Por Sergio Dobosz
La Maldición del Escorpión de Jade presenta momentos de notable carga humorística y un buen número de vivos y perspicaces diálogos que define el desarrollo general de una divertida y enredada trama que se sigue sin excitación pero con placidez.
En esta segunda entrega del convenio establecido con la productora de Spielberg (Dreamworks), el reconocido Woody Allen nos brinda un producto agradable pero menor, caracterizado por su fascinación a los ambientes propios de la década de los 40; el film, vincula desde su habitual y sabia perspectiva cómica, dos géneros tan típicos de esa etapa dorada del cine como lo fueron la “screwball comedy” (marcada por su aguda batalla de sexos) y el cine negro (no en vano su caracterización a lo Humphrey Bogart).
CW Briggs (Woddy Allen) es un gran investigador en una agencia de seguros de Nueva York en los años 40 (lo que sirve de excusa para retomar ese lapso en el que Allen hubiera deseado vivir, y nos permite apreciar un maravilloso diseño de producción que al parecer es increíblemente realista), que ahora enfrenta problemas continuos ante la presencia de Betty Ann (Helen Hunt), una mujer -encargada de asegurar la productividad- tan ácida como él, con la que tiene eternos conflictos en su trabajo y con la que mantiene duelos verbales memorables con cualquier pretexto.
Como Betty Ann es la amante del jefe, situación sólo conocida por CW, no hay mucho que él pueda hacer, así que en principio sólo le queda soportarla, molestarla, y darse tiempo para seducir secretarias. En una reunión de festejo de uno de los compañeros de trabajo, un mago hipnotiza a CW y a Betty Ann con ayuda del escorpión de jade del título, y con las palabras mágicas “Constantinopla” y “Madagascar”, les hace demostrar al público que están enamorados, sin que ellos recuerden nada al terminar el show… Hasta aquí todo continúa normalmente; las cosas tienden a complicarse cuando el mago llama por teléfono a CW y con un “Constantinopla” le hace robar las joyas de sus asegurados, sin que él recuerde nada de lo ocurrido… El ladrón no ha dejado muchas pistas, y se trata de un trabajo que ni el mismo CW pueda manejar; un ladrón a su altura, que está incluso amenazando su futuro en la compañía de seguros; sumado a ello, “algo” comienza a cambiar en la relación con Betty Ann…
Los guiños se suceden una y otra vez a lo largo de todo el film. Desde Piso de soltero (Billy Wilder, 1960) pasando por otros nombres del género como Al borde del abismo (The big sleep, Howard Hawks, 1945), de la que Allen extrae el frívolo personaje encarnado por Charlize Theron y de la que da cumplida cuenta en la culminación de una de las escenas del film.
Esta mezcla de géneros a la que se hace referencia al principio de la nota, carece sin embargo de la inspiración genial de otros trabajos anteriores del famoso director; aunque la constante agilidad en el ritmo -que Allen maneja como nadie- está siempre presente, algunas situaciones y diálogos adolecen de la chispa adecuada, al igual que el conjunto de la historia misma. De todas maneras, La Maldición del Escorpión de Jade presenta momentos de notable carga humorística y un buen número de vivos y perspicaces diálogos, principalmente los que alimentan esa confrontación hombre/mujer (también tradición/modernidad) que define el desarrollo general de una divertida y enredada trama que se sigue sin excitación pero con placidez.
Título: La maldición del Escorpión de Jade
Título original: The Curse of the Jade Scorpion
Dirección: Woody Allen
Intérpretes: Woody Allen, Helen Hunt, Dan Aykroyd, Charlize Theron, Wallace Shawn
Calificación: Apta mayores de 13 años
Género: Comedia, Crimen
Duración: 103 minutos
Origen: Estados Unidos, Alemania
Año de realización: 2001
Distribuidora: Líder Films
Fecha de estreno: 13/03/2003
Puntaje 6 (seis)