Por Pablo Arahuete
La amistad y la reunión de viejos amigos eclosiona y revela esos secretos que nunca se quieren compartir en Línea de cuatro (2016), de los directores Diego Bliffeld y Nicolás Diodovich. También los recuerdos y la anécdota de la final del Mundial 2014 para la empatía directa con el público local. En esta entrevista ambos directores nos detallan los pormenores de este proyecto de acotado presupuesto, aunque calidad garantizada.
Pablo E. Arahuete: – ¿Cómo manejaron la tensión entre la puesta en escena teatral y la cinematográfica?
Diego Bliffeld y Nicolás Diodovich: – Desarrollamos un sistema que nos permitiera poder filmar la película en un tiempo récord. Descompusimos la película en secuencias de unos diez minutos y las grabamos de corrido a tres cámaras. Para los actores tenía una lógica quizás más ligada a lo teatral porque tenían que hacer estas secuencias enteras sin cortes. Entonces lo cinematográfico estaba en función de lo actoral. No estaba esa cosa milimétrica de parate acá, no te muevas de ahí. Tanto la iluminación y la puesta de cámaras estuvieron pensadas para poder seguir a los actores, acompañarlos.
P.E.A.: – ¿Cuánto tiempo demandó el rodaje?
Diego Bliffeld y Nicolás Diodovich: – El rodaje duró tres días y los ensayos más de tres meses.
P.E.A.: – ¿Cuánto dejaron librado a los actores, en base a los diálogos y a las situaciones?
Diego Bliffeld y Nicolás Diodovich: – Ensayamos mucho tiempo con los actores y el guión definitivo surgió de esos ensayos. Los actores aportaron mucho en ese periodo pero durante el rodaje nos atuvimos estrictamente a ese guión. Teníamos muy poco tiempo y no podíamos improvisar durante esos tres días, todo debía sincronizarse perfectamente para poder llegar a rodar en ese lapso de días. No teníamos recursos para más.
P.E.A.: – ¿Cómo fue estructurado el guión?
Diego Bliffeld y Nicolás Diodovich: – Pensamos que al igual que en una estructura clásica, un partido de fútbol consta de tres actos: primer tiempo, entretiempo y segundo tiempo. En Línea de cuatro (2016) el primer tiempo es donde los personajes que protagonizan este reencuentro entran en calor, entonces se reconocen, se presentan, se muestran contentos por volver a estar juntos pero dejan ver cuál es el conflicto que hay entre ellos y dónde definen la apuesta. El entretiempo es donde todo explota, donde el conflicto se hace palpable, es el segundo acto. En el segundo tiempo cada personaje va al limite, dejan de ocultar sus sentimientos y se enfrentan llegando a un desenlace.
P.E.A.: – ¿Qué representaba para ustedes esa reunión en la final del mundial? ¿Cuáles son las resonancias respecto a la relación tirante entre estos cuatro amigos?
Diego Bliffeld y Nicolás Diodovich: – La idea de un grupo de amigos que se junta a ver la final del mundial nos parecía un punto de partida sumamente atractivo porque es una situación sumamente reconocible, natural. No es un escenario forzado. Y esa situación completamente verosímil y cercana es a la vez muy movilizadora, muy tensionante y esas tensiones se van trasladando a lo que pasa entre los personajes y se va alejando cada vez más del partido.
P.E.A.: – ¿Cómo manejaron la distancia entre los personajes y la cámara?
Diego Bliffeld y Nicolás Diodovich: – Cómo pudimos… En un sentido literal tuvimos que acomodarnos a las posibilidades. Al tener una locación limitada y la premisa de grabar todo a tres cámaras buscamos poder tener diferentes planos y puntos de vista. En un sentido más metafórico, salvo en una escena en la que la cámara acompaña el movimiento de manera un tanto frenética, el resto del tiempo buscamos tener una mirada aunque cercana físicamente, alejada, exterior a los personajes. Observar la escena de manera pasiva, a veces cómplice con el espectador.
P.E.A.: – ¿Hicieron una dirección conjunta o dividieron tareas?
Diego Bliffeld y Nicolás Diodovich: – Durante todo el proceso dividimos tareas. Quizás fue en la etapa de ensayos donde trabajamos más a la par. Durante el rodaje, Diego trabajó más la parte técnica y cinematográfica y Nicolás de la dirección actoral. Nos complementamos y para eso fue clave la confianza que cada uno tenía en lo que hacía el otro.