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martes, 14 mayo 2024
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Rumba: Herederos del cine mudo

¿Cuántas veces hemos saboteado nuestro auto-goce cinematográfico por indagar más de lo conveniente sobre la obra en cuestión? Para apreciar Rumba en toda su dimensión sería conveniente bajar un poco el nivel de cinefilia e ingresar al personalísimo universo creado por los directores Dominique Abel y Fiona Gordon sin mayores referencias externas. Quienes así lo hagan posiblemente queden sorprendidos por este certero homenaje al cine mudo y a la comedia física que ayudaron a cimentar genios como Charles Chaplin, Mack Sennett, Harold Lloyd, Buster Keaton o el más moderno Jaques Tati, entre otros ilustres. Narrativa y estéticamente en armonía, el segundo film de este dueto de artistas nace del homenaje pero no se queda estancado en la mera recreación mecánica de un estilo de humor old-fashioned, por lo que su creatividad presenta una autonomía de vuelo propia. Anacrónica y original por partes iguales –ya no se hacen películas así- Rumba desarrolla con sencillez una historia de amor prácticamente sin valerse de diálogos. En ocasiones naif y otras tantas con arrebatos de humor negro, la comedia fusiona con cierta elegancia las influencias referidas con el musical sui generis. En sus escenas más redondas el trabajo de Abel y Gordon provoca regocijo, transmite una sana alegría (aún con las insólitas derivaciones del argumento que podría presuponer más bien lo contrario) y divierte a grandes y chicos por su lenguaje universal sin perder ni un ápice de personalidad en el camino.

Dom (Abel) y Fiona (Gordon) son un matrimonio cuarentón que se gana la vida en una escuela primaria de una zona rural; él, como profesor de educación física y ella, enseñando inglés con un método ciertamente peculiar (las oraciones que les hace recitar a los chicos es el único texto hablado del primer tercio del film). En su tiempo libre, la pareja se dedica a la práctica de unas desopilantes coreografías de su auténtica pasión: la rumba. Habiendo participado de varios concursos con fortuna, Dom y Fiona se dirigen a su próxima competencia cuando sufren un accidente de tránsito que les cambia la vida. A Dom una concusión cerebral le provoca la pérdida de la memoria a corto plazo –diagnóstico disparador de unos cuantos gags desternillantes- y a Fiona los médicos no pueden salvarle una pierna –amputación generadora de algunas situaciones sin desperdicio donde confluye el humor negro con la brillante actuación corporal de la actriz protagonista-. A partir del regreso al hogar cada uno debe lidiar con sus respectivos problemas y, a la vez, redescubrirse como individuos y esposos (pensemos que virtualmente han renacido). Pese a todas las vivencias que compartieron en el pasado, son como dos extraños conviviendo bajo el mismo techo con la necesidad de empezar la relación desde cero. Claro que donde el amor germinó una vez también puede llegar a hacerlo nuevamente…

En el último acto se suma al dúo un tercer personaje (interpretado con destreza cómica por el grandote Philippe Martz) con el que la trama –minimalista, tierna, romántica- pega una vuelta de tuerca al propiciar un triángulo ¿amoroso? (o algo así) tan inopinado como para levantar con imaginación el pasaje final de esta comedia que propone una experiencia lúdica incomparable. Sólo es cuestión de abrir la mente, relajarse y disfrutar de una libertad creativa con escasos antecedentes en el cine contemporáneo. Eso es, ni más ni menos, Rumba. A bailarla como Dios manda…

Título: Rumba.
Título original: Idem.
Dirección: Dominique Abel, Fiona Gordon, Bruno Romy.
Intérpretes: Dominique Abel, Fiona Gordon, Bruno Romy, Philippe Martz, Clément Morel.
Género: Comedia, Romance.
Calificación: Apta para todo público.
Duración: 77 minutos.
Origen: Francia/ Bélgica.
Año de realización: 2008.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha de estreno: 02/04/2009.

Puntaje: 8 (ocho)

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