Por Pablo Arahuete
Reseña: A la descarnada realidad del abandono infantil, por una madre trastocada psíquicamente, se le superpone el discurso poético para amoldarla al punto de vista de Jonas, el mayor de los hermanos que debe posponer su infancia y ocupar el rol de adulto en la crianza de una niña y un niño.
La supervivencia cotidiana se junta con las demandas afectivas, pero también con un pacto de silencio que mantiene el secreto, la ausencia de madre y padre. En el camino, el cruce con personajes circunstanciales, entre ellos un vagabundo que opera de facilitador, acomoda las piezas de un rompecabezas melancólico, emocional que se vale de la metáfora y la alegoría para rellenar los espacios que la soledad deja abiertos en las heridas de estos tres niños, que no cicatrizan.
Dirección: Mara Eibl-Eibesfeldt – Duración: 91 minutos – Año: 2015 – Intérpretes: Sylvie Testud, Luwig Trepte, Ben Litwinschuh, Helena Pieske, Lutz Simon Eilert, Matthias Koeberlin
Sinopsis: En este relato sobre una infancia de maltratos en los años setenta, todas las nociones, especialmente cinematográficas, asociadas a la conciencia adulta y al universo infantil quedan irreversiblemente trastocadas. Es la historia de cómo tres niños se ven forzados a sobrevivir solos, tras ser abandonados por su madre y crear su propio concepto de familia. Contada desde el punto de vista de Jonas, el hermano mayor que debe hacerse adulto antes de tiempo, la historia permite que la magia infantil empape con su encantamiento el tratamiento aparentemente descarnado de la película. La joven directora envuelve la tragedia en la telaraña de una fábula infantil, gótica y alucinada, filmada en un blanco y negro a ratos naturalista y a ratos ensoñador, delimita una delgada línea entre la realidad y la fantasía. ¿Acaso solo con el poder de la fabulación es posible sobrevivir a la traumática experiencia que los pequeños actores, todos prodigiosos, nos hacen sentir en carne propia?