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domingo, 24 noviembre 2024
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El curioso caso de Benjamin Button: La irrevocable persistencia del tiempo

Por Emiliano Fernández

Daisy Williams es una paciente terminal que espera junto a su hija Caroline (Julia Ormond) la llegada de la muerte en un hospital de New Orleans. A pedido de su madre, Caroline comienza a leer en voz alta el diario personal de un viejo amigo de Daisy, un tal Benjamin Button. Así van surgiendo palabras que despiertan recuerdos en la mente de la anciana, los cuales a su vez motivan imágenes de la peculiar vida de Button. En 1918 este hijo de un fabricante de botones se queda sin madre y padre: la primera muere al dar a luz y el segundo lo abandona ciego del odio, sin comprender las características del recién nacido. Sucede que el niño llega con todas las enfermedades y el deterioro de un hombre mayor, lo que genera pocas expectativas con respecto a su futuro. Quedando a cargo de Queenie (Taraji P. Henson), la empleada negra de un asilo de ancianos, Benjamin nada sabe de pronósticos y mejora progresivamente ante la mirada atónita de los residentes del lugar.

Este exquisito film representa un acontecimiento muy poco habitual dentro del panorama cinematográfico contemporáneo. El curioso caso de Benjamin Button (The Curious Case of Benjamin Button, 2008) es una obra de quiebre por dos razones interconectadas. Primero, estamos hablando de una película que constituye el súmmum de la tan ansiada conjunción entre desarrollo técnico- digital y los clásicos resortes de la narración. Esta no sólo es una de las poquísimas ocasiones en que los CGI permanecen acotados y resultan funcionales a los vaivenes de la trama; aquí además están acoplados a la historia con una lucidez suprema y un nivel de perfeccionamiento nunca antes visto. El proceso de “enjuvenecimiento” por el que transita Button abarca distintas etapas a lo largo de su existencia. Cada una de ellas está retratada al dedillo construyendo con meticulosidad y mucha pasión tanto detalles físicos del personaje principal como elementos contextuales que hacen al período considerado.

Esto nos conduce hacia el siguiente factor. El máximo responsable de esta maravilla no es otro que el insuperable David Fincher, prueba viviente de que los capitales hollywoodenses pueden no estorbar y ser utilizados según las necesidades del artista. Más allá de su comodidad dentro del circuito mainstream, el realizador ha edificado una carrera extraordinaria que se eleva por sobre la de sus colegas debido a un díptico específico: una destreza cristalina para la estructuración formal y un talento enorme en lo que respecta a la selección de las cualidades estilísticas de las propuestas. Así las cosas, este nuevo opus reafirma su condición de técnico experto y narrador inteligente. La imaginación y osadía a la hora de configurar planos vanguardistas, sustentar lo acontecido en términos visuales y garantizar el impulso del relato, son francamente increíbles. Sus marcas registradas no siempre aparecen en primer plano, por lo que suelen pasar inadvertidas para el espectador.

Luego de las excelentes La habitación del pánico (Panic Room, 2002) y Zodíaco (Zodiac, 2007), El curioso caso de Benjamin Button viene a torcer el rumbo, demostrando la versatibilidad del director en cuanto a la amplitud de géneros trabajados. El guión del errático Eric Roth, sobre una adaptación de Robin Swicord y el propio Roth de un cuento corto de 1921 de F. Scott Fitzgerald, aporta melancolía y sencillez a un drama romántico muy despojado que no explota el componente mágico disparador de los sucesos, sino que más bien lo aprovecha para poner en perspectiva el delicado balance entre las decisiones del protagonista y aquellas circunstancias que no dependen de él, que se le escapan por completo de las manos. Aunando ambas vertientes y cambiando de orientación por momentos, estamos ante un bello paneo de dos horas y media por sobre las tribulaciones de un ser humano preso de una naturaleza singular que lo separa del resto de los mortales.

La diminuta anécdota central no hace más que ennoblecer el trabajo de Fincher, la fotografía de su colaborador Claudio Miranda y el desempeño del elenco. Como Daisy encontramos a la siempre estupenda Cate Blanchett en una interpretación de antología. Algo similar ocurre con Brad Pitt y su carismático Benjamin Button: en su tercera colaboración con el cineasta, a posteriori de las influyentes obras maestras Pecados capitales (Se7en, 1995) y El club de la pelea (Fight Club, 1999), el actor entrega toda la sensibilidad y compasión necesarias para que su creación atrape desde el inicio. No se debe tomar a la ligera su notable composición ya que durante gran parte del metraje está limitado a movimientos faciales; las superposiciones y retoques digitales hacen que numerosos dobles controlen las transformaciones corporales de acuerdo con las diferentes edades del joven- viejo. Mención aparte merece el Capitán Mike de Jared Harris, un personaje genial.

Puede resultar paradójico pero la verdad es que El curioso caso de Benjamin Button combina a la perfección la frialdad quirúrgica de Stanley Kubrick con un tono agridulce deudor del melodrama más delicado y sutil. No podemos dejar pasar la gloriosa escena del combate entre el remolcador y el submarino, equivalente exacto a la del asesinato del taxista en Zodíaco: ambas son claros ejemplos de la maestría absoluta de Fincher. La configuración a través de capítulos garantiza la fluidez general. Desde la Primera Guerra Mundial hasta el Huracán Katrina del 2005, presenciamos las alegrías y tristezas en la vida de una persona especial y de aquellos que lo acompañan en su viaje. Cada episodio, como sucede con todos los hombres, se suma a los anteriores y en conjunto marcan el pulso de lo vivido hasta ese instante. Realismo y magia se encuentran prodigiosamente en esta sincera reflexión acerca de la irrevocable persistencia del tiempo, vaya en la dirección que vaya…

Título: El curioso caso de Benjamin Button.
Título Original: The Curious Case of Benjamin Button.
Dirección: David Fincher.
Intérpretes: Brad Pitt, Cate Blanchett, Taraji P. Henson, Tilda Swinton, Jason Flemyng, Julia Ormond, Elias Koteas, Elle Fanning, Jared Harris, Mahershala Ali, David Jensen y Tom Everett.
Género: Drama, Fantasía, Romance.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 166 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2008.
Distribuidora: Warner Bros.
Fecha de Estreno: 05/02/2009.

Puntaje: 9 (nueve)

El staff opinó:

Pese a la falta de originalidad de David Fincher este mixado de El gran pez con Forrest Gump -por sólo citar ejemplos obvios- cumple sin mayores halagos ni méritos propios por contar con las grandes actuaciones de Brad Pitt y Cate Blanchett. Las excesivas nominaciones al Oscar son directamente proporcionales con la desmedida duración del film que busca quitarle solemnidad al tema de la muerte con bastante pereza intelectual que se reemplaza aquí por una explotación de la fibra emotiva sin otro efecto que el de la lágrima fácil.Pablo E. Arahuete (7 puntos)

David Fincher dirige con su habitual profesionalismo un guión altamente especulativo desde lo emocional en el cual es imposible no observar la influencia de tres filmes hitos (aunque para más de uno se trate de “filmecitos”) como lo fueron en su momento Forrest Gump, Amelie y El gran pez. La estética a lo Burton y algunos recursos muy afines al estilo de Jean-Pierre Jeunet son combinados con un esqueleto argumental idéntico a la genial Forrest Gump de Robert Zemeckis (no por nada fue escrita por Eric Roth, el mismo guionista de este estreno multi nominado al Oscar). El bajo perfil del personaje principal y su escasa incidencia en los numerosos eventos históricos descritos en el guión socavan cualquier posibilidad de trascendencia dramática. La línea argumental peca de errática en exceso y apunta a lo meramente sentimental cuando David Fincher se ha destacado siempre por ser un artista más bien cerebral. El filme no está del todo mal pero tampoco del todo bien. Como espectáculo no le falta nada y, en cambio, sí le sobra una media horita de metraje, cuanto menos. Todo el elenco funciona de maravillas pero Brad Pitt y Cate Blanchett están decididamente geniales conformando una de las mejores parejas románticas que se recuerden en muchísimo tiempo. Sin dudas, Steven Spielberg hubiese realizado una obra maestra con esta historia. La sensibilidad de Fincher sólo le alcanza para vestirla a todo lujo dotándola de un tono melancólico que acaricia al espectador pero nunca, jamás, logra conmoverlo abiertamente…Diego Martínez Pisacco (7 puntos)

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