Por Pablo E. Arahuete
Hay documentales que se destacan por su singularidad y el caso de Un enemigo formidable no escapa a la regla dado que se concentra en la peculiar actividad de Carlos Borghi, considerado el mejor cazador de ratas en la ciudad de Buenos Aires. En esta entrevista, su director Lucas Marcheggiano comparte con Cinefreaks su experiencia de haber asistido a esta batalla sin cuartel entre el hombre y la rata.
Pablo Ernesto Arahuete: Ya en El ambulante, el personaje elegido tenía un oficio extraño al que volcaba toda su pasión como ocurre con Carlos Borghi en Un enemigo formidable ¿qué aspectos de ambos llamaron tu atención para decidirte por un documental?
Lucas Marcheggiano: Lo que me llamó la atención en ambos fue la manera singular en que abordan su trabajo y la particularidad de ambas tareas. Daniel Burmiester por ser un hombre que sólo él con su cámara hacen largometrajes y Carlos Borghi por ser un estudioso y asesino de plagas. Este controlador de plagas se siente detective y psicólogo y viéndolo en acción pude comprobar que no está lejos de serlo.
P.E.A: ¿Cómo manejaste la distancia respecto a tu protagonista en relación al acompañamiento constante que te propusiste hacer?
Lucas Marcheggiano: La estrategia para que Carlos se sintiera cómodo frente al equipo técnico desconocido para él, fue comenzar grabando las escenas cotidianas, en su casa, en el gimnasio o con su hija, para luego seguirlo en acción frente a sus clientes y su tarea, y que no se distrajera con alguna marcación técnica . Creo que eso salió bien, siempre fue espontáneo y no influimos en su trabajo de manera determinante.
P.E.A: ¿En qué grado influyó el hecho de prestarse en el documental para retratar su intimidad?
Lucas Marcheggiano: Yo intuí que el protagonista siempre supo que lo estábamos grabando en el sentido que nunca hizo nada que no quisiera mostrar de él, a pesar de su espontaneidad. Yo notaba que siempre, antes de manipular los venenos, se fijaba si tenía los guantes puestos, por el tema de los controles que tienen de parte de los departamentos de sanidad y todas estas instituciones.
P.E.A: Durante el rodaje, muchas tomas nocturnas, ¿te dificultaron la puesta en escena?
Lucas Marcheggiano: Como la idea fue generar un clima de policial negro, la mayor parte de las escenas fueron de noche y filmar en la calle fue un poco complicado porque no teníamos un generador de electricidad, entonces no pudimos iluminar algunos lugares donde no había nada de luz. Tuvimos que hacer una puesta en escena en sectores un poco más iluminados por los faroles de la calle. El primer día de rodaje comenzó a llover y estábamos en la calle, fue complicadísimo, teníamos un solo paraguas y los lentes se empañaron. Debimos terminar la jornada con un lente de 75mm, él único que no se empañó.
P.E.A: ¿Cómo conociste a Carlos Borghi y su especialidad?
Lucas Marcheggiano: Lo conocí por casualidad un día que fui a comprar veneno para hormigas a una veterinaria, allí estaba él y comenzamos a conversar desinteresadamente de mi parte. Carlos empezó a contarme la vida de las hormigas, de las pulgas, los escorpiones y las cucarachas. Pero cuando llegó a los roedores comenzó a caminar en círculos y su relato se convirtió en un discurso apasionado. Casi a los gritos dijo que las ratas lo desafiaban día a día, le exigían estar alerta todo el tiempo, que son el ser vivo más inteligente que hay en la tierra y que para poder seguirlas y controlarlas él debía usar su cerebro al 100 por ciento. Yo no sabía nada de este mundo y ahora luego de hacer el documental he aprendido de plagas y las ratas me dan menos impresión que antes.
P.E.A: Durante el tiempo de convivencia junto a él, ¿lograste comprender cómo piensa y conviven esas dos facetas que lo definen como estudioso pero también verdugo?
Lucas Marcheggiano: Yo creo que sí, que pude comprender después de este año y medio que estuve en contacto con él qué piensa al respecto. Esa era una pregunta que le hacia todo el tiempo y él ambiguamente me contestaba que ante todo, su misión es llevarle bienestar a la comunidad. Nunca quiso decirme cómo convivía con la paradoja de tener que matar a un animal que admira. Creo que evita meditarlo, sabe que es exitoso en lo que hace, le gusta apasionadamente, la gente lo quiere y puede mantenerse económicamente. Con eso está tranquilo. Un día conversando con su hija me contó que ella no sabía bien cómo era el trabajo de su padre hasta que lo supo. En ese momento se horrorizó al pensar que toda su ropa, objetos, comida y estudios estaban pagados con dinero que venía de la muerte y gracias a que estudia psicología se tranquilizó sabiendo que el trabajo de controlador de plagas alguien lo tiene que hacer y que es muy importante en una ciudad. Ahora convive amablemente con el tema al igual que su padre, quien entre sus colegas es considerado como “El mejor cazador de ratas de la ciudad de Buenos Aires”.