Por Pablo Arahuete
Con Los Hongos, segundo opus del realizador colombiano Oscar Ruiz Navia, la juventud y la rebeldía encuentran en el arte de los grafitis callejeros la posibilidad de ir contra el sistema represivo y así resistir los discursos dominantes que hacen de la libertad de elección su mayor enemigo. A pocos días de su estreno en salas argentinas, tuvimos la posibilidad de entrevistar al director y así conocer más a fondo la realidad de un cine Latinoamericano que sorprendió en el festival de Locarno con el premio máximo. Pablo E. Arahuete: Una vez tuviste que elegir cinco películas para ver antes de morir y entre ellas apareció Los 400 golpes. ¿Qué acerca a los adolescentes grafiteros de Los hongos a los personajes de aquella película francesa?
Oscar Ruiz Navia: – Me da un poco de risa porque la verdad es una pregunta difícil de responder. Los 400 Golpes es una de las películas que más me motivaron a mí para querer ser cineasta; las veces que la he repetido me emocioné como si fuera la primera vez. La vimos con mi equipo antes del rodaje de Los Hongos. Creo que hay un espíritu de lucha y rebeldía, y un romanticismo que deseaba que me inspirara. Vimos varias películas más con mi equipo en un cineclub privado que armamos en mi propia casa. Todas las películas que seleccionamos tenían muchas diferencias de estilos y épocas, pero siempre había algo en común: la juventud. Más que a mis personajes creo podría decir que Antoine Doinel me inspira en mi vida diaria.
P.E.A.: ¿Empleaste una metáfora en el título para hablar de la vitalidad de la juventud en contraposición al prejuicio relacionado con la juventud y las drogas?
Oscar Ruiz Navia: – De alguna forma sí. El título remite al sentido literal del término: Los Hongos son esos seres vivos que nacen en contextos de descomposición y podredumbre. Son la vida que nace en la muerte. La película busca enfocarse en la vitalidad y el deseo de expresión de los chicos, para mí también los personajes adultos son hongos. Cada personaje está buscando vivir y resistir a pesar de los obstáculos que puedan tener en su cotidianidad.
P.E.A.: Tengo entendido que el casting demandó casi 2 años. ¿Puntualmente qué buscás en los actores no profesionales a diferencia de los profesionales?
Oscar Ruiz Navia: – Los actores no profesionales me gustan porque son auténticos y, al mismo tiempo, imperfectos. Esto crea un cierto efecto de verdad que me interesa ver y escuchar en la pantalla. Personalmente, además de su presencia física, me ha interesado cambiar el guión en función de los actores que escojo. Me interesan sus propias historias y anécdotas y en ese sentido mezclo mis ideas con las de ellos. Eso es algo que he intentado realizar en mis dos películas. Es para mí una investigación que quiero continuar. Quiero aclarar que también me gustan los actores profesionales, sólo que pienso que cada proyecto trae su forma de hacerse. En el caso de Los Hongos deseaba trabajar con adolescentes y por eso tomé la decisión de ir a colegios e instituciones educativas. A mí me encantó todo lo que aprendí entrevistando a tantos chicos., fueron cerca de 700 entrevistas.
P.E.A.: ¿Cómo se dirige a una persona no acostumbrada con la técnica de la actuación?
Oscar Ruiz Navia: – Bueno hay muchas técnicas. Yo he querido siempre tomar cosas de aquí y de allá, mezclar ideas que vienen de diversas procedencias y jugar con ellas. Hay gente que piensa que a los actores NO profesionales hay que entrenarlos para que puedan parecer actores profesionales. Yo no estoy tan interesado en eso. A mí me interesa el abismo, el error, porque para mí la vida es así, con fallas, con incertidumbres. Si un actor “se equivoca” en frente de la cámara muestra que es realmente un ser humano de carne y hueso. Si quisiera que ellos me llevaran por una simple ilusión y contar sólo una historia, trabajaría con actores profesionales, pero en mis películas hay momentos donde el espectador se distancia y se sale del universo, pero es ahí donde debe reflexionar y darse cuenta que esa gente que está ahí está aportando cosas de su vida real. Lo más importante para mí es crear la confianza necesaria con cada actor y poder acercarme lo que más pueda a su historia y su mundo. Necesito Tiempo. También busco construir las relaciones de la película en la vida real: “si son amigos se deben volver amigos”, “si son enemigos tienen prohibido hablar durante el tiempo que dure el rodaje y la preproducción”. Toca estar siempre atento a lo que va pasando cada día, a los cambios anímicos de cada actor. Es un trabajo muy difícil, pero yo no busco el confort, no soy el director que simplemente se sienta atrás de un monitor y da órdenes. Me gusta estar con mis actores. Acumular experiencias junto a ellos.
P.E.A.: Dijiste en alguna entrevista que esta película la pensaste a partir de tu propia biografía, ¿Qué fue para vos lo más difícil de filmar en base a tus experiencias personales?
Oscar Ruiz Navia: – Si, mezclo ideas y situaciones que me pasaron a mí cuando era adolescente. Pero igual al entrar en la estructura global de la película se vuelven otra cosa. En realidad la película no es autobiográfica pero por supuesto partí de mi propia experiencia. Actúa mi padre en el papel de Gustavo, y de abuela, pues la propia hermana de mi abuela, Atala Estrada. Por ahí salen varios amigos de siempre. Todo esto es un poco complejo pero también es lo que hace de la película algo muy particular.
P.E.A.: Si tuvieses que trazar un puente comunicacional con tu película El vuelco del cangrejo y Los hongos. ¿Por dónde pasarían las diferencias y las similitudes?
Oscar Ruiz Navia: – Ambas películas implicaron una investigación profunda en los universos que retratan, y esto llevó a que cada una tuviera diferencias en la forma porque precisamente los universos que se retratan tienen velocidades distintas. El vuelco del Cangrejo es una película en un pueblo lejano donde un hombre se estanca, “Los hongos” es una película en la ciudad donde la gente se mueve todo el tiempo. Para mí ambas películas dialogan muchísimo. Al mismo tiempo siento que cada mundo tiene las respuestas de cómo se debería retratar.
P.E.A.: ¿Cómo se inserta hoy por hoy el cine colombiano de autor frente al industrial o comercial en tu país y en Latinoamérica en general?
Oscar Ruiz Navia: – Colombia está creciendo muy rápido en el contexto latinoamericano y mundial. Esto se debe a varios factores: un trabajo muy fuerte de promoción y apoyo de nuestro Fondo cinematográfico, mejores profesionales y escuelas de cine, y gente joven que entendió que el cine está ahí, cerca, en sus propias experiencias, en sus alrededores, que Colombia necesitaba que se le representara de forma más diversa a lo que siempre se escucha por ahí, ¡ciertos clichés que son ya pasados de moda! Ahora bien, para mí lo más importante es que haya voces distintas y que los cineastas colombianos asuman riesgos. Que nos demos cuenta que nosotros también somos el mundo y podemos hablarle al resto de la humanidad desde el lugar donde estamos. Que debemos buscar nuevas formas de expresar nuestras realidades, y no sólo limitarnos a las mismas estéticas hegemónicas. Hay que trabajar más, hay que seguir cambiando la mentalidad que existía antes donde se veía el cine como algo muy lejano. Somos un país con un doloroso conflicto armado y esto nos ha maltratado el pensamiento. Hay que continuar, arriesgar cada vez más, defender el cine como arte y encontrar nuestro propio lenguaje, nuestra propia voz.
P.E.A.: ¿Qué representa para vos haber ganado en el Festival de Locarno?
Oscar Ruiz Navia: – Ganar en Locarno es algo que agradezco muchísimo porque le ha abierto las puertas a la película en gran cantidad de escenarios. El estreno en Argentina (NDR próximamente) es ya el cuarto en salas, después de Colombia, Francia y España, entonces ¿qué puedo decir? Muy emocionado. Yo hago las películas de forma libre y con toda la pasión y el respeto por el arte cinematográfico y Locarno es un lugar en el que se valora el cine de una forma que es necesaria para nuestro tiempo, en el cual el mercado está presionando mucho para estandarizar el lenguaje. Locarno es un lugar donde se resiste y se abren nuevos caminos para el cine.