lógica…
Título: La ola.
Título original: Die Welle.
Dirección: Dennis Gansel.
Intérpretes: Jürgen Vogel, Frederick Lau, Jennifer Ulrich, Max Riemelt, Christiane Paul, Elyas M’Barek, Jacob Matschenz, Cristina Do Rego, Maximilian Mauff, Maximilian Vollmar y Ferdinand Schmidt-Modrow.
Género: Drama, Suspenso. Calificación: Apta mayores de 16 años. Duración: 107 minutos.
Origen: Alemania/ Francia. Año de realización: 2008. Distribuidora: Impacto Cine.
Fecha de estreno: 20/08/2009.
Puntaje: 8 (ocho)
El staff opinó:
–¿Experimento social o rebrote neo-nazi? La polémica se disipa en el desarrollo de esta sobrevaluada remake alemana -muy por debajo de su antecesora- por tratarse de una película que responde a cada uno de los interrogantes que plantea. No hay nada para debatir en un film que lejos de plantear una reflexión sobre los totalitarismos transita por los lugares comunes y los estereotipos recurrentes de un cine europeo de mediocre calidad. No obstante, es indudable que a fuerza de un guion efectista el círculo cierre sin fisuras…– Pablo E. Arahuete (4 puntos)
