En su debut con el film Los besos, la directora Jazmín Carballo -además de escribir y actuar- nos sumerge en un verano de reencuentros con cierto sabor a nostalgia y las incertidumbres de esos amores que un día acaban entre la fugacidad de los buenos momentos y aquellos para ser olvidados. En esta entrevista con la realizadora cordobesa buscamos algunas respuestas sobre las relaciones amorosas y los estilos para representarlas en lenguaje cinematográfico.
Pablo E Arahuete: El blanco y negro predomina en tu película, ¿considerás que es un buen tono para representar la nostalgia?
Jazmín Carballo: Supongo que es algo que está asociado, casi de manera inconsciente, con el ejercicio de ver fotos en blanco y negro de la adolescencia de mis padres o abuelos, todo ese ritual es inevitablemente nostálgico para mí. Y en la película hay una suerte de retrato de un verano donde fuimos amigos y fuimos dejando de ser adolescentes. Siento que vamos a volver a la película de acá a diez, quince, treinta años como quien vuelve a un álbum de fotos viejas y nos vamos a reconocer y recordar.
P.E.A: Los besos, título que llama a diferentes lecturas, remite a un deseo. ¿Te propusiste hacer un film sobre la pérdida del deseo de estar con otro?
Jazmín Carballo: Me gusta esa mirada. La pareja que se reencuentra en la película se separa por motivos que quedan fuera de campo pero cuando los vemos reencontrarse se ponen en juego, lo que es inevitable es el deseo entre ellos y aun así es difícil concretarlo. Eso era lo que me generaba intriga en ese entonces, el hecho de estar físicamente al lado de una persona pero emocionalmente lejos. No es estrictamente una película sobre esa polaridad, pero sí es algo que estaba circulando.
P.E.A: Hay una cámara pegoteada a los personajes durante gran parte del relato y otra que guarda una distancia y respeta su intimidad ¿buscaste este contraste en la puesta en escena explícitamente para dejar reflejado un personaje más desde la cámara o se debe a otra decisión?
Jazmín Carballo: Sí, ese contraste fue encontrado en nuestra búsqueda durante el rodaje, lo que queríamos era que la cámara construyera esta actitud de espía durante la película.
P.E.A: ¿Considerás que se puede hablar de un cine cordobés dentro del cine argentino, como algunos críticos sostienen?
Jazmín Carballo: Considero que se puede hablar de películas. Que exista la posibilidad de filmar películas, en este país o en otros, es algo que me conmueve enormemente.
P.E.A: ¿Cómo fue el trabajo con los actores, teniendo en cuenta esos largos momentos de charlas que parecen espontáneos?
Jazmín Carballo: Escribí pensando en los actores que trabajaron. Somos amigos desde hace mucho. Algunos era su primera vez actuando en un largometraje, incluso algunos no se dedican a la actuación. La película no existiría sin ellos ni sin su entrega, confiaron en el juego y propusieron desde la actuación situaciones que derivaron en nuevas escenas que no estaban en el guion. Filmar en digital genera la opción de que los ensayos sean la toma, que en algunos casos queda en el corte final.
P.E.A: En una entrevista dijiste que el comienzo de esta idea surgió de la elaboración tuya de un duelo amoroso, ¿considerás que esta temática es permeable a películas de carácter independiente más que industriales?
Jazmín Carballo: Puede ser, no lo se. Cuando era más chica escuché una vez a mi mamá decir que era muy difícil escapar de la biografía a la hora de escribir. Y yo le creí y le creo.
P.E.A: Una característica de tu película es que la cámara acompaña a los personajes en una deriva propia ¿Cómo directora, te seduce la idea de viaje en el rodaje o preferís conocer el camino desde el comienzo hasta el final?
Jazmín Carballo: Opción A sin dudas. Viajar a otro país es casi como enamorarse. Un rodaje, un poco también. Las incógnitas y la incertidumbre son un alimento alentador para crear. El desamor también, aunque ahora preferiría situaciones de desamor sólo para actuarlas.
