Por Juan Blanco
Con algunas sagas no se jode, porque antes que la mera especulación que supone continuar exprimiéndolas hasta el hartazgo, merecen un lugarcito en el recuerdo, con respeto. Terminator ya era una saga impecable, compuesta por dos obras maestras de acción, ciencia ficción y suspenso, y que difícilmente iban a poder superarse. Sobre todo si se atiende al detalle de que gran parte del elenco original ya no estaba disponible para la tercera entrega, en especial su inigualable director James Cameron. Pero le dieron luz verde igual, entre tanta batalla burocrática, y ahora Schwarzenegger es de nuevo el T-101 (antes también conocido como T-800), y en otra misión al pasado para proteger el futuro del clan Connor. Qué lástima que no abandonaron hace 12 años… pues bien, bienvenidos a Terminator 3: La Rebelión de las Máquinas.
Para ponerlos un poco en tema la cosa va más o menos así: John Connor (ahora Nick Stahl, porque Edward Furlong está pasado de droga) ya tiene 23 años, y vive como un vagabundo porque no quiere que exista ningún registro de su existencia. Todo para que nadie lo encuentre jamás. Sarah, la mamá, murió en el 97 de leucemia (Linda Hamilton tampoco quiso parte de la torta), pero no antes de que junto con su hijo y un viejo robot (u organismo cibernético, perdón…) pusieran fin a la profecía del juicio final, según la cual las máquinas iban a rebelarse contra los humanos cerca del fin de milenio (y después dicen que Matrix es original, bah…). Pero eso es historia pasada, y ya todos la conocen. Ahora la cosa es que siendo John un homeless en el 2003, obliga a las máquinas en el 2032 a mandar a un asesino cibernético más avanzado hacia el pasado, pero ya no a buscarlo a él, sino a quienes serían sus compañeros de resistencia en el futuro, entre ellos, a su futura esposa (Claire Danes). Entonces, como siempre, a la par del cyborg malo (que en este caso es la polentosa rubia Kristanna Loken) se enviará a un protector fiel (¿quién será?) para que John y cía. puedan seguir esperando su destino dorado. Lo demás será circunstancial y hasta quizás tire algunas mínimas sorpresas, pero nada para desesperar.
T3 cuenta con apenas una hora cuarenta de duración a cargo de un director nuevo: Jonathan Mostow (U-571, Sin Rastro), y comprende el equivalente en materia de acción y efectos especiales a las dos anteriores juntas, y comprimidas al mango cual Jurassic Park III (¿alguien recuerda la relación de esta con sus dos antecesoras?… bueno, es lo mismo). Tal como pasaba hace un par de años con Joe Johnston, elegido para continuar la saga de Spielberg, ahora se delegó el poder de James Cameron (ausente por entuertos de producción) a un artesano atolondrado, muy lejos del talento prodigioso del primero. Por eso T3 sufre de una claustrofobia estética que no cede nunca, porque cambiaron a un director con porte clásico por un videoclipero apurado que no hace jugar a sus imágenes en función de la anécdota, sino lo opuesto. Las escenas de acción de Mostow impactan por sus impresionantes despliegues técnicos, pero no manifiestan la cohesión cameroniana suficiente como para llegar a transformarse en secuencias, y más tarde en una película relevante. El film de Mostow divierte y punto, pero no arriesga, no asombra, ni satisface del todo.
Es triste pero real; T3 da una sensación de gratuidad tanto estética como temática muy fuerte gracias a que su existencia descansa sobre simples propósitos marketineros. El público quería más Arnold de cuero negro, y Arnold de cuerno negro tendrá, y hasta quizás para una cuarta. Sin importar que un grande como Arnie tenga que caer en un vergonzoso utilitarismo, y que su personaje más entrañable deba morir en el ridículo. T3 derrocha humor con dejos de parodia porque le falta vida propia, no porque su historia haya alcanzado un punto de madurez supremo; vuelve siempre sobre los mismos estereotipos porque el cuento ya se agotó. Podrían haber mandado a la Terminatrix (la supersofisticada robot mala) a principios del siglo XX a liquidar a los padres de Sarah Connor, o a sus abuelos, o a sus respectivos tátaras. Pero no, el arbitrio de Hollywood se impuso con fuerza suficiente como para que T3 ya no tenga razón de ser desde su misma idea de base. El resto es cuento viejo.
Por lo demás, Arnold está bien, esmerado como siempre, demostrando cada vez más que lo suyo ya es la comedia por sobre la acción o el drama. Nick y Claire son, lejos, lo mejor y más trascendental de la película; y Kristanna cumple, pero da la talla más como linda que como guacha. En fin, T3 es el regreso prometido del exterminador, ese que de tan sólo verlo caminar u oírlo escupir frases con ese acento austríaco-americano hace de cualquier cinéfilo un tonto adolescente con sueños de grandeza e invulnerabilidad. Lo lamentable es que los responsables no hayan captado eso a tiempo y dejado en paz al T-800 intacto en la memoria del espectador, antes de arriesgarse a bajarle el nivel a una saga que no necesitaba sobrepeso, o mejor dicho, peso muerto a cuestas.
Título: Terminator 3: La Rebelión de las Máquinas.
Título Original: Terminator 3 : Rise of the machines.
Dirección: Jonathan Mostow.
Intérpretes: Arnold Schwarzenegger, Nick Stahl, Claire Danes, Kristanna Loken, David Andrews y Earl Boen.
Género: Ciencia-ficción, Acción, Secuela.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 109 minutos.
Origen: EE.UU./ Reino Unido/ Alemania.
Año de realización: 2003.
Distribuidora: UIP/ Sony.
Fecha de Estreno: 10/07/2003.
Puntaje: 6 (seis)