Por Alan Prince
Si bien Bond se había mantenido a través del tiempo, la saga comenzaba a pagar el precio por ser tan exitosa e influyente: Misión Imposible, Jack Ryan y Jason Bourne llegaban para hacerle frente al género de espionaje, que el 007 no sólo había revolucionado sino también otorgado un aire fresco.
Pero no todo era espionaje en el cine, las adaptaciones de superhéroes estaban ganando terreno y mientras se planeaba continuar la saga del 007 tras Otro día para morir, en paralelo Batman estaba pasando por un proceso creativo.
Algo que Bond nos enseñó en este tiempo es la fortaleza con que estaban construidos sus personajes al soportar diferentes cambios de actores. Batman, que había pasado por algo similar con Michael Keaton, Val Kilmer y George Clooney, había decidido empezar de cero.
Así llegó Batman Inicia (2005) de la mano de Christopher Nolan y con ella aprendimos que se podía reiniciar una historia y triunfar en el intento.
Con ese éxito, Bárbara Broccoli y Michael G. Wilson tomaron nota para darle un aire fresco al 007. Su regreso luego del último filme en 2002, inundó los medios. Con actores como Hugh Jackman o Ewan McGregor postulándose y por sobre Clive Owen, Jude Law y Colin Farell, un joven Henry Cavill estaba cerca de hacerse con el rol. Pero sus escasos 22 años no lo ayudaron, a menos que se planeara una adaptación de James Bond Jr. o la de El joven James Bond, Broccoli tenía en sus manos a su candidato firme: Daniel Craig. Broccoli lo había visto en el filme Elizabeth (1998) y supo que el actor sería perfecto para el perfil del 007 que estaba buscando.
El Bond rechazado
El anuncio del actor de 38 años tomó internet por asalto con mayoría de críticas negativas. Craig no sólo se convertiría en uno de los Bond más bajos (con 1.78, contra el 1.87 que medía Pierce Brosnan) sino también que por el hecho de que fuera rubio, en contramano de las encarnaciones previas, se habían llegado a crear sitios para boicotear su elección y revaluarla a alguien más parecido.
En defensa del actor, cada intérprete exploraba un aspecto de su personalidad. Así como Connery era el cerebro, Lazenby representó la humanidad de Bond en una sola entrega. Mientras que Moore exploraba la faceta más encantadora, Dalton llegó para ponerle el corazón al agente, y Brosnan para darle su elegancia. Ahora Daniel Craig le pondría el cuerpo.
La capacidad corporal de Craig calzaba con el Bond de Fleming en la que lo describía como un hombre de pocas palabras que con una imagen diría mucho. Era tal la confianza que le tenía Broccoli a Craig que el actor firmó un contrato por cuatro películas. Sumada a la fe ciega de Broccoli, los Bond previos de Connery, Moore, Dalton, Brosnan e incluso Lazenby salieron a apoyar a Craig.
Ahora con el apoyo por parte de sus intérpretes previos y productores, ¿qué director tendría la tarea de hacerle cambiar de opinión al público?
A la dupla de Neal Purvis y Robert Wade, que trabajaban desde 007: El mundo no basta, se sumó otra vieja cara conocida: Martin Campbell, el mismo director que había logrado adaptar a Bond en un nuevo contexto ahora no sólo tenía la libertad de contar la historia desde cero, sino también la presión de satisfacer al público con la tan criticada elección del 007.
A Craig se le sumaron Judi Dench (repitiendo el rol de M), Jeffrey Wright (Felix Leiter, personaje que no aparecía desde la era de Dalton), Eva Green (Vesper Lynd, gran amor del 007) y la participación antagónica de Mads Mikkelsen (Le Chiffre).
De esta manera Casino Royale (2006) nos presenta por primera vez a un Bond que recién adquiere su licencia 00 para matar, así como también vemos a un tipo muy parecido al agente pero que aún no tiene la elegancia ni su trago característico.
Sí tenemos momentos espectaculares como la clásica escena de apertura, la ausencia de CGI y mucha más acción que la contenida por el libro original.
Con ella también tuvimos el desarrollo de Vesper, un personaje esencial que más allá de ser el amor del 007 también fue una influencia importante para convertirlo en lo que es.
Casino Royale no sólo les tapó la boca a los detractores de Craig, sino que también levantó suspiros entre las mujeres con la escena en que salía del agua con una figura apolínea. Una situación puntual que hizo hablar en su momento: ¿ecualización del protagonista?, ¿una venganza tras años de hacer lo mismo con las chicas Bond?
Sexualizado o no, Craig mostró la increíble capacidad de mezclar el intelecto de Connery con la crudeza de Dalton. Asimismo, también nos brindó una de las escenas más desgarradoras desde Al servicio secreto de Su Majestad con la muerte de Vesper.
Porque pese a borrar 40 años de continuidad también nos ofreció algunos homenajes con la medida justa.
Casino Royale cumplió con la crítica y público, siendo también la tercera película que la Reina Isabel II vio en una premiere (previamente habían sido Solo se vive dos veces y Otro día para morir).
Con el éxito, tendríamos su secuela, Quantum of solace (2008), que toma el titulo de un cuento corto en la colección de Fleming “Sólo para sus ojos”.
Como bien saben, el filme en contraposición a Casino Royale se convirtió en el trabajo más flojo de Craig, algo que el actor incluso hoy por hoy es el que más detesta, pero hubo un factor fundamental que afectó al filme.
La huelga de guionistas de 2007 puso patas para arriba la industria de Hollywood, numerosos proyectos tanto de cine como de TV en muchos casos jamás vieron la luz. Aquellos que sobrevivieron, en el caso de la TV tuvieron finales apresurados o cancelaciones tempranas. Con respecto al cine fue mucho peor. Y James Bond no resultó ninguna excepción.
Si le sumamos que Marc Forster (Descubriendo el país de Nunca Jamás, 2004), el director a cargo, era ajeno al género, Quantum of solace se filmó sin guion alguno, derivando en un collage de escenas (con un villano olvidable y homenajes sutiles a Goldfinger y Sólo se vive dos veces) donde se intentó asimilar infructuosamente el estilo de acción cámara en mano de las películas de Jason Bourne. Ni con los cameos de Alfonso Cuarón o voces de Guillermo del Toro, le alcanzaron. Sin embargo, tuvo algunos elementos rescatables: Quantum tenía intenciones de convertirse en la agencia némesis del MI6 (ya que Spectre no podía usarse por el litigio de Thunderball con McClory), a su vez el filme se convirtió en una secuela directa de Casino Royale.
Este último detalle que abordó como Bond superaba la muerte de Vesper, también significó que por primera vez vemos una evolución en el personaje a través de otra entrega, una continuidad. Algo que en las adaptaciones previas siempre fueron más episódicas a la hora de verlas en orden. Acá la cosa cambia y entendemos mejor que aporta Craig a la saga.
Aun así, la mala recepción fue abrumadora en prensa, público e industria. Había que devolverle su gloria al 007. Hacer una entrega superior no sería difícil, pero estaba la presión de brindar un trabajo más que memorable con el 50 aniversario de Bond en el cine.
La elección de Sam Mendes recayó en Daniel Craig (tras su colaboración juntos en Camino a la perdición) y fue crucial para la siguiente entrega, estrenada en 2012, titulada 007: Operación Skyfall (en homenaje a la casa de la infancia de Bond). Con el título tendríamos un tono más emocional y exploraríamos por primera vez la infancia del 007 pero sin perder de vista que estábamos ante un filme de espionaje.
Con un guion coescrito por los experimentados Neal Purvis, Robert Wade y John Logan, Skyfall nos presenta al antagonista Raoul Silva (Javier Bardem) un ciberterrorista estrechamente relacionado con M de quien busca vengarse. Acá no sólo tenemos acción, emoción al retratar la relación maternal de M y Bond, sino también que vemos al agente más suelto, elegante y dispuesto a coquetear. Tenemos un festival de Bonds, con la acción a la manera de Connery, la humanidad de Lazenby, la crudeza de Dalton, la elegancia de Brosnan, pero también nos presentan por primera vez en pantalla el retiro de Bond como agente.
Bond evalúa retirarse, habla sobre su edad y con la tecnología cada vez ganando más terreno, presenta el dilema… ¿hasta qué punto puede reemplazar la tecnología a un agente? Entonces tenemos en este festival a personajes clásicos: Moneypenny (Naomie Harris), Gareth “M” Mallory (Ralph Fiennes) y Q (Ben Whishaw), teniendo por primera vez un desarrollo a la par.
Si le sumamos a sus leales compañeros, que se planeó un cameo de Connery como casero, Skyfall hubiese sido arrolladora.
De todos modos, logró recuperar la gloria, hacerle justicia no sólo al Bond de Craig, sino también a sus 50 años de historia. Con un filme restante pendiente, Skyfall dejó la vara demasiado alta… ¿o no?
Sin tiempo para pensar
Todo espía tiene su némesis, Súper Agente 86 enfrentaba a las agencias C.O.N.T.R.O.L y K.A.O.S, en Misión Imposible teníamos al Sindicato, mientras que el Agente de C.I.P.O.L jugaba con la dinámica de aliar a dos agentes de países rivales como Rusia y Reino Unido. La MI6 se enfrentaba a Spectre, pero tanto esta como Thunderball estaban en un litigio judicial con Kevin McClory, que había fallecido en 2008, pero aun así impedía su uso no autorizado. Esto daría un giro en 2013 cuando sus herederos optaron por venderle los derechos a Sony.
La MGM, que había sido adquirida por Sony en 2010, no sólo tenía los derechos de distribución de todas las películas del 007 sino que también ahora tendría los derechos de todo lo relacionado con Ian Fleming.
Era hora de añadir elementos bondianos que desde Los diamantes son eternos no aparecían: Spectre y su némesis Ernst Stavro Blofeld, aquel icónico villano que en las primeras entregas de Connery no mostraba el rostro y solo veíamos sus manos acariciar a un gato.
Con Mendes de regreso, la nueva aventura del 007 resultó ser sumamente ambiciosa, donde se planteó que sería la despedida de Craig.
Con un presupuesto de 300 millones, siendo uno de los filmes más caros de la historia, el gobierno mexicano les ofreció a los productores un adicional de 20 millones de dólares de presupuesto, pero bajo unas ciertas pautas: que parte del filme se filme en México, que el villano no sea local y que una chica Bond latina tenga un rol importante.
Spectre (2015) no tuvo dificultades en aceptar las condiciones de México, que funcionó además para vender el país como destino turístico. Algo que en la saga de Bond gracias a sus excelentes paisajes a lo largo de los años vimos numerosas veces.
Uno vez presentados los personajes en Skyfall, ahora la historia se centraría más en la aventura y acción, pasando a un tono más alegre que, sin olvidar sus entregas previas, haciendo ahora que Quantum, esa agencia en la que trabajaban los villanos hasta entonces, resurgiría como Spectre.
Por otro lado, no sólo tenemos a un Bond más alegre y un mayor peso en Q, M y Moneypenny, sino también que Blofeld (Christoph Waltz) tendría un nuevo origen ligado al 007 que remite a la parodia Austin Powers.
Siendo un cierre y dejando las tragedias de Vesper y M de lado, finalmente presenciamos un final feliz de Bond con Madeleine Swann (Léa Seydoux).
Spectre se estrenó en 2015, coincidiendo con Misión: Imposible – Nación secreta, que se enfrentaba al Sindicato, además también llegó a las salas la película de El Agente de C.I.P.O.L.
Con excelente repercusión y tras rumores que Craig iba a dejar el 007, no fue hasta 2017 que se confirmó el desarrollo de su entrega final, titulada provisoriamente Bond 25.
Inicialmente con Danny Boyle, el director que quería trabajar el conflicto en Rusia y volver a rever el pasado de Bond terminó bajándose del proyecto por ir a contramano de las ideas de Broccoli y Wilson. En su lugar, Cary Fukunuga, famoso por haber dirigido la primera entrega de True detective, se haría cargo de la dirección.
Debo confesar que, con el primer avance de la nueva entrega, ahora nombrada Sin tiempo para morir (No time to die, 2021) y la aparición de Rami Malek como antagonista me generó esperanzas de ver una nueva versión del Dr. No, sentía que era un lindo homenaje, introduciendo al villano que lo había empezado todo, ahora finalizándolo. Pero no, Safin no tenía nada que envidiarle a ese icónico villano.
Sin tiempo para morir nos trae de regreso no solamente a Bond y su equipo, sino también a Felix Leiter, Swann y Blofeld, donde las bajas eran inevitables. ¿La amenaza? Safin crea un virus letal que puede matar a una persona con tan solo tocarla.
No sólo tenemos un argumento que coincidió con la crisis sanitaria del COVID-19, sino también que el filme iba a ser el cierre de una era. Nos enteramos que Bond tuvo una hija, que ya no era 007 y presenciamos por primera vez a una mujer, Nomi (Lashana Lynch) portando ese característico número.
Esto fue sorprendente pero también reflejó como el rol de la mujer a través de las 25 entregas (y acentuado con el movimiento Me too) había evolucionado y estaba a la par de cualquier hombre.
No voy a spoilearles el final, pero sí voy a reconocer que es sorprendente, las bajas son inevitables y la evolución que trabajó Craig fue impecable.
Craig hizo historia porque no sólo se convirtió en el primer actor en darle un cierre más que digno al 007, sino también que pese al rechazo inicial logró darle una identidad a su encarnación.
No existe un mejor o peor Bond, te podrá gustar más el intelectual Connery, te podrá parecer simpático el filme de Lazenby o reír con Moore hasta ver sangre con Dalton o explorar el camino de la modernidad con Brosnan, pero sin duda, Craig le puso el cuerpo al personaje, hizo evolucionar al 007 y dejó la vara demasiado alta.
Cada uno se lució a su manera, captó diferentes públicos y con ello perduró en el tiempo, se volvió un icono con los años donde la excelente música de turno, los destinos turísticos, grandes escenas de presentación y chicas hermosas componen este rico universo de Bond, en el que cada actor de turno no solo acentuó diferentes rasgos, sino también fue el alma.
Y de allí reside su vigencia, aunque también le atribuimos un excelente trabajo en coordinación que Broccoli y Saltzman iniciaron. Aunque analizar el fenómeno Bond es tan complejo que incluso es objeto de estudio.
¿Cómo continuará? ¿Será que por fin Idris Elba o Henry Cavill tomen partido? ¿O van por un actor más anónimo? En cualquier caso, hay que preguntarse también… ¿qué enfoque vamos a ver? ¿Se animarán a adaptar alguno de los libros de Bond que fueron continuados por otros autores? ¿Se atreverán a confirmar a una mujer en un rol perennemente masculino?
Tal vez el 5 de octubre, día de Bond y 60 aniversario, tengamos la respuesta.