Por Pablo Arahuete
La nueva aventura cinematográfica del director Ulises Rosell (en la foto de portada junto a Valentina Bassi) aprovecha al máximo las complicaciones de un rodaje en esteros patagónicos. Al desierto, su nuevo opus protagonizado por Valentina Bassi y Jorge Sesán es un tour de force que transita por varios géneros como el western, el thriller psicológico y siembra permanentemente indicios de otra cosa. En esta entrevista con Ulises Rosell intentamos despejar algunas incógnitas en un sugestivo rompecabezas, donde la soledad y la necesidad de estar acompañado se entrelazan con costumbres de otros tiempos que también tenían por escenario lugares inhóspitos.
Pablo Ernesto Arahuete: Dijiste en varias entrevistas que una de las enseñanzas del documental es adaptarse a lo que no es previsible ¿te sentís más cómodo con el cine de género que con el cine de autor?
Ulises Rosell: –Me siento cómodo filmando. Estoy siempre muy abierto a probar nuevas formas, a arriesgar un poco con cada proyecto, al menos dentro de mis parámetros narrativos. Definir en qué cajoncito va la película terminada creo que no me corresponde a mí. En mis dos últimos trabajos, me concienticé un poco más respecto de esa combinación difusa que me sale entre elementos de género y un abordaje más libre, que podríamos definir como cine independiente. Tanto en El Etnógrafo como en Al Desierto, está el policial como disparador de la historia, pero ambas son formas contaminadas, donde el sostén narrativo del género está un poco encubierto, y el foco parece estar en los personajes.
P.E.A.: – Más allá del profesionalismo indiscutible de Valentina Bassi, supongo que eso no debería repercutir a la hora de dirigirla sabiendo que se trata de tu esposa ¿en el caso particular de Al desierto ella debió además exponerse desde lo físico a las hostilidades del terreno y por otra parte generar un vínculo con Jorge Sesán, desde cero, me pregunto, cómo te plantaste en tu rol de director y esposo a la vez?
Ulises Rosell: -Efectivamente, uno dirige sin pensar en los vínculos con los participantes del rodaje, sean quienes sean. Tratamos de plasmar algunas propuestas que a ambos nos resultaban desafiantes desde el rol de cada uno, y encontramos el proyecto donde sentíamos que por más vueltas que le diéramos nunca se agotaban las dimensiones que nos interesaba abordar. Sumar a Jorge fue un acierto absoluto, ya que entró en la misma sintonía, sin dejarse ganar nunca por preconceptos o por sentimientos explícitos. Creo que lo difícil fue encontrar una propuesta de interpretación que fuera novedosa por igual para los dos, ya que tienen recorridos muy diversos. No quería que ninguno de los dos tuviera “la posta”. En ese sentido yo confiaba en que someternos al entorno patagónico, al clima, creaba las condiciones que nos reseteaban todos nuestros preconceptos.
P.E.A.: – Tengo entendido que el disparador de esta ficción se encuentra relacionado con tu interés personal por la relación de los indios con sus cautivas en base a la idea cultural, distante de las normas que rigen la otra cultura dominante. ¿Buscaste siempre, a la hora de planificar esta historia, un equilibrio en el punto de vista, dado que todo arranca con fuertes indicios de secuestro por tráfico de personas?
Ulises Rosell: –Creo que especulé un poco con ese sobreentendido: si una mujer se sube a la camioneta de un desconocido que le propone un trabajo bien remunerado, todos esperamos que la historia vaya por el lado que describís. Pero lo interesante en cine es jugar con ese adelantamiento del público. En este caso, esa tensión alimenta sobre todo el inicio del relato. Pero después aparece esa otra idea, quizás más cercana a Átame, donde el objetivo del secuestro parece ser otro. En el medio hay un accidente, que es la forma más visual de plantear la idea de lo imprevisto. Entonces, todo lo que ocurre en adelante también te deja pensando en cómo hubieran sido las cosas sin el choque.
P.E.A.: – Desde El etnógrafo hacia acá qué te dejó como aprendizaje tu contacto con los pueblos originarios y qué opinión te merece el tema de candente actualidad más allá de la coyuntura política y el microclima en las redes sociales o en los medios de comunicación?
Ulises Rosell: –De parte del gobierno nacional me parece un mamarracho absoluto. Otra vez con la idea del enemigo interno y los tarados que aplauden la violencia y la provocación, que necesitan la idea de enemigo para reafirmarse vaya a saber qué.
De parte de la onda bienpensante que recorre fb quizás sea aún una postura puramente política, pero quién te dice, se empieza por el discurso y se termina por la experiencia. Por ahora, me parece que se intenta respetar algo que pocos conocen. En mi caso hice mi recorrido personal y tiendo a creer lo que en algún momento me dijo John (NDR: protagonista de El etnógrafo, documental de Rosell) mientras filmábamos El Etnógrafo: Es hora de ir haciéndonos a la idea de que somos un país pluricultural. De mi parte, agregaría que como cultura occidental, dominante, que ha sometido a las demás a sus reglas e impuso su modo de vida, nos debemos un acto de nobleza y bajar a escuchar. Es dificilísimo y frustrante en muchos sentidos, pero también es interesantísimo.
P.E.A.: – Según lo que contaste en algunos reportajes el punto de partida de este rodaje estuvo realmente condicionado por las locaciones y el desafío de filmar en la Patagonia argentina ¿la geografía desértica de por sí aportaba una riqueza visual importante para llegar mejor al objetivo de acompañar en su travesía a dos desconocidos?
Ulises Rosell: –Creo que a lo largo del relato asistimos a esa transformación en la cual el paisaje constituye a los protagonistas, los moldea y ya no es concebible la vuelta atrás. En ese sentido hay una idea de personajes y del cine en general, que le rinde un modesto tributo a algunas de las películas que más me gustan de Werner Herzog.
P.E.A.: – ¿Cómo te manejaste con el guion de Sergio Bizzio, se amoldaba a tus expectativas o cambió tu perspectiva respecto al punto de salida y al de llegada?
Ulises Rosell: –Sergio participó de la primera versión del guión a partir de un esquema narrativo y algunos elementos que yo tenía pero no me atrevía o no encontraba aún cómo plasmar, pero llegar a la versión final fue un proceso mucho más largo y complejo. Muchas cosas se transformaron, aunque hay un núcleo dramático y una propuesta de mantener una línea más humorística en paralelo, que siempre se mantuvo. Como en toda colaboración, de última es uno el que va dosificando y combinando los diferentes aportes que afinan en el tono de la película. Muchas cosas que eran fundantes de la propuesta, van cayendo, porque tal vez funcionaban en el papel, pero no necesariamente en la voz y acciones de los actores, o en los encuadres de la cámara.
P.E.A.: -Dada tu acumulada experiencia de trabajar para televisión ¿cuáles son, según tu opinión, las herramientas de este formato que puedan aportar -en términos de calidad- mayor sustancia al cine y cuáles serían los vicios que deben evitarse en las tres fases productivas?
Ulises Rosell: –A mi la producción más seriada me ayudó a confiar en mi mirada, mas allá de los tiempos, los formatos y las dificultades en general. Trabajar con equipos técnicos desconocidos también te curte, (por eso los directores envidiamos a los técnicos, que meten diez rodajes en el mismo tiempo que vos hacés solamente una película). Otro aspecto positivo es la posibilidad de trabajar con cantidad de actores que jamás podrías convocar para un mismo proyecto y que tal vez no te cruzarías jamás de otra forma. También la posibilidad de usar músicas sin estar atados a los cánones y precios absurdos que le impone SADAIC al cine, (y que hace que la mayor parte de las películas se conformen con la música original y se censure la idea de inclusiones, quitando una herramienta expresiva y de difusión).
Creo que lo más perjudicial es la posibilidad de que a lo largo de la cadena productiva (la lógica es mucho más industrial), pierdas el control del producto. Me parece que es una pena, que eso atenta en mayor medida contra el resultado final que la falta de tiempo o de presupuesto. Creo que la televisión está buena en tanto se respete la autoría. Obviamente, no se puede aspirar a la profundidad de un trabajo de años en días, pero son modalidades diferentes que aprendí a resolver y a disfrutar.